Como propósito de buenas intenciones, para este próximo año de 2016, hemos de hacer apostolado allí donde se esconde la escoria Más exasperante de humanidad. Una por una por una visitaremos las cuevas donde se reúnen los sinvergüenzas, ladrones, criminales y gente de mal vivir más despreciables.
Ya es hora de ir allí, donde nadie te espera, pero sabiendo que habita la gente honrada Gente a la que, contándole cosas hermosas, reverdezca la frondosidad del paisaje. Una intensa campaña, a dos bandas, por todo lo alto. Se espera que la autoridad saque su fuerza y su bien hacer, con hurones que husmeen en los escondites mafiosos más profundos de las ciudades. Única manera de acabar con esa infesta lacra de ladrones de guante blanco.
Sí. Erradicaremos de una vez ese no pequeño grupo de chupópteros, aparentemente invisibles, pero que exhiben lo que yo llamo refinado estilo vampirismo. Mala gente a los que tan solo les ronda por la cabeza el repugnante deseo de acabar con la escasa sangre de los anémicos, los ágrafos sin pan, los pobres, sin otro techo que el del cielo raso de siempre. Y luego, con cortafuegos, allí donde ante las devoradoras llamas son la arruina de los bosques.
Claro que lo peor de esa mala gente es que se conocen todos, y todos usan las mismas armas. Y buscan la misma estrategia final. Solo que nosotros lo haremos a modo de un sencillo y místico apostolado. Algo parecido a lo que hacía Robín Hood, aunque sin penetrar en los Bosques de Stherwood.
Pensando en todo esto, noto que los duelos de los pobres son los que más me duelen. Aunque tampoco olvido que los ricos son cada vez más los ricos y los pobres, más pobres. Hallando la diferencia solo en que muchos de aquellos roban, y estos no; ellos son personas honradas.
Sé bien que la siguiente necesidad será difícil de conseguir. Pero estoy convencido de que aumentará su número; me refiero a los jueces, que son los responsables de conseguir que cada uno pague el mal que ha hecho. Y si los jueces aceleran los procesos, respiraremos tranquilos, viendo a los ladrones entrando en la cárcel.
Es cierto que desde que el mundo es mundo siempre ha habido pobres y ricos. Y así seguirá siendo siempre. Pero nunca tantos. De modo que cuando reflexiono sobre esta tragedia social y sus culpables, no solo pienso en los ricos. También en los políticos corruptos. En los que se mueven cerca del dinero y del poder. Los de la mordida. Los que manejan, en definitiva, nuestro propio dinero.
Lo de impulsar un apostolado es pura metáfora. Son las autoridades las encargadas de erradicar este mal. Y no creo que sea tan difícil, sobre todo ahora que avecinan tiempos de alianzas políticas, siempre habrá más ojos que miren ese camino hacia dónde va el dinero. Revisando los marchamos de su calidad.