Richard Neave, exprofesor de la Univ. de Manchester, dice haber construido el retrato de Jesucristo después de examinar tres cráneos semitas galileos usando tomografías computarizadas, e imágenes con rayos-X, recreando la piel y los músculos de ciertas áreas de la cara.
Hasta aquí el informe de la BBC, a partir de aquí, la realidad, esa que a los grandes medios de comunicación les gusta ventilar para desprestigiar el catolicismo. Y estando como estamos en la era de la imagen, ¿qué mejor modo de desacreditar al líder que se decía Hijo de Dios, que presentándolo como un bruto troglodita, de aspecto más animalesco que humano? ¿No se contradice con la belleza de la Creación que salió de sus manos, con el pasaje de la Sagrada Escritura que lo define como el más hermoso de los hijos de los hombres?
No somos ajenos a las maniobras de la mayoría de medios informativos, pues nos consta que jamás han movido un dedo para promocionar las buenas ideas de la Buena Nueva que Jesús nos vino a traer para liberarnos de las desgraciadas costumbres que rigen hoy en el mundo a las que Dios llama pecados. Si periódicos, revistas, televisión, radio e internet hubieran querido apoyar la moralidad en lugar divulgar la vanidad, el culto al yo y al dinero, el indiferentismo religioso, el libertinaje sexual la anticoncepción, el aborto y otra cosas peores, entonces el mundo tendría una posibilidad de renovarse. Pero donde no hay buena voluntad, nada positivo logra potenciarse.
Afortunadamente, la libertad que posee todavía internet hace sencillo obtener información fidedigna y menos manipulada que la que nos llega manufacturada como pienso para animales y que muchos tragan sin darse cuenta de la tergiversación a la que somos sometidos, sobre lo que ocurre más allá del teatro al que nos asomamos cada mañana. Son otros los que mueven los hilos no dejándonos tiempo ni para la reflexión ni para un cambio de agujas: esto es, asimilar quiénes somos y a donde vamos, como creaciones del Dios eterno que nos llamó a una misión: a ser otros pequeños dioses de la mano de la disciplina evangélica.
