Cuando hace unas semanas Nadal confirmaba a los medios, su no presencia en la final de la Copa Davis, toda España se echó a temblar y matemáticamente Argentina se confirmaba como firme favorito para conseguir su primera ensaladera. Del Potro y Nalbandian asustaban más que un Ferrer en mal estado y la inseguridad de los irregulares Feliciano y Verdasco.
Pero ellos no perdieron la esperanza. Llegó el día clave, y Ferrer fue un muñeco en manos de un gran Nalbandian, mientras que Feliciano derrotaba a un insaciable Del Potro, que por abarcar mucho, se quedó sin nada, tras forzar en el Masters de Shangai y llegar lesionado a la Davis.
Y ese punto le dio la vida al combinado español. Al día siguiente, Feliciano y Verdasco asaltaban el dobles, con la sorprendente presencia de Nalbandian, que se había hecho de la situación Argentina para acabar como héroe o como villano. Los españoles le convirtieron en esto último, llevando a nuestra selección al último día con un 1-2 favorable, y con un partido en el que no estaría Del Potro por lesión.
La sueño se convertía cada vez más en realidad, y Verdasco fue el elegido para acabar con un Acasuso que no estuvo a la altura de la final. El partido se alargó más de lo necesario, pero la tercera ensaladera llegaba a España contra todo pronóstico, y con una dedicación expresa, para todos aquellos que no creyeron, porque el tenis español no es solo Nadal, pero mejor si está él en la pista.