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El Santuario de Delfos

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En estas fechas proliferan en los medios de comunicación un sinfín de analistas y opinadores que ejerciendo de auténticos adivinos, efectúan pronósticos sobre todo tipo de materias. Y como queda constatado que año tras año nos apasiona este juego y adentrarnos en el enigmático mundo de la profecía, ¿por qué no trazamos un breve bosquejo acerca del centro oracular por excelencia?... Hablamos, por supuesto, del celebérrimo y pretérito santuario de Apolo en Delfos.

En primer lugar habría que señalar, siento defraudar al lector, que los oráculos griegos no hacían predicciones de futuro. Las respuestas que emitían eran realmente prescripciones de rituales, como ordenar sacrificios o regular algún tipo de ofrenda o procesión. También es importante subrayar que el oráculo de Delfos no era el único punto destacado de adivinación en Grecia. En este sentido, encontramos el testimonio del propio Heródoto que llega a mencionar hasta 18 espacios de este tipo. Las fuentes resaltan la relevancia por ejemplo, de Dódona, cuyos sacerdotes interpretaban el sentir de los dioses a través del ruido producido por las encinas al ser agitadas por el viento.

Este tipo de santuarios eran vastos complejos arquitectónicos con gimnasios, teatros, templos, o salas de reunión. Eran masivamente visitados en fechas festivas, verificándose notables competiciones, concursos y juegos. Y aunque estos centros eran teóricamente autónomos, los estados más poderosos disputarían su control a lo largo de su existencia (recordemos las “Guerras sagradas” por el control de Delfos en el siglo IV a. C.).

Pero no hay duda, que el más prestigioso de todo ellos era Delfos. Allí acudirán no solamente embajadas de las distintas ciudades griegas, sino que congregaría igualmente a un buen número de reyes asiáticos y faraones egipcios. No podríamos explicar la colonización o las fundaciones griegas a lo largo y ancho del Mediterráneo, si no es por Delfos. Estas empresas no se llevaban a cabo si antes no se había consultado el oráculo de Delfos.

La persona que “entraba en contacto” con el dios era la “Pitia”. Se trataba de una mujer virgen, poco culta y originaria de esta zona central de Grecia que pronosticaba en época Arcaica únicamente una vez al año, no obstante debido a la fama que alcanzó, en época Clásica las consultas serían mensuales. La “Pitia” era auxiliada por dos sacerdotisas, pues al ser “invadida” por el dios Apolo, ésta caía exhausta y debía ser sustituida. Los consultantes debían someterse a una serie de rituales, además del pertinente pago de dinero, antes de acceder a la consulta.

La tradición mostraba a la Pitia sentada en una especie de banqueta con tres patas ubicada por debajo del nivel de la superficie (1 metro aproximadamente), sobre una grieta abierta por el que emanaba “vapor divino”. Curiosamente la respuesta no se escuchaba directamente, ésta era escuchada por un cuerpo sacerdotal que inmediatamente la redactaba por escrito, pudiendo hacer las modificaciones que creyese oportuno.

¿Os ha parecido interesante? ¿Cuánto dinero creéis que pagarían hoy en día las cadenas de televisión por “participar” en este espectáculo? Y la “Pitia”, ¿cuánto cobraría por ofrecer una exclusiva?... Seguro que tendría mucho que contar.

El Santuario de Delfos

Juan López Benito
domingo, 3 de enero de 2016, 23:18 h (CET)
En estas fechas proliferan en los medios de comunicación un sinfín de analistas y opinadores que ejerciendo de auténticos adivinos, efectúan pronósticos sobre todo tipo de materias. Y como queda constatado que año tras año nos apasiona este juego y adentrarnos en el enigmático mundo de la profecía, ¿por qué no trazamos un breve bosquejo acerca del centro oracular por excelencia?... Hablamos, por supuesto, del celebérrimo y pretérito santuario de Apolo en Delfos.

En primer lugar habría que señalar, siento defraudar al lector, que los oráculos griegos no hacían predicciones de futuro. Las respuestas que emitían eran realmente prescripciones de rituales, como ordenar sacrificios o regular algún tipo de ofrenda o procesión. También es importante subrayar que el oráculo de Delfos no era el único punto destacado de adivinación en Grecia. En este sentido, encontramos el testimonio del propio Heródoto que llega a mencionar hasta 18 espacios de este tipo. Las fuentes resaltan la relevancia por ejemplo, de Dódona, cuyos sacerdotes interpretaban el sentir de los dioses a través del ruido producido por las encinas al ser agitadas por el viento.

Este tipo de santuarios eran vastos complejos arquitectónicos con gimnasios, teatros, templos, o salas de reunión. Eran masivamente visitados en fechas festivas, verificándose notables competiciones, concursos y juegos. Y aunque estos centros eran teóricamente autónomos, los estados más poderosos disputarían su control a lo largo de su existencia (recordemos las “Guerras sagradas” por el control de Delfos en el siglo IV a. C.).

Pero no hay duda, que el más prestigioso de todo ellos era Delfos. Allí acudirán no solamente embajadas de las distintas ciudades griegas, sino que congregaría igualmente a un buen número de reyes asiáticos y faraones egipcios. No podríamos explicar la colonización o las fundaciones griegas a lo largo y ancho del Mediterráneo, si no es por Delfos. Estas empresas no se llevaban a cabo si antes no se había consultado el oráculo de Delfos.

La persona que “entraba en contacto” con el dios era la “Pitia”. Se trataba de una mujer virgen, poco culta y originaria de esta zona central de Grecia que pronosticaba en época Arcaica únicamente una vez al año, no obstante debido a la fama que alcanzó, en época Clásica las consultas serían mensuales. La “Pitia” era auxiliada por dos sacerdotisas, pues al ser “invadida” por el dios Apolo, ésta caía exhausta y debía ser sustituida. Los consultantes debían someterse a una serie de rituales, además del pertinente pago de dinero, antes de acceder a la consulta.

La tradición mostraba a la Pitia sentada en una especie de banqueta con tres patas ubicada por debajo del nivel de la superficie (1 metro aproximadamente), sobre una grieta abierta por el que emanaba “vapor divino”. Curiosamente la respuesta no se escuchaba directamente, ésta era escuchada por un cuerpo sacerdotal que inmediatamente la redactaba por escrito, pudiendo hacer las modificaciones que creyese oportuno.

¿Os ha parecido interesante? ¿Cuánto dinero creéis que pagarían hoy en día las cadenas de televisión por “participar” en este espectáculo? Y la “Pitia”, ¿cuánto cobraría por ofrecer una exclusiva?... Seguro que tendría mucho que contar.

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