Las mayorías no siempre tienen razón. Basta fijarse en los cerca de seis millones de judíos asesinados en la Alemania nazi, para hacernos una idea de lo que intento explicar. Salvo ignominiosas excepciones, aquella barbarie ha quedado olvidada con el tiempo, porque me consta que todavía hoy hay quien se siente orgulloso de la diabólica idea que unió a todo un pueblo en contra de una minoría. Pocos a día de hoy como digo, dudan de que aquella bestialidad antisemita alcanzase la mínima legitimidad para tener razón de ser, y sin embargo se correspondía al parecer con la decisión tomada al unísono por una mayoría que se creía ungida por la divinidad, pero que en realidad fue objeto de una burda manipulación.
Eso mismo, es decir, una suerte de utilitarismo, no sé si mal entendido realmente, es lo que intenta vendernos Ciudadanos, el Partido Popular y alguna facción del Psoe, con la idea de que el resultado de las elecciones del 20-N -para ellos desconcertante- sólo puede repararse con un gran pacto de esos tres partidos, obviando al resto de formaciones que obtuvieron en diciembre representación. La decisión final no tiene porqué pasar necesariamente por un pacto exclusivo. Que si así sucede porque la mayoría lo ha decidido así, pues bienvenido sea; pero que no nos vendan la moto de que indefectiblemente
Un verdadero gran pacto, pero sobre todo fidedigno, sería el que aglutinase a todos y cada uno de los partidos presentes en la cámara y no sólo a la casta -a la que, por cierto, no ha dudado en adherirse últimamente Ciudadanos, aun sin recibir invitación. Sólo así estaríamos hablando de un parlamento verdaderamente plural, en el que todas las ideologías y/o puntos de vista, tendrían la misma o parecida importancia y capacidad para cambiar las cosas en pos de la comunidad y no sólo para una parte. Si estuviese en mi mano, yo no dejaría perder la oportunidad.