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Si Pedro Sánchez pretende regir el destino de los españoles debe de comenzar por tener educación

¿El futuro presidente del Gobierno español?

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La cortesía y las buenas formas deben de presidir cualquier conversación entre dos personas, a no ser que se trate de una pelea entre perdularios y gente de baja estofa.

Las normas más elementales de urbanidad requieren que cuando un semejante esté hablando con otro, éste lo escuche, lo deje terminar, y a continuación esgrima sus argumentos que refuten las manifestaciones que el contrincante ha expresado.

Si esa polémica, es moderada y regulada por una tercera persona a la que podríamos llamar el árbitro de la disputa y ésta consiente en que haya interrupciones constantes a lo que expone el oponente, ella es la responsable de que la confrontación de ideas, con entorpecimientos constantes, se convierta en una pelea tabernaria.

Ese fue el espectáculo que brindaron el día del debate Pedro Sánchez, Mariano Rajoy y el moderador Manuel Campos Vidal que estuvo como convidado de piedra sin un adarme de bien hacer, cuando no se puso en su sitio y dejó que el tan esperado Cara a Cara, se convirtiese en el plató de Sálvame. Ambos, Pedro Sánchez y Campos Vidal se pueden sentir muy orgullosos de brindar a los espectadores un vodevil de grosería y mala educación.

Usando un lenguaje taurino podemos calificar a Pedro Sánchez como a un miura que sólo sale a la arena para embestir, como lo hizo cada vez que Mariano Rajoy expresaba sus exposiciones. No escuchaba, agredía.

Pedro Sánchez no salió a debatir con cortesía y moderación, su presencia en el plató televisivo y lo que llevaba preparado en su ánimo era atacar sin contemplaciones, interrumpir, no permitirle el uso de la palabra a Mariano Rajoy, cosa en la que son muy duchos y están bien entrenados los Socialistas. Los argumentos que empleó eran vacuos, inanes y vacíos de contenido, pero con las continuas interrupciones no dejaba hablar al adversario.

No hizo propuestas dignas de tenerse en consideración. No habló de las cosas que verdaderamente nos interesan a los españoles, porque, cuando no se tiene razón se dan “razones” que sirven para ocultas la carencia de argumentos verdaderos y de peso con los que anular al contrario.

Sólo gesticulaba, insultaba, gritaba, y ya se sabe, quien grita se vale de sus exabruptos para enmascarar la carencia de argumentos. Tenemos un dicho que reza: “Quien más grita es el que menos razón tiene”. De eso dejó buena constancia Pedro Sánchez.

Repetía con machacona insistencia la corrupción del PP, por caso Bárcenas.

Yo cuando oigo a los Socialistas acusar a otro partido de corrupción no puedo nada mas que quedarme sorprendido y maravillado.

En España con Felipe González, la corrupción llegó a límites insospechados, pero para eso no tienen buena memoria los del PSOE y sólo saben acusar a los demás, cuando éste partido tiene abiertas, por ahora, 264 causas, frente a las 200 del PP, y la penúltima investigación que acaban de hacerle es también por unos EREs fraudulentos en las minas de Huelva. ¡Vamos que de corrupción, el PSOE sabe un rato y debe hasta de callarse!

Llegó al colmo del desprecio a los españoles cuando le manifestó a Rajoy que a él no le importaba la realidad. ¿Quiere decir eso que considera una nadería tantos parados como tenemos, que no toma en consideración lo que no sólo las estadísticas sino también los gobernantes de otros estados manifiestan sobre la recuperación de España?

Si pretende llegar a ser Presidente del Gobierno y no le importa la realidad, ¿a qué se va a dedicar si lo consigue, a contar nubes como el inefable Zapatero?

¿Va a ser un gobernante al que se le de un adarme la situación de los españoles? ¿No va a intentar remediar los males que aún nos aquejan? ¿Entonces para qué quiere el poder?

Pero el colmo de la grosería y la mala educación llegó a su culmen cuando le dijo a Rajoy “usted no es una persona decente”, o lo que es lo mismo, Vd. es un indecente.

Esta palabra, según del DRAE tiene todas estas acepciones: Indecoroso, deshonesto, impúdico, inmoral, desvergonzado, vergonzoso, obsceno, procaz, grosero, improcedente, abusivo, desaprensivo, repugnante, asqueroso, humillante, vil, puerco, canalla.

Alguna de ellas entra de lleno en el terreno de la injuria, sin embargo, la pronunció a sabiendas de lo que decía.

He oído en varios medios de comunicación que, al pronunciar tal frase se bajó al barro. No señor. ¡No!, ¡ni mucho menos!, el barro es digno, tanto que según la Biblia, el Creador formó de él al primer hombre. El barro es tan noble que se emplea para la alfarería y la terracota.

Lo que hizo fue descender a un lodazal, a una charca de cieno, pues pretendiendo ensuciar a Rajoy, quien se emporcó fue él.

¿Y este hombre con esa repugnante carta de presentación y la campaña de insultos, agresiones, falacias y descalificaciones que esta haciendo, pretende ser el Presidente del Gobierno español?

Indudablemente con esta actitud alimenta las más bajas pasiones de sus seguidores que lo jalean y aplauden, pero las personas de bien, sensatas y con, al menos, una somera educación y saber estar. no las convence con estos comportamientos de discusión de taberna.

¿El futuro presidente del Gobierno español?

