Sumidos en el día a día, las banderas, los símbolos y logotipos de cualquier índole asumen un protagonismo, muchas veces exacerbado, y otras tantas, minusvalorado. Sea cual sea el caso, aquello que no se puede permitir, y por otra parte sucede muy a menudo, es la imposición de esos mismos símbolos.
Euskal Herria está muy acostumbrada a conocer de primera mano qué es eso de la imposición, y entiéndanme a qué me refiero. El actual marco político y jurídico, el Estatuto de Autonomía, aun sin cumplir, crea una laguna en la capacidad legislativa de este pueblo a la hora de articular el mismo sus propias leyes. La continua ligazón a un Estado, que para muchos, no representa nuestras demandas ni nuestros objetivos, manifiesta que estamos frente a un estancamiento. Un estancamiento que muchos “intentar” salvar, mediante la imposición.
Cuando hablo de imposición, me viene a la cabeza, la continua y expresa imposición de colocar un símbolo, como la bandera española, en todas las instituciones vascas. El hecho de colocar una bandera española en Euskal Herria, trae consigo mucha controversia, y cuanto menos, enormes problemas y disturbios, que siendo objetivos, no hacen más que dificultar la convivencia de todos nosotros.
Si el hecho de colocar un símbolo o una bandera hace dividir a sus habitantes, dificulta la convivencia, y es símbolo para muchas personas de una importante provocación, ¿Por qué nos dedicamos a hacer continuamente este tipo de acciones?
Aquí viene una conclusión personal. Frente a la mayoría de personas que viven en Euskal Herria y que no están de acuerdo con ver todos los días ondear una bandera española, cuando asoman al balcón, o simplemente entienden que esta obsesión por colocarla, carece de sentido y coherencia, se erige una vez mas la imposición.
¿Quién impone? Impone quien no es capaz de hacer las cosas mediante métodos democráticos y consensuados. La imposición la ejerce quien tiene el poder, pero no la razón, quien gobierna, pero no cuenta con el apoyo de sus ciudadanos. El termino “imposición” denota claramente un significado, que no debería tener cabida en la llamada democracia.
Por otra parte, estando tan de moda las consultas populares, y entiéndanme la ironía, ¿Por qué no realizamos una consulta entre la ciudadanía vasca, para ver si desean que la bandera española este en lugares como el Parlamento Vasco, la Sede oficial de la Ertzaintza (policía vasca), los Juzgados, y cada Ayuntamiento?.
Aquellos que imponen un trozo de tela tricolor ondeando en las fachadas de nuestros edificios, lo hacen porque saben que es la única vía posible para que la presencia de los mismos se vuelva realidad. La realidad al servicio de las manipulaciones políticas una vez más, al servicio de la imposición.