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Antonio Álvarez Rodrigo

Jesuli y su paso sin retorno

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Jesuli, jugador la temporada pasada del Tenerife, ha desatado el lazo que retenía la caja de los truenos. Se sabía que dentro de esa caja había truenos. Al igual que se sabía que en todas las categorías al final de cada temporada los maletines corren de un estadio a otro en busca de finiquitar lo que algunos equipos no han sabido ganar en nueve meses. Es "vox populi". Algo en lo que se cree pero que muy pocos han visto. Pero ahora Jesuli, el que menos tiene que perder en todo esto porque él, según dijo, cobró el dinero pero no jugó el partido – y por lo tanto no se dejó presuntamente perder- ha dado un paso que no tiene vuelta atrás.

Iñaki Badiola, presidente de la Real Sociedad, ha logrado un testimonio que demuestra una acción fraudulenta dentro del deporte. Independientemente de si Badiola puede o no ejercer a lo Sherlock Holmes, la palabras de ex jugador del Tenerife son un verdadero lingote de oro para Badiola. A partir de ahora, el Ministerio Fiscal tiene el asunto en sus manos. Tendrá que determinar si el Málaga pagó o no a los jugadores del Tenerife para dejarse perder en el último partido que disputaron ambos la temporada pasada, donde los costasoleños ganaron 2-1 y certificaron su ascenso a Primera.

Llegados a este punto hay que señalar dos conceptos dentro del misterioso mundo de las "primas a terceros". Por un lado está el incentivo que un club promete a unos jugadores de otro equipo para ganar a un tercero. En este caso, aunque se está adulterando ciertamente la competición puesto que se presupone que todos los futbolistas salen siempre a ganar, no es tan grave como el soborno. El pago a un futbolista para que se deje ganar es un grave deterioro del deporte, amén de un delito. Considero que para evitar suspicacias, los incentivos por ganar, también prohibidos, se deberían de legalizar, para así evitar esa aura de sospecha constante.

La única solución es que los propios futbolistas alcen la voz ante este tipo de situaciones. Pero claro, para que denunciar si ellos se llevan sus euros. Al final, como siempre, el más perjudicado es el aficionado que acude con toda su ilusión al campo para ver ganar a su equipo.

Jesuli y su paso sin retorno

Antonio Álvarez Rodrigo
Antonio Álvarez
viernes, 5 de diciembre de 2008, 11:06 h (CET)
Jesuli, jugador la temporada pasada del Tenerife, ha desatado el lazo que retenía la caja de los truenos. Se sabía que dentro de esa caja había truenos. Al igual que se sabía que en todas las categorías al final de cada temporada los maletines corren de un estadio a otro en busca de finiquitar lo que algunos equipos no han sabido ganar en nueve meses. Es "vox populi". Algo en lo que se cree pero que muy pocos han visto. Pero ahora Jesuli, el que menos tiene que perder en todo esto porque él, según dijo, cobró el dinero pero no jugó el partido – y por lo tanto no se dejó presuntamente perder- ha dado un paso que no tiene vuelta atrás.

Iñaki Badiola, presidente de la Real Sociedad, ha logrado un testimonio que demuestra una acción fraudulenta dentro del deporte. Independientemente de si Badiola puede o no ejercer a lo Sherlock Holmes, la palabras de ex jugador del Tenerife son un verdadero lingote de oro para Badiola. A partir de ahora, el Ministerio Fiscal tiene el asunto en sus manos. Tendrá que determinar si el Málaga pagó o no a los jugadores del Tenerife para dejarse perder en el último partido que disputaron ambos la temporada pasada, donde los costasoleños ganaron 2-1 y certificaron su ascenso a Primera.

Llegados a este punto hay que señalar dos conceptos dentro del misterioso mundo de las "primas a terceros". Por un lado está el incentivo que un club promete a unos jugadores de otro equipo para ganar a un tercero. En este caso, aunque se está adulterando ciertamente la competición puesto que se presupone que todos los futbolistas salen siempre a ganar, no es tan grave como el soborno. El pago a un futbolista para que se deje ganar es un grave deterioro del deporte, amén de un delito. Considero que para evitar suspicacias, los incentivos por ganar, también prohibidos, se deberían de legalizar, para así evitar esa aura de sospecha constante.

La única solución es que los propios futbolistas alcen la voz ante este tipo de situaciones. Pero claro, para que denunciar si ellos se llevan sus euros. Al final, como siempre, el más perjudicado es el aficionado que acude con toda su ilusión al campo para ver ganar a su equipo.

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