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Un poema de Esther Videgain

La mirada quedó dormida en su monótona vida sin destino

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La mirada dormida,
el tercer ojo de este alma apagada en su espíritu,
llega tarde la tenue luz de la vieja esperanza ya perdida en su ausencia.

La mirada dormida,
donde no hay más opción para el ciego con vista cansada en su falso engañado corazón,
su tic-tac era muy monótono, sucio y tenebroso, marcaba la hora del final de ese extraño querer.

La mirada dormida,
de aquel medio demonio que intentó ser un ángel algo travieso en su ser,
el cambio se dio poco después de aquella pérdida de ése que observa tu falta de besos y de los mil abrazos que iluminan el triste karma.

La mirada dormida,
un día se fundió tus bellos ojos en su lloro,
lentamente, se volvió a encender un poco esas retinas que dan vida mas guardan esos mil silencios mudos en los tormentos de esta sucia vida.

La mirada quedó dormida en su monótona vida sin destino

Un poema de Esther Videgain
Esther Videgain
domingo, 31 de enero de 2016, 10:16 h (CET)
La mirada dormida,
el tercer ojo de este alma apagada en su espíritu,
llega tarde la tenue luz de la vieja esperanza ya perdida en su ausencia.

La mirada dormida,
donde no hay más opción para el ciego con vista cansada en su falso engañado corazón,
su tic-tac era muy monótono, sucio y tenebroso, marcaba la hora del final de ese extraño querer.

La mirada dormida,
de aquel medio demonio que intentó ser un ángel algo travieso en su ser,
el cambio se dio poco después de aquella pérdida de ése que observa tu falta de besos y de los mil abrazos que iluminan el triste karma.

La mirada dormida,
un día se fundió tus bellos ojos en su lloro,
lentamente, se volvió a encender un poco esas retinas que dan vida mas guardan esos mil silencios mudos en los tormentos de esta sucia vida.

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