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Los optimistas adornan sus vidas con actividades que potencien la capacidad de experimentar el disfrute, rodeándose de personas que les ayuden a sobrellevar los malos momentos, que animen sus vidas.

El optimismo mejora la salud

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Según afirman la mayoría de los estudios realizados en personas que han padecido algún episodio de infarto, todas estas personas compartían un elemento en común, estamos hablando de un patrón de personalidad tipo A. El objetivo de estos estudios nos puede dirigir a encontrar las múltiples causas que pudieron causar sus distintos episodios de ataques al corazón.

Entre las variables que tuvieron en cuanta a la hora de realizar los estudios fueron las siguientes: el alcance de los daños al corazón, la presión arterial, el colesterol, la masa corporal e incluso el estilo de vida de todos los factores de riesgo tradicionales para la enfermedad cardiovascular. Pero además tuvieron en cuenta diferentes factores vitales que modulan la salud como son el trabajo, la familia, y las diferentes aficiones. Al mismo tiempo tomaron medidas de optimismo y pesimismo en su vida.

En estos estudios a lo largo del tiempo podemos observar que en aquellas personas que habían fallecido tras un segundo episodio de ataque al corazón no fue un buen predictor ante el mismo, ni la presión arterial, ni el colesterol, ni siquiera el daño causado por el primer ataque al corazón. Podemos afirmar que se repite fielmente es el optimismo. Aquellas personas con puntuaciones más bajas en optimismo tienen mayor probabilidad de sufrir ese segundo episodio de infarto.

A partir del año 1995 se han realizado diferentes estudios donde se ha observado que los participantes que mostraron una emoción positiva alta experimentaron menos enfermedades del corazón. En este estudio no se tomaron medidas de optimismo, por lo que no pudo determinar si la emoción positiva era causa o el optimismo con el que afrontaban su enfermedad, eran responsables de los resultados.

De la misma manera diferentes estudios realizados en Holanda sobre personas que manifestaban mayor optimismo en se observó una tendencia continua, donde las personas con medidas más altas en optimismo morían menos a lo largo de todo el estudio. Estos resultados muestran que el efecto es bidireccional, es decir, los optimistas mueren tiene una tasa de muerte inferior a la media, y los pesimistas con altos valores mueren a una tasa superior a la media.

Como observamos los diferentes estudios muestran que existe una relación entre el optimismo y la mejora en las enfermedades cardiovasculares, parece que las personas más optimistas se enfrentan mejor a la hora de reducir el impacto de los factores de riesgo tradicionales como la obesidad, el tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, el colesterol alto e hipertensión. Pero además se observa que disminuyen la influencia de otros factores secundarios que aparecen en el momento se sobrellevar una enfermedad de este tipo, como la depresión, el estrés percibido, y la vivencia de más cantidad de emociones positivas. Como vemos incluso el nivel de optimismo influye en la manera de afrontar la enfermedad, a mayor optimismo mejor pronostico en la enfermedad.

Por lo tanto, parece que las personas más optimistas afrontan con mayor estabilidad y mantienen estilos de vida más saludables. Los optimistas creen que lo que hacen es relevante para sus vidas, mientras que los pesimistas por el contrario piensan y sienten que se sienten más indefensos y que por ende no pueden hacer nada ante la situación que están viviendo. Lo que hace que los optimistas se ocupen de su situación de salud con mayor rapidez.

En la misma línea, se ha encontrado que las personas con una alta satisfacción con la vida (que se correlaciona altamente con optimismo) son más propensas a mantener una dieta, dejar de fumar, a hacer ejercicio físico con regularidad y que por el contrarios aquellas personas con menor satisfacción con la vida no son tan constantes a la hora de controlar los factores que mejoran su situación de salud.

Los optimistas por esa razón no solo siguen el consejo médico con mayor rapidez, sino que también toman las medidas necesarias para así evitar los problemas que pudieran acarrearles dicha enfermedad, mientras que los pesimistas son pasivos, y se abandonan a factores como la suerte o los milagros.

Pero además, poseen la capacidad y habilidad de rodearse de personas que les ayuden a sobrellevar los malos momentos, que animen sus vidas, y se vinculan a grupos de ayuda, colectivos, etc. que potencian su bienestar y en la misma línea su situación de salud.

Para terminar, parece que aparte de los diferentes cambios físicos a realizar en nuestras vidas, así como la toma de los diferentes tratamientos que nos receten los especialistas sobre las diferentes afecciones, deberíamos de potenciar en las personas enfermas el optimismo con el que afrontan la situación por la que están viviendo, ya que se encuentran resultados positivos en diferentes ámbitos de la salud física.

