Saltó tras los parapetos unos segundos antes que la ráfaga de piopios peinara sus posiciones, convirtiéndolas en un yermo argumental. En esta descarga sus adversarios le echaban en cara la indefinición, el pacto oculto con fuerzas extremistas, la ausencia de plan de choque, los incendios no apagados en otras áreas del partido (en el sur principalmente) y otros ciento cuarenta motivos que retuiteados en progresión geométrica se expandían por el universo virtual como un inmenso fractal en forma de abeto navideño. Puesto que los disparos procedían de varias direcciones (lo que implicaba la existencia de fuego amigo) nuestro hombre tuvo tiempo de plantearse su capacidad como vocero oficial del partido.
Aún sin habérsele disipado estas dudas, sus manos calculadoras ya arrojaban a los laterales dos botes de humo (los sobresueldos de “X” y el apoyo financiero de regímenes corruptos a “Z”) mientras echaban mano de uno de los últimos cargadores para hacer frente a “Y” (“lobo azul con piel de cordero naranja”). En pocos segundos el aire se llenó de “doble moral”, “hipocresía”, “postureo”, “casta”, “empatía cero con las necesidades del pueblo”, “uso de la agencia tributaria con fines coercitivos”, “marionetas del IBEX”, “imposibilidad material que cupiera un tonto más” y un surtido de pullas de lo más variado y granado.
El tuiroteo duró hasta el mediodía, cuando unos y otros bajaron a tomar un tentempié a las respectivas cafeterías de las sedes centrales de cada partido.