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La Navidad que está llegando será una farsa

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El pasado 19 de Noviembre, el Papa Francisco durante su homilía matutina en la residencia de Santa Marta lo dijo tal cual: «La Navidad que está llegando será una farsa». Más tarde la cadena Focus-TV ampliaba la noticia de la siguiente forma: «Ante los terribles atentados en Paris y las tragedias de las últimas semanas, el Papa Francisco dijo que no existen motivos para celebraciones aunque sea Navidad. En su discurso el Sumo Pontífice afirmó: “Todo se llenará de luces, árboles y belenes, pero todo será falso porque el mundo continuará en guerra. Todo esto es una farsa. El mundo no ha comprendido el camino de la paz. El mundo entero está en guerra, y las guerras dejan ruina, miles de niños sin educación y muertos inocentes, además de mucho dinero en los bolsillos de los traficantes de armas”. Según Radio Vaticano el Papa aún citó la frase de Jesús de Nazaret que podemos leer en la Biblia: “Nadie puede servir a dos señores, a Dios y al dinero”, y la guerra siempre es decidirse por la riqueza.

Si el papa critica a los traficantes y fabricantes de armas que se llenan los bolsillos con el derramamiento de sangre de víctimas inocentes, habría que preguntar: ¿Por qué no pide que los gobiernos y sus correspondientes partidos políticos, quienes se benefician de la venta de armas, dejen de considerarse «cristianos»?

Alemania es el cuarto país exportador de armas y España el séptimo, paises ambos en los que muchos políticos se consideran muy cercanos a la Iglesia, sin embargo el Papa no se pronuncia al respecto, ya que de hacerlo también tendría que reconocer que una gran parte de la increíble riqueza del Vaticano procede del botín de las guerras. Pensemos tan solo en el oro traído de Latinoamérica, que los conquistadores españoles robaron a sus legítimos dueños y con el que se embellecieron iglesias enteras. Por otra parte la Iglesia vaticana posee enormes riquezas en muchos países del mundo en concepto de propiedades inmobiliarias, terrenos y acciones en bolsa. ¿Por quién se ha decidido entonces el Vaticano, por Dios o por el dinero?

Sin embargo de la declaración del Papa no sorprende únicamente el término “farsa”, pues es algo que cada vez más personas comparten. Si nos detenemos a observar las numerosas costumbres navideñas, el bullicio en las calles y comercios, los abusos culinarios, los excesos de todo tipo y lo superficial que se muestra todo, ¿no deberíamos tal vez reflexionar sobre si todo esto que rodea a la Navidad no es realmente una farsa, aunque no se vea afectada por la sombra del terrorismo o de la guerra?

El Papa dice estar convencido de que este año no existen motivos para celebraciones aunque sea Navidad, ¿pero ha sido diferente en años pasados?, ¿Acaso los pavos, terneras, corderos, besugos, cigalas, langostas, gallinas, ovejas y el resto de animales que mueren a millones para acabar sobre la mesa como cena festiva tienen algo que celebrar? ¿Es así como se debe conmemorar a Jesús, el Cristo, quien nació entre animales porque fueron los únicos que le ofrecieron protección y calor? ¿O quizás tienen algo que celebrar los millones de árboles que se talarán para adornar los hogares y que se tirarán después a la basura nada más terminar la “bella” Navidad? Realmente todos estos motivos, por citar algunos, son más bien motivos de lamentación y no de celebración, pues la Navidad debería ser otra cosa. Si el Papa califica muy acertadamente todo este montaje navideño como farsa, ¿por qué no interviene para que realmente la Navidad sea la fiesta de la paz para todos, también para los animales y los arboles, la fiesta de la alegría interna, de la fraternidad entre todos los hombres, la fiesta de la unidad entre todos los pueblos y la fiesta del nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, quien vino a la Tierra por amor?

La Navidad que está llegando será una farsa

Vida Universal
miércoles, 16 de diciembre de 2015, 00:41 h (CET)
El pasado 19 de Noviembre, el Papa Francisco durante su homilía matutina en la residencia de Santa Marta lo dijo tal cual: «La Navidad que está llegando será una farsa». Más tarde la cadena Focus-TV ampliaba la noticia de la siguiente forma: «Ante los terribles atentados en Paris y las tragedias de las últimas semanas, el Papa Francisco dijo que no existen motivos para celebraciones aunque sea Navidad. En su discurso el Sumo Pontífice afirmó: “Todo se llenará de luces, árboles y belenes, pero todo será falso porque el mundo continuará en guerra. Todo esto es una farsa. El mundo no ha comprendido el camino de la paz. El mundo entero está en guerra, y las guerras dejan ruina, miles de niños sin educación y muertos inocentes, además de mucho dinero en los bolsillos de los traficantes de armas”. Según Radio Vaticano el Papa aún citó la frase de Jesús de Nazaret que podemos leer en la Biblia: “Nadie puede servir a dos señores, a Dios y al dinero”, y la guerra siempre es decidirse por la riqueza.

Si el papa critica a los traficantes y fabricantes de armas que se llenan los bolsillos con el derramamiento de sangre de víctimas inocentes, habría que preguntar: ¿Por qué no pide que los gobiernos y sus correspondientes partidos políticos, quienes se benefician de la venta de armas, dejen de considerarse «cristianos»?

Alemania es el cuarto país exportador de armas y España el séptimo, paises ambos en los que muchos políticos se consideran muy cercanos a la Iglesia, sin embargo el Papa no se pronuncia al respecto, ya que de hacerlo también tendría que reconocer que una gran parte de la increíble riqueza del Vaticano procede del botín de las guerras. Pensemos tan solo en el oro traído de Latinoamérica, que los conquistadores españoles robaron a sus legítimos dueños y con el que se embellecieron iglesias enteras. Por otra parte la Iglesia vaticana posee enormes riquezas en muchos países del mundo en concepto de propiedades inmobiliarias, terrenos y acciones en bolsa. ¿Por quién se ha decidido entonces el Vaticano, por Dios o por el dinero?

Sin embargo de la declaración del Papa no sorprende únicamente el término “farsa”, pues es algo que cada vez más personas comparten. Si nos detenemos a observar las numerosas costumbres navideñas, el bullicio en las calles y comercios, los abusos culinarios, los excesos de todo tipo y lo superficial que se muestra todo, ¿no deberíamos tal vez reflexionar sobre si todo esto que rodea a la Navidad no es realmente una farsa, aunque no se vea afectada por la sombra del terrorismo o de la guerra?

El Papa dice estar convencido de que este año no existen motivos para celebraciones aunque sea Navidad, ¿pero ha sido diferente en años pasados?, ¿Acaso los pavos, terneras, corderos, besugos, cigalas, langostas, gallinas, ovejas y el resto de animales que mueren a millones para acabar sobre la mesa como cena festiva tienen algo que celebrar? ¿Es así como se debe conmemorar a Jesús, el Cristo, quien nació entre animales porque fueron los únicos que le ofrecieron protección y calor? ¿O quizás tienen algo que celebrar los millones de árboles que se talarán para adornar los hogares y que se tirarán después a la basura nada más terminar la “bella” Navidad? Realmente todos estos motivos, por citar algunos, son más bien motivos de lamentación y no de celebración, pues la Navidad debería ser otra cosa. Si el Papa califica muy acertadamente todo este montaje navideño como farsa, ¿por qué no interviene para que realmente la Navidad sea la fiesta de la paz para todos, también para los animales y los arboles, la fiesta de la alegría interna, de la fraternidad entre todos los hombres, la fiesta de la unidad entre todos los pueblos y la fiesta del nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, quien vino a la Tierra por amor?

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