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“En vez de reírnos de nosotros mismo, los catalanes nos estamos tomando demasiado en serio”

La maravillosa facultad de pensar

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Antes de que ocurra algo de lo que después tengamos que arrepentirnos, convendría reflexionar sobre la senda por la que se está encaminando Cataluña, a partir probablemente de la feroz actitud del proceso soberanista, justo cuando, curiosamente, se han destapado un sinnúmero de escándalos de corrupción, tanto del gobierno de la Generalitad como de su fundador, cantidad cuyo monto alcanza dígitos astronómicas; o la situación de la sanidad que, menos mal que ya el gobierno de España creo haber las ya las facturas impagadas. Y lo verdaderamente insólito es que Cataluña pide al Gobierno central 2.300 millones de euros del fondo económico que queda por repartir, etcétera. Después de oír todo esto, pasmado, uno se pone las manos en la cabeza. Tanto como Eduardo Mendoza, en unas declaraciones a ABC: “En Cataluña tenemos los delincuentes que nos merecemos”. Y añade: “En vez de reírnos de nosotros mismos, los catalanes nos estamos tomando demasiado en serio”.

Puede ser. Pero en pos del sosiego y la responsabilidad, creo que se debe hacer una profunda reflexión en asuntos cuyo calado es de tal magnitud que, o entendemos que lo que está pasando es fruto de la alucinación de un mal sueño. O nos situamos en la realidad más cruda y así reconsiderar absurdos planteamientos que no se sostienen de ninguna manera. Porque cuando uno se entera de que lo que se pretende es de tratar asuntos cuyos portadores son ciudadanos anti-sistema, es mejor pensar que la vida se despierta con el primer rayo de luz y se inicia el claro y rutinario viaje de cada día, feliz, sabedores de que esa es la claridad que nunca debe faltar en los poderosos espacios de la mente. Ya que en la luz del pensamiento reposa la grandeza del hombre; o la maravillosa facultad de la razón, el discurrir, el entendimiento, de donde luego nacerá la ilusión, la esperanza, el amor. Solo falta ya la impetuosa fuerza del trabajo, fundamental para cuando se llevan a cabo proyectos a los que luego se les dará forma con la fuerza del cuerpo y el misterio de la inteligencia.

De las facultades del ser humano ya dijo algo Hegel: “Todo es pensamiento y nada hay fuera del pensamiento; las cosas son las que son pensadas; las formas subjetivas del conocimiento son también formas objetivas de la realidad”. De donde se deduce que lo subjetivo puede también convertirse en objetivo; ¡magnífico! Solo que en lo relacionado con la razón, no existe el mismo acuerdo entre los filósofos. Por ejemplo, George Bernad dice “La razón esclaviza a todos los que no son bastante fuertes para dominarla”, en tanto que Platón es más contundente en su teoría: “La razón es la facultad soberana del alma, la fuente de todo conocimiento, el principio determinativo de toda acción humana”. En fin.

Pero todo cuanto decía más arriba, yo entiendo que este quizás no sea el mejor de los momentos. Sé que he escrito un complicado baturrillo, poco idóneo para este momento y poco apropiado también para España y Cataluña. Aunque no olvidemos la situación en que se halla el presidente Artur Mas, la difícil situación de los partidos y el empecinamiento independentistas de estos y de un gran sector de la población catalana. Pero en fin, las cosas están como están. Ah, y las elecciones del 20-D. Donde tres partidos mayoritarios andan pisándose los talones. En fin, ya veremos.

Y termino. Pero para quitarle peso a esta carga, hechos los pesos de hierro corrosivo, pienso que Confucio puede poner un soplo de aire fresco a este acalorado asunto: “No todas las personas pueden ser ilustres, pero todas pueden ser buenas”.

La maravillosa facultad de pensar

“En vez de reírnos de nosotros mismo, los catalanes nos estamos tomando demasiado en serio”
Manuel Senra
domingo, 27 de diciembre de 2015, 08:23 h (CET)
Antes de que ocurra algo de lo que después tengamos que arrepentirnos, convendría reflexionar sobre la senda por la que se está encaminando Cataluña, a partir probablemente de la feroz actitud del proceso soberanista, justo cuando, curiosamente, se han destapado un sinnúmero de escándalos de corrupción, tanto del gobierno de la Generalitad como de su fundador, cantidad cuyo monto alcanza dígitos astronómicas; o la situación de la sanidad que, menos mal que ya el gobierno de España creo haber las ya las facturas impagadas. Y lo verdaderamente insólito es que Cataluña pide al Gobierno central 2.300 millones de euros del fondo económico que queda por repartir, etcétera. Después de oír todo esto, pasmado, uno se pone las manos en la cabeza. Tanto como Eduardo Mendoza, en unas declaraciones a ABC: “En Cataluña tenemos los delincuentes que nos merecemos”. Y añade: “En vez de reírnos de nosotros mismos, los catalanes nos estamos tomando demasiado en serio”.

Puede ser. Pero en pos del sosiego y la responsabilidad, creo que se debe hacer una profunda reflexión en asuntos cuyo calado es de tal magnitud que, o entendemos que lo que está pasando es fruto de la alucinación de un mal sueño. O nos situamos en la realidad más cruda y así reconsiderar absurdos planteamientos que no se sostienen de ninguna manera. Porque cuando uno se entera de que lo que se pretende es de tratar asuntos cuyos portadores son ciudadanos anti-sistema, es mejor pensar que la vida se despierta con el primer rayo de luz y se inicia el claro y rutinario viaje de cada día, feliz, sabedores de que esa es la claridad que nunca debe faltar en los poderosos espacios de la mente. Ya que en la luz del pensamiento reposa la grandeza del hombre; o la maravillosa facultad de la razón, el discurrir, el entendimiento, de donde luego nacerá la ilusión, la esperanza, el amor. Solo falta ya la impetuosa fuerza del trabajo, fundamental para cuando se llevan a cabo proyectos a los que luego se les dará forma con la fuerza del cuerpo y el misterio de la inteligencia.

De las facultades del ser humano ya dijo algo Hegel: “Todo es pensamiento y nada hay fuera del pensamiento; las cosas son las que son pensadas; las formas subjetivas del conocimiento son también formas objetivas de la realidad”. De donde se deduce que lo subjetivo puede también convertirse en objetivo; ¡magnífico! Solo que en lo relacionado con la razón, no existe el mismo acuerdo entre los filósofos. Por ejemplo, George Bernad dice “La razón esclaviza a todos los que no son bastante fuertes para dominarla”, en tanto que Platón es más contundente en su teoría: “La razón es la facultad soberana del alma, la fuente de todo conocimiento, el principio determinativo de toda acción humana”. En fin.

Pero todo cuanto decía más arriba, yo entiendo que este quizás no sea el mejor de los momentos. Sé que he escrito un complicado baturrillo, poco idóneo para este momento y poco apropiado también para España y Cataluña. Aunque no olvidemos la situación en que se halla el presidente Artur Mas, la difícil situación de los partidos y el empecinamiento independentistas de estos y de un gran sector de la población catalana. Pero en fin, las cosas están como están. Ah, y las elecciones del 20-D. Donde tres partidos mayoritarios andan pisándose los talones. En fin, ya veremos.

Y termino. Pero para quitarle peso a esta carga, hechos los pesos de hierro corrosivo, pienso que Confucio puede poner un soplo de aire fresco a este acalorado asunto: “No todas las personas pueden ser ilustres, pero todas pueden ser buenas”.

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