Somos muy pretenciosos. A cualquiera que le preguntemos, contestará socarrón, dejadnos de paparruchas; ya tenemos suficiente con la brega diaria frente a las acuciantes presiones sufridas. Lejos de un adorno navideño momentáneo, eso de las estrellas queda muy lejano. Pretenderán convencernos de su INTELIGENCIA moderna adscrita a las percepciones concretas; aunque de tan concretas, atisbemos que pueden haber perdido su mismo sentido completo como personas. ¡Qué relación van a tener las estrellas con las actuaciones de las personas!
Si hay o no algún estudio prospectivo al respecto, estadísticas concretas, no lo sé; aunque la intuición me lleva a la interpretación siguiente desde mis observaciones; muchas personas mantienen la adquisición de conocimientos en dependencia casi total con los TITULARES editados por los medios informativos. El resto, el cuerpo de la noticia, los deja indiferentes. La calidad del titular correspondiente, su carácter equívoco, el cinismo implícito en su configuración o sus rasgos perversos, salpican a los mencionados receptores preferentes. Sin filtrados ni reflexiones mínimas, suelen alardear de bien informados, denostando lo demás como supersticiones; asentados ellos en sus pedestales cimentados con materiales quebradizos.
Otro de los focos estelares con una enorme capacidad de atracción, gira alrededor de las imágenes y de las ALGARADAS televisivas; el bullicio chocante copa las parrillas de la programación, en una muestra de entretenimientos adsorbentes con jugosas cuotas de audiencia. Los mensajes subliminales juegan fuerte en dichas manifestaciones. Utilizan el morbo, abierto a múltiples variantes, desde la sorpresa a la intriga, con el escándalo o las provocaciones; añadiendo una presencia inusitada de expertos desvaídos, bien por sus experiencias defectuosas, bien por sus servidumbres sectarias de bajo nivel intelectual. La abundancia de seguidores no garantiza la luz de la movida; las concurrencias nutridas no elevan la calidad que requeriríamos.
El otro día, una vez más, levanté la ceja al escuchar el precio pagado por la pintura de Modigliani “La mujer desnuda”. Sobre la sempiterna polémica del concepto de arte; coto cerrado o abierto, perceptible por los observadores atentos, valía centrada en los tecnicismos enrevesados y muchos otros etcéteras; estamos abocados a la valoración personal, subjetiva, en solitario, de cara a una obra concreta. Y esto por la tremenda escasez de buenos críticos. ¿Dónde encontrarlos en ese mundillo revuelto? Aunque, el MERCADO está erigido como el patriarca rutilante con sus criterios; marca tendencias y por desgracia revuelve también las mentes críticas. Una auténtica prepotencia dineraria aleja mejores cualidades.
En cualquier acto de los presentados por los informativos, veremos con facilidad el otro grupo de personajillos, seguidores de supuestas luces estelares con muy deficiente estilo, reflejando sus lamentables formas de pensar. Hablo de los ADULADORES serviles. Da lo mismo una presentación de candidatos, una reunión del consejo de administración, u otras escenas de jerarquías y acompañantes. Quienes de manera obsecuente afirman con la cabeza cualquier afirmación del ponente principal, le proponen el paso adelante para recibir los aplausos, las sonrisas son blandengues, le acercan sillas y micrófonos; demuestran su exceso revelador. Proliferan las gracias artificiosas en busca de mejores luces. ¿Lo conseguirán?
Con la práctica ratificamos la lejanía de las estrellas, tampoco nos esforzamos e demasía para descubrir sus cualidades o disfrutarlas en lo posible. Ni en sentido figurado como imagen retadora. De tan rutinarios, ni las consideradas como FUGACES nos influyen, evitamos caer en sus fuegos, eso es cierto; mientras la ausencia de compromiso origina una planicie existencial. A nivel humano notamos esa falta de calor en la frialdad de las relaciones, en aspiraciones de poco fuste, conformados con sustitutivos facilones que nos entretienen en las mediocridades cotidianas. Destaca la fugacidad de las personas en ámbitos intrascendentes.
La imaginación es una cualidad imprescindible para soslayar los obstáculos del momento; a nuevas dificultades, precisamos de la suficiente inventiva para no permanecer atascados. Por lo tanto, la FANTASÍA abre vías importantes para el progreso humano. No obstante, las cualidades disponibles son polivalentes, conjugan las ventajas con inconvenientes, en dependencia del uso que hagamos de ellas. La cuota de libertad personal es capaz de provocar desviaciones estimables, como otras de consecuencias repugnantes; de ahí la relevancia de las decisiones adoptadas, el para qué, el cómo, medios empleados, etc.
Incluso el faro de la RELIGIÓN servirá de poco si no acertamos en cada respuesta a las disyuntivas. De manera especial, cuando la implicación personal en el sentimiento espiritual, desaparece para acatar dictámenes ajenos. Por muy jerarquizadas que fueran estas, ese desfase transfiguró el sentimiento original. Entramos en colectivismos distantes del primitivo sentido religioso. El asunto aumenta en tergiversación cuando asoman los códigos rígidos, dogmáticos; progresivamente desconectados de las posiciones personales intransferibles. Estaríamos ante una estrella falseada al dejar a los sujetos en segundo término, con derivaciones indeseables sin responsables directos.
Somos testigos de numerosas declaraciones INCONGRUENTES, manifiestan unas expresiones altisonantes, mientras los comportamientos van por caminos poco relacionados con ellas. Es natural. La realidad pone sus condiciones. Los deseos pretenden ir por libre, enajenados si los dejamos sin control. La divergencia de criterios está servida. Siria, Venezuela, Andalucía, Cataluña, o el conjunto de vecinos de un portal, sirven de ejemplos clarificadores.
Una vez oteado el panorama de luces y sombras extendido por todo el mundo, sobre todo, los más cercanos a cada individuo; la estrella principal emerge desde dentro de la MENTALIDAD propia. Por eso, aunque las luminarias exteriores sean potentes, junto a las respuestas contundentes, veremos actitudes indiferentes y hasta contrarias. Una clave importante radica en la dirección del foco de luz propio. ¿hacia dónde lo dirigimos? ¿Qué buscamos? ¿Lo hacemos con la sensatez de apreciar en lo que vale la compañia de los demás seres humanos? ¿Somos coherentes en la coordinación de las múltiples actividades?
Acuciados por el atolondramiento diario, quizá convengamos en la necesidad de LEVANTAR la MIRADA en alguna ocasión, aunque sólo sea para liberarnos de ese torbellino mundano atosigante. Al menos, ese servicio pueden ofrecernos las estrellas, abrirnos los ojos hacia los múltiples horizontes del Universo. La pequeñez de la percepción propia ligada a las dimensiones estratosféricas puede abrirnos los ojos, o conducirnos a la renuncia de esa consideración de las lejanías, recluyéndonos en la pequeñez superficial. Porque tampoco solemos profundizar en lo minúsculo, de largos recorridos hasta fondos inescrutables. También en estas actitudes, la ambigüedad de las conclusiones sacadas por cada uno tendrá sus implicaciones. ¡Quién sabe!