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Dejando a un lado el sinfín de actividades y actuaciones circenses llevadas a cabo durante la sesión constituyente de las Cortes, hay que reconocer que el bebé de la diputada Carolina Bescansa acaparó todo el protagonismo en la Cámara Baja. La opinión generalizada entre los diputados fue la de clasificar este hecho como “un acto lamentable”, que tenía el único propósito de conseguir un “afán desmedido de protagonismo”.
Desgraciadamente la instrumentalización de los niños con fines políticos ha sido una circunstancia copiosamente empleada a lo largo de la historia, principalmente, en regímenes dictatoriales. Sin embargo este asunto me ha evocado un episodio paradigmático. Si conservan los libros escolares echen rápidamente mano del manual de Historia Antigua.
¿Recuerdan la crueldad ejercida por el pretor Servio Sulpicio Galba en Hispania? Sus brutales actuaciones en tierras lusitanas no pasaron desapercibidas en la capital de la República. A consecuencia de su reprobable conducta el general a su regreso a Roma, fue llevado a juicio ¿Adivinan la sentimental treta del pretor? ¡Bingo! Acudir al tribunal acompañado de sus pequeños hijos llorosos. Un espectáculo muy emotivo que sumado a la corrupción que salpicó al proceso judicial lograron su objetivo: la absolución del político romano.
Como exclamase Cicerón: “O tempora, o mores” (¡Qué tiempos, qué costumbres!), estamos viviendo…
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.
Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.
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