No se trata de la clasificación de alumnos en alguna escuela de verano socialista según su aptitud para el trajín de los fondos de la “cosa pública”, sino todo lo contrario. Porque en estos días, dos diferentes circunstancias están haciendo que gimoteen juntos, si es que lo hacen, cosa que es de dudar, acaudalados ciudadanos que andan con problemas de dinero por, digamos, lo que ellos mismos llaman -en otros-, su “mala cabeza”.
Es muy frecuente oírles acusar a quien las cosas “no le van” tan bien como a ellos, de que “tiene mala cabeza”, con lo que, automáticamente, ellos la tienen buena, y, por ello, pueden presumir, como se dice en México, de andar muy “billetudos”. Son más dados a exhibir su “listeza” con alardes indirectos, y, generalmente relacionados con, en su propia opinión, particular y extraordinario talento. Una ofensa para ellos sería atribuir su fortuna a un golpe de suerte; todo lo más, lo más, a una herencia bien administrada después... Son muy sensibles al halago, y les cuesta percibirlo. “Adula, adula... que algo queda”, es la mejor manera de hacerse con ellos.
El “affaire” Madoff, es bien en estos días. Bueno, bien... lo que se dice bien, dentro de lo que los “enterados” columnistas creen “conocerlo”, porque, tan tontos no serán los multimillonarios y sus asesores como para dejarse timar del modo en que lo han explicado. El intríngulis debe estar en algún escondido secreto de complicidades que explique la metedura de pata de tan “billetudos” personajes. Y, eso, de ser así. nunca llegará a conocerse. Tampoco es posible saber si algún “rico” se ha pillado los dedos y ha llorado. Por lo que se conoce, no parece. ¡Cuesta ver hecha un mar de lágrimas a Alicia Koplowitz por 36 miserables millones de eurillos!.
El otro asunto parejo en el tiempo, y, también, con gente lista de por medio, pero “menos” lista, es todo lo relacionado con el “holding” Prisa. El grupo comenzó sus andaduras “a pulso”,que se dice, vendiendo libros de texto, y echándole talento con laboriosidad a los sucesivos “negocietes” que iba montando. Luego, vinieron los periódicos, y otros medios de comunicación que, en sus propias palabras, y en aquellos tiempos, iban a ser el negocio “padre”. La cosa no debió resultar así, y una deuda se fue acumulando junto al grupo y acompañándoles a modo de rémora, y a la que intentaban quitarse de encima, también, como les gustaba decir a ellos mismos, con sucesivas “huidas hacia delante”. Se añadieron medidas muy del estilo de los grandes cerebros financieros, como la “diversificación” y la internacionalización, con lo que la hostelería y las filiales proliferaron en muchos países especialmente de lengua española.
Sin embargo, la deuda, al contrario de ser absorbida por el mayor tamaño de la empresa, creció hasta llegar en nuestros días ha amenazar con destruirla y hacer que pasara a la historia como un vulgar “tinglado”; injusto resumen a toda luz visto según el esfuerzo y el talento de los hombres que la levantaron y los que la sostuvieron con su esfuerzo a lo largo de los años. ¿Se equivocaron al creer que en España alguna vez sería un negocio la televisión de pago? Ellos, poco antes de lanzar el primer canal de pago lo aseguraban convencidos de ello; en Francia lo era. Con los libros escolares, como antes con las cartillas para aprender a escribir haciendo palotes, habían ganado un buen dinero, pero de ahí a hacerse millonario, hay un trecho. El caso es que, además, parece que se hicieron, aunque la empresa esté necesitada de subsidio “técnico” para sobrevivir, y no terminar resultando una mas de la generadoras de parados en la España de ZP.
