De todos es sabido que la ley debe ser igual para la ciudadanía. Por eso, tras la agresión recibida por Mariano Rajoy en Pontevedra, el todavía presidente debe efectuar la correspondiente denuncia; es más, está obligado a ello. Y si no lo ha hecho está sentando un mal precedente. En el futuro, cuando se requiera a la ciudadanía determinado tipo de colaboraciones, no tendremos más remedio que hacerle la peineta, que es lo que él nos ha hecho a todos, tomándonos por estúpidos e ignorantes. Si Mariano piensa que está por encima del bien y del mal es que ya empieza a parecerse a los socialistas del PSOE y, particularmente, a los de Andalucía. Y está muy cerca de muchos personajes de esta Cataluña que se ha convertido en el juego de todos contra todos y en la ruina del contribuyente.
Si Rajoy no denuncia la agresión del muchacho, la ciudadanía tampoco está obligada a colaborar, por ejemplo, con las Fuerzas Armadas ni con la Judicatura ni con el propio Gobierno. Se habrán definido dos mundos donde nadie colabora con nadie y cada cual anda a su ritmo y a su antojo. Es un muy mal precedente. El divorcio entre el Gobierno y la ciudadanía es lo peor que puede suceder en un pueblo que anhela salir definitivamente de la crisis y caminar en paz, tras la amenaza del mundo podemita y el espejo de esa Venezuela bolivariana convertida en ruina y desolación. Si Rajoy quiere ser diferente, ese experimento debe hacerlo en casa y con gaseosa; solía decir Malaparte que nadie perdona a quien quiere ser diferente a los demás.
Vamos con otro ejemplo. Si el presidente no denuncia el atentado de Pontevedra, cuando un terrorista atente contra un personaje público habrá que mirar para otro lado y no colaborar. ¡Cuántas veces, señor Rajoy, el triunfo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han tenido su origen en la colaboración entre las partes! Si el presidente no cumple la ley, la ciudadanía no está obligada a la reiterada “colaboración ciudadana” que tantas veces se pide desde instancias diversas.
Rajoy demostraría así un inusual incivismo y un evidente incumplimiento de la ley. En su día, ante atentados semejantes, Berlusconi lo denunció y también su partido, al igual que lo hizo Sarkozy y su partido. ¡Tome ejemplo, Mariano, que hay muchos precedentes! Claro que, a decir verdad, y como ha dicho la izquierda más radical e interesada, si el muchacho es familiar suyo o de su esposa, si es hijo de gente muy cercana a Rajoy,…. ¿A ver si va a ser un ajuste de cuentas y estamos perdiendo todos el tiempo?
El muchacho gallego del atentado ha demostrado una radicalización y una falta de educación sin precedentes, así como sus educadores –los de casa y los del colegio-- han demostrado una falta de tacto y mano izquierda inusual. Hay padres y educadores que no saben ser padres ni educadores y así les cubre el pelo: acaban pagando con creces sus errores pasados. Aquí tenemos un ejemplo claro de cómo la educación pasa por alto en muchas ocasiones y no surte el efecto deseado. A nadie debe sorprender lo que decía R. Tagore: “No hay cosa más difícil de soportar que la fe ciega del estúpido”.