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Susana tiene muchas ganas de merendar

No lo sé

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Llevamos más de un mes pedaleando tras las elecciones del 20D y seguimos casi en el mismo punto. El rey no hace más que consultar con unos y otros, y los demás políticos no hacen más que hacer declaraciones continuamente, a modo de diálogo de sordos en donde nadie se entiende ni quiere entenderse.

De todas formas, algunas cosas parece que van aclarándose.

La primera, que a nadie le salen los números porque pactar lo ven todos como algo, a la vez bueno y a la vez malo, y nadie termina por decidirse a nada.

La segunda, que Podemos tiene vocación de merendarse al PSOE lo mismo que se ha merendado a IU, por lo que el PSOE se tiene que pensar muy mucho pactar con ellos. También tiene que tener cuidado con Ciudadanos, que se lo puede merendar por el otro lado.

La tercera, que Sánchez, que era un simple parado hace dos años, ve en el pacto con Podemos su única oportunidad de sobrevivir políticamente: o logra ser presidente del gobierno o se lo meriendan los de su propio partido, empezando por Susana, que tiene muchas ganas de merendar.

La cuarta, que todo el mundo va conociendo más a los de Podemos y va quedando claro que, lejos de ser una opción política más, es una opción claramente peligrosa con los derechos humanos (véase el referéndum revocatorio), por llevar a cabo prácticas que podrían ser criminales. La querencia de Podemos en estas semanas hacia los ministerios desde donde sería posible el control y la extorsión hacia los ciudadanos es algo inquietante.

La quinta, que el PP no hace nada; más o menos lo mismo que ha hecho en los pasados cuatro años, a pesar de lo cual, si hubiera que volver a celebrar elecciones, probablemente sacaría más diputados que los que ha sacado en el 20D, pues plantearía otra vez el voto útil, esta vez a costa de Ciudadanos, que ha demostrado tener poco fuelle, el suficiente como para impedir al PP sacar más diputados, pero no como para liderar una opción de gobierno (salvo que aquí nadie termine poniéndose de acuerdo).

La sexta, que este país sigue funcionando por su cuenta, mientras los políticos se dedican a intrigar en la lucha por el poder. La disociación entre políticos y ciudadanos es total. En el último mes se puede decir que la vida política ha dejado de ser tema de conversación para pasar a serlo la continua intriga. Nadie sabe qué pasa con la deuda pública, con las infraestructuras, la sanidad, la educación, etc. En este país últimamente no pasa nada, salvo el ruido de los grillos en su jaula, los cuales son autónomos, esto es, que van a su bola.

La séptima, que los españoles están hasta los cojones de tanto político. Por si fuera poco el hartazgo electoral del 2015, podría suceder que este año tuviéramos la propina, si entre el rey y estos chicos no se aclaran.

La octava, que todo el mundo presagia malos augurios, pero nadie sabe decir por qué; simplemente que esto no va bien, aunque nadie sabe qué es lo que habría que hacer para que las cosas marcharan bien. Ni siquiera la encuesta de población activa ha levantado el ánimo a nadie, sino que ha pasado por los mentideros sin pena ni gloria.

La novena, que pase lo que pase, va a haber elecciones relativamente pronto, aunque salga alguien investido presidente. Tiene los días contados con un parlamento tan fraccionado y centrífugo. Si hay legislatura, será corta.

La décima, que en este país nadie mira ni de reojo a países serios como Alemania cuando se han visto en situaciones parecidas a la que tenemos ahora aquí.

¿Qué quieren que les diga acerca de lo que va a pasar? No lo se, no tengo ni idea. Nadie tiene ni idea. Nunca el futuro político próximo ha sido tan incierto. Tampoco tengo claro que eso sea bueno o malo. No lo se. Así están las cosas.

No lo sé

Susana tiene muchas ganas de merendar
Antonio Moya Somolinos
sábado, 30 de enero de 2016, 10:35 h (CET)
Llevamos más de un mes pedaleando tras las elecciones del 20D y seguimos casi en el mismo punto. El rey no hace más que consultar con unos y otros, y los demás políticos no hacen más que hacer declaraciones continuamente, a modo de diálogo de sordos en donde nadie se entiende ni quiere entenderse.

De todas formas, algunas cosas parece que van aclarándose.

La primera, que a nadie le salen los números porque pactar lo ven todos como algo, a la vez bueno y a la vez malo, y nadie termina por decidirse a nada.

La segunda, que Podemos tiene vocación de merendarse al PSOE lo mismo que se ha merendado a IU, por lo que el PSOE se tiene que pensar muy mucho pactar con ellos. También tiene que tener cuidado con Ciudadanos, que se lo puede merendar por el otro lado.

La tercera, que Sánchez, que era un simple parado hace dos años, ve en el pacto con Podemos su única oportunidad de sobrevivir políticamente: o logra ser presidente del gobierno o se lo meriendan los de su propio partido, empezando por Susana, que tiene muchas ganas de merendar.

La cuarta, que todo el mundo va conociendo más a los de Podemos y va quedando claro que, lejos de ser una opción política más, es una opción claramente peligrosa con los derechos humanos (véase el referéndum revocatorio), por llevar a cabo prácticas que podrían ser criminales. La querencia de Podemos en estas semanas hacia los ministerios desde donde sería posible el control y la extorsión hacia los ciudadanos es algo inquietante.

La quinta, que el PP no hace nada; más o menos lo mismo que ha hecho en los pasados cuatro años, a pesar de lo cual, si hubiera que volver a celebrar elecciones, probablemente sacaría más diputados que los que ha sacado en el 20D, pues plantearía otra vez el voto útil, esta vez a costa de Ciudadanos, que ha demostrado tener poco fuelle, el suficiente como para impedir al PP sacar más diputados, pero no como para liderar una opción de gobierno (salvo que aquí nadie termine poniéndose de acuerdo).

La sexta, que este país sigue funcionando por su cuenta, mientras los políticos se dedican a intrigar en la lucha por el poder. La disociación entre políticos y ciudadanos es total. En el último mes se puede decir que la vida política ha dejado de ser tema de conversación para pasar a serlo la continua intriga. Nadie sabe qué pasa con la deuda pública, con las infraestructuras, la sanidad, la educación, etc. En este país últimamente no pasa nada, salvo el ruido de los grillos en su jaula, los cuales son autónomos, esto es, que van a su bola.

La séptima, que los españoles están hasta los cojones de tanto político. Por si fuera poco el hartazgo electoral del 2015, podría suceder que este año tuviéramos la propina, si entre el rey y estos chicos no se aclaran.

La octava, que todo el mundo presagia malos augurios, pero nadie sabe decir por qué; simplemente que esto no va bien, aunque nadie sabe qué es lo que habría que hacer para que las cosas marcharan bien. Ni siquiera la encuesta de población activa ha levantado el ánimo a nadie, sino que ha pasado por los mentideros sin pena ni gloria.

La novena, que pase lo que pase, va a haber elecciones relativamente pronto, aunque salga alguien investido presidente. Tiene los días contados con un parlamento tan fraccionado y centrífugo. Si hay legislatura, será corta.

La décima, que en este país nadie mira ni de reojo a países serios como Alemania cuando se han visto en situaciones parecidas a la que tenemos ahora aquí.

¿Qué quieren que les diga acerca de lo que va a pasar? No lo se, no tengo ni idea. Nadie tiene ni idea. Nunca el futuro político próximo ha sido tan incierto. Tampoco tengo claro que eso sea bueno o malo. No lo se. Así están las cosas.

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