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“¿Qué queda de aquellas antiguas costumbres en que se fundaba la república romana? Las vemos ya caídas por el suelo en desuso por el olvido, y no sólo no se practican, sino que ni siquiera se conocen”. Cicerón

De Galba a Bescansa

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Dejando a un lado el sinfín de actividades y actuaciones circenses llevadas a cabo durante la sesión constituyente de las Cortes, hay que reconocer que el bebé de la diputada Carolina Bescansa acaparó todo el protagonismo en la Cámara Baja. La opinión generalizada entre los diputados fue la de clasificar este hecho como “un acto lamentable”, que tenía el único propósito de conseguir un “afán desmedido de protagonismo”.

Desgraciadamente la instrumentalización de los niños con fines políticos ha sido una circunstancia copiosamente empleada a lo largo de la historia, principalmente, en regímenes dictatoriales. Sin embargo este asunto me ha evocado un episodio paradigmático. Si conservan los libros escolares echen rápidamente mano del manual de Historia Antigua.

¿Recuerdan la crueldad ejercida por el pretor Servio Sulpicio Galba en Hispania? Sus brutales actuaciones en tierras lusitanas no pasaron desapercibidas en la capital de la República. A consecuencia de su reprobable conducta el general a su regreso a Roma, fue llevado a juicio ¿Adivinan la sentimental treta del pretor? ¡Bingo! Acudir al tribunal acompañado de sus pequeños hijos llorosos. Un espectáculo muy emotivo que sumado a la corrupción que salpicó al proceso judicial lograron su objetivo: la absolución del político romano.

Como exclamase Cicerón: “O tempora, o mores” (¡Qué tiempos, qué costumbres!), estamos viviendo…

De Galba a Bescansa

“¿Qué queda de aquellas antiguas costumbres en que se fundaba la república romana? Las vemos ya caídas por el suelo en desuso por el olvido, y no sólo no se practican, sino que ni siquiera se conocen”. Cicerón
Juan López Benito
viernes, 15 de enero de 2016, 00:04 h (CET)
Dejando a un lado el sinfín de actividades y actuaciones circenses llevadas a cabo durante la sesión constituyente de las Cortes, hay que reconocer que el bebé de la diputada Carolina Bescansa acaparó todo el protagonismo en la Cámara Baja. La opinión generalizada entre los diputados fue la de clasificar este hecho como “un acto lamentable”, que tenía el único propósito de conseguir un “afán desmedido de protagonismo”.

Desgraciadamente la instrumentalización de los niños con fines políticos ha sido una circunstancia copiosamente empleada a lo largo de la historia, principalmente, en regímenes dictatoriales. Sin embargo este asunto me ha evocado un episodio paradigmático. Si conservan los libros escolares echen rápidamente mano del manual de Historia Antigua.

¿Recuerdan la crueldad ejercida por el pretor Servio Sulpicio Galba en Hispania? Sus brutales actuaciones en tierras lusitanas no pasaron desapercibidas en la capital de la República. A consecuencia de su reprobable conducta el general a su regreso a Roma, fue llevado a juicio ¿Adivinan la sentimental treta del pretor? ¡Bingo! Acudir al tribunal acompañado de sus pequeños hijos llorosos. Un espectáculo muy emotivo que sumado a la corrupción que salpicó al proceso judicial lograron su objetivo: la absolución del político romano.

Como exclamase Cicerón: “O tempora, o mores” (¡Qué tiempos, qué costumbres!), estamos viviendo…

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