El optimismo mejora la salud

Los optimistas adornan sus vidas con actividades que potencien la capacidad de experimentar el disfrute, rodeándose de personas que les ayuden a sobrellevar los malos momentos, que animen sus vidas.
José J. Rivero
sábado, 19 de diciembre de 2015, 23:31 h (CET)
Según afirman la mayoría de los estudios realizados en personas que han padecido algún episodio de infarto, todas estas personas compartían un elemento en común, estamos hablando de un patrón de personalidad tipo A. El objetivo de estos estudios nos puede dirigir a encontrar las múltiples causas que pudieron causar sus distintos episodios de ataques al corazón.

Entre las variables que tuvieron en cuanta a la hora de realizar los estudios fueron las siguientes: el alcance de los daños al corazón, la presión arterial, el colesterol, la masa corporal e incluso el estilo de vida de todos los factores de riesgo tradicionales para la enfermedad cardiovascular. Pero además tuvieron en cuenta diferentes factores vitales que modulan la salud como son el trabajo, la familia, y las diferentes aficiones. Al mismo tiempo tomaron medidas de optimismo y pesimismo en su vida.

En estos estudios a lo largo del tiempo podemos observar que en aquellas personas que habían fallecido tras un segundo episodio de ataque al corazón no fue un buen predictor ante el mismo, ni la presión arterial, ni el colesterol, ni siquiera el daño causado por el primer ataque al corazón. Podemos afirmar que se repite fielmente es el optimismo. Aquellas personas con puntuaciones más bajas en optimismo tienen mayor probabilidad de sufrir ese segundo episodio de infarto.

A partir del año 1995 se han realizado diferentes estudios donde se ha observado que los participantes que mostraron una emoción positiva alta experimentaron menos enfermedades del corazón. En este estudio no se tomaron medidas de optimismo, por lo que no pudo determinar si la emoción positiva era causa o el optimismo con el que afrontaban su enfermedad, eran responsables de los resultados.

De la misma manera diferentes estudios realizados en Holanda sobre personas que manifestaban mayor optimismo en se observó una tendencia continua, donde las personas con medidas más altas en optimismo morían menos a lo largo de todo el estudio. Estos resultados muestran que el efecto es bidireccional, es decir, los optimistas mueren tiene una tasa de muerte inferior a la media, y los pesimistas con altos valores mueren a una tasa superior a la media.

Como observamos los diferentes estudios muestran que existe una relación entre el optimismo y la mejora en las enfermedades cardiovasculares, parece que las personas más optimistas se enfrentan mejor a la hora de reducir el impacto de los factores de riesgo tradicionales como la obesidad, el tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, el colesterol alto e hipertensión. Pero además se observa que disminuyen la influencia de otros factores secundarios que aparecen en el momento se sobrellevar una enfermedad de este tipo, como la depresión, el estrés percibido, y la vivencia de más cantidad de emociones positivas. Como vemos incluso el nivel de optimismo influye en la manera de afrontar la enfermedad, a mayor optimismo mejor pronostico en la enfermedad.

Por lo tanto, parece que las personas más optimistas afrontan con mayor estabilidad y mantienen estilos de vida más saludables. Los optimistas creen que lo que hacen es relevante para sus vidas, mientras que los pesimistas por el contrario piensan y sienten que se sienten más indefensos y que por ende no pueden hacer nada ante la situación que están viviendo. Lo que hace que los optimistas se ocupen de su situación de salud con mayor rapidez.

En la misma línea, se ha encontrado que las personas con una alta satisfacción con la vida (que se correlaciona altamente con optimismo) son más propensas a mantener una dieta, dejar de fumar, a hacer ejercicio físico con regularidad y que por el contrarios aquellas personas con menor satisfacción con la vida no son tan constantes a la hora de controlar los factores que mejoran su situación de salud.

Los optimistas por esa razón no solo siguen el consejo médico con mayor rapidez, sino que también toman las medidas necesarias para así evitar los problemas que pudieran acarrearles dicha enfermedad, mientras que los pesimistas son pasivos, y se abandonan a factores como la suerte o los milagros.

Pero además, poseen la capacidad y habilidad de rodearse de personas que les ayuden a sobrellevar los malos momentos, que animen sus vidas, y se vinculan a grupos de ayuda, colectivos, etc. que potencian su bienestar y en la misma línea su situación de salud.

Para terminar, parece que aparte de los diferentes cambios físicos a realizar en nuestras vidas, así como la toma de los diferentes tratamientos que nos receten los especialistas sobre las diferentes afecciones, deberíamos de potenciar en las personas enfermas el optimismo con el que afrontan la situación por la que están viviendo, ya que se encuentran resultados positivos en diferentes ámbitos de la salud física.

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