Ya estamos en 2016, ha entrado un nuevo año lleno de esperanza y alegría. Quizás los minutos previos al fin de año habrás estado experimentando con algún que otro ritual mágico que atraiga la buena suerte, o simplemente habrás acudido a ese tópico de “que lo malo se lo quede el año viejo”.
Es curioso observar cómo interpretamos las causas de todo lo que nos sucede en nuestro día a día. En algunas ocasiones pensamos que somos los únicos responsables de todo lo malo que nos pasa, en otras, sin embargo, actuamos como si lanzásemos balones fuera pensando que los demás interfieren en mi mundo, ayudándome en ocasiones y perjudicando en otras. O por último, acudimos al pensamiento mágico entendiendo que la suerte nos ha abandonado.
Según Heider, que acuñó el concepto psicológico de la atribución, tendemos a pensar que somos los únicos responsables de todas las cosas malas que nos suceden, es decir, nos atribuimos internamente todo lo que nos pasa y por eso asumimos el peso de toda la responsabilidad ante tales situaciones. El pensar que somos los responsables de todo lo que ocurre a nuestro alrededor es importante siempre que nos suceden cosas buenas, pero en momentos malos de nuestra vida, el sentirnos el único artífice de lo que nos pasa, puede traernos inconvenientes psicológicos influyendo en nuestro bienestar personal. En consecuencia, nos sentiremos mejor o peor según tendamos a atribuirnos internamente los elementos negativos, tanto si somos responsables de ellos como si no. De la misma manera las personas que realicen atribuciones internas de sus éxitos aumentarán su motivación, su autoestima se verá reforzada y, sobretodo, no dejará su vida supeditada a situaciones de azar o de rituales.
Por esa razón nuestros juicios erróneos, tanto internos como externos, influirán en la responsabilidad con la que vivimos nuestra vida y el grado en que entendemos que los demás van a influir en la misma. Sin duda alguna, vivir sintiéndote autor y actor de todo lo que te sucede implica cambiar tu visión sobre el mundo, pues ya no existen los errores sino la oportunidad de crecimiento. De esa forma te podrás plantear metas que respondan a tu potencial y desde ahí ser capaz de construirte, entendiendo que tu vida es un proceso de cambio y crecimiento constantes, donde las cosas no suceden por que sí o debido a designios mágicos, sino que tú eres el creador de tu vida y de tu potencialidad.