Si Pedro Sánchez pretende regir el destino de los españoles debe de comenzar por tener educación
Manuel Villegas
jueves, 17 de diciembre de 2015, 23:00 h (CET)
La cortesía y las buenas formas deben de presidir cualquier conversación entre dos personas, a no ser que se trate de una pelea entre perdularios y gente de baja estofa.

Las normas más elementales de urbanidad requieren que cuando un semejante esté hablando con otro, éste lo escuche, lo deje terminar, y a continuación esgrima sus argumentos que refuten las manifestaciones que el contrincante ha expresado.

Si esa polémica, es moderada y regulada por una tercera persona a la que podríamos llamar el árbitro de la disputa y ésta consiente en que haya interrupciones constantes a lo que expone el oponente, ella es la responsable de que la confrontación de ideas, con entorpecimientos constantes, se convierta en una pelea tabernaria.

Ese fue el espectáculo que brindaron el día del debate Pedro Sánchez, Mariano Rajoy y el moderador Manuel Campos Vidal que estuvo como convidado de piedra sin un adarme de bien hacer, cuando no se puso en su sitio y dejó que el tan esperado Cara a Cara, se convirtiese en el plató de Sálvame. Ambos, Pedro Sánchez y Campos Vidal se pueden sentir muy orgullosos de brindar a los espectadores un vodevil de grosería y mala educación.

Usando un lenguaje taurino podemos calificar a Pedro Sánchez como a un miura que sólo sale a la arena para embestir, como lo hizo cada vez que Mariano Rajoy expresaba sus exposiciones. No escuchaba, agredía.

Pedro Sánchez no salió a debatir con cortesía y moderación, su presencia en el plató televisivo y lo que llevaba preparado en su ánimo era atacar sin contemplaciones, interrumpir, no permitirle el uso de la palabra a Mariano Rajoy, cosa en la que son muy duchos y están bien entrenados los Socialistas. Los argumentos que empleó eran vacuos, inanes y vacíos de contenido, pero con las continuas interrupciones no dejaba hablar al adversario.

No hizo propuestas dignas de tenerse en consideración. No habló de las cosas que verdaderamente nos interesan a los españoles, porque, cuando no se tiene razón se dan “razones” que sirven para ocultas la carencia de argumentos verdaderos y de peso con los que anular al contrario.

Sólo gesticulaba, insultaba, gritaba, y ya se sabe, quien grita se vale de sus exabruptos para enmascarar la carencia de argumentos. Tenemos un dicho que reza: “Quien más grita es el que menos razón tiene”. De eso dejó buena constancia Pedro Sánchez.

Repetía con machacona insistencia la corrupción del PP, por caso Bárcenas.

Yo cuando oigo a los Socialistas acusar a otro partido de corrupción no puedo nada mas que quedarme sorprendido y maravillado.

En España con Felipe González, la corrupción llegó a límites insospechados, pero para eso no tienen buena memoria los del PSOE y sólo saben acusar a los demás, cuando éste partido tiene abiertas, por ahora, 264 causas, frente a las 200 del PP, y la penúltima investigación que acaban de hacerle es también por unos EREs fraudulentos en las minas de Huelva. ¡Vamos que de corrupción, el PSOE sabe un rato y debe hasta de callarse!

Llegó al colmo del desprecio a los españoles cuando le manifestó a Rajoy que a él no le importaba la realidad. ¿Quiere decir eso que considera una nadería tantos parados como tenemos, que no toma en consideración lo que no sólo las estadísticas sino también los gobernantes de otros estados manifiestan sobre la recuperación de España?

Si pretende llegar a ser Presidente del Gobierno y no le importa la realidad, ¿a qué se va a dedicar si lo consigue, a contar nubes como el inefable Zapatero?

¿Va a ser un gobernante al que se le de un adarme la situación de los españoles? ¿No va a intentar remediar los males que aún nos aquejan? ¿Entonces para qué quiere el poder?

Pero el colmo de la grosería y la mala educación llegó a su culmen cuando le dijo a Rajoy “usted no es una persona decente”, o lo que es lo mismo, Vd. es un indecente.

Esta palabra, según del DRAE tiene todas estas acepciones: Indecoroso, deshonesto, impúdico, inmoral, desvergonzado, vergonzoso, obsceno, procaz, grosero, improcedente, abusivo, desaprensivo, repugnante, asqueroso, humillante, vil, puerco, canalla.

Alguna de ellas entra de lleno en el terreno de la injuria, sin embargo, la pronunció a sabiendas de lo que decía.

He oído en varios medios de comunicación que, al pronunciar tal frase se bajó al barro. No señor. ¡No!, ¡ni mucho menos!, el barro es digno, tanto que según la Biblia, el Creador formó de él al primer hombre. El barro es tan noble que se emplea para la alfarería y la terracota.

Lo que hizo fue descender a un lodazal, a una charca de cieno, pues pretendiendo ensuciar a Rajoy, quien se emporcó fue él.

¿Y este hombre con esa repugnante carta de presentación y la campaña de insultos, agresiones, falacias y descalificaciones que esta haciendo, pretende ser el Presidente del Gobierno español?

Indudablemente con esta actitud alimenta las más bajas pasiones de sus seguidores que lo jalean y aplauden, pero las personas de bien, sensatas y con, al menos, una somera educación y saber estar. no las convence con estos comportamientos de discusión de taberna.

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