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Pascual Falces

Una cumbre para una foto

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Una “cumbre” sin foto, no es Cumbre. Lo viene escribiendo esta columna desde hace años después de paciente observación. La “foto” da votos. La foto, decora cualquier despacho; incluso, cualquier restaurante que se precie de clientela la tiene fotografiada y colgada en sus paredes. Con fotografías se hacen las jóvenes modelos lo que llaman un imprescindible “book”. Más, la foto, tiene mucho de vanidad, y, “dijo el Predicador: Vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol?”. Así de solemnemente comienza el bíblico libro del Eclesiastés. Así, también, van las cosas de mal en el mundo cuando se acude a las Cumbres a por la “foto”.

Las cosas de la economía en el mundo se debieron poner tan feas, que las chancillerías, alertadas por sus respectivos “lores” del Tesoro, tocaron arrebato, y, bromas aparte, convocaron Asamblea para intentar extirpar de raíz el mal que amenazaba con derrumbar el tinglado de las finanzas mundiales. De los países consagrados, y de los que recién se asoman a los grandes negocios, los llamados “emergentes”. El fantasma de la crisis estadounidense de 1929, tan cinematográficamente revivido, pesaba como una losa en el ambiente. El objetivo estaba bien claro, que los que viven bien puedan seguir manteniendo su “status” que se dice, para disimular, y que los menos afortunados, puedan seguir tirando, que es lo que en el fondo aspiran, porque la resignación es parte sustancial de la miseria.

Es imposible saber a qué conclusiones se ha llegado en la “Cumbre”, por muy contento que haya vuelto ZP, y con él sus partidarios y paniaguados plumíferos, porque con la “foto” ya tienen bastante. También Aznar volvió de las Azores feliz con “su” foto... De momento, quienes tienen motivo para entender algo de las consecuencias de lo acordado en Washington, las Bolsas mundiales, han sido unánimes: todas reaccionaron descendiendo.

¿No será que se ha confiado la búsqueda de soluciones para la “crisis” a los políticos? Dado el aumento registrado del paro, ya, ni en España se encontraría once millones y medio de personas que confiasen su voto a los socialistas. La tragedia de la ejecución por hipotecas empieza a ocasionar los mismos regueros de sangre que el invento del Dr. Guillotín durante la Revolución Francesa, solo que a distinto grupo social. La “casta” política, como se está dando en llamar, está muy desprestigiada, y se suspira por su renovación representada en la ilusión que ha provocado Barack Obama. La crisis es obvio que ha tenido en su origen un exceso detestable de afán de riqueza y una notable falta de talento. Menos fotos, y más clavar los codos en el escritorio ante el problema.

Los únicos que en este tambaleante instante universal pueden dormir con la conciencia tranquila las horas que sean, son los que pertenecen a la eterna izquierda, que no es de “izquierdas” ni de “derechas”, porque nunca ejerce ni ha ejercido el poder, que, por esencia, corrompe, y se inclina al abuso. Un buen ejemplo de ello, sería un pensionista “no contributivo” en España.

Una cumbre para una foto

Pascual Falces
Pascual Falces
viernes, 21 de noviembre de 2008, 09:13 h (CET)
Una “cumbre” sin foto, no es Cumbre. Lo viene escribiendo esta columna desde hace años después de paciente observación. La “foto” da votos. La foto, decora cualquier despacho; incluso, cualquier restaurante que se precie de clientela la tiene fotografiada y colgada en sus paredes. Con fotografías se hacen las jóvenes modelos lo que llaman un imprescindible “book”. Más, la foto, tiene mucho de vanidad, y, “dijo el Predicador: Vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol?”. Así de solemnemente comienza el bíblico libro del Eclesiastés. Así, también, van las cosas de mal en el mundo cuando se acude a las Cumbres a por la “foto”.

Las cosas de la economía en el mundo se debieron poner tan feas, que las chancillerías, alertadas por sus respectivos “lores” del Tesoro, tocaron arrebato, y, bromas aparte, convocaron Asamblea para intentar extirpar de raíz el mal que amenazaba con derrumbar el tinglado de las finanzas mundiales. De los países consagrados, y de los que recién se asoman a los grandes negocios, los llamados “emergentes”. El fantasma de la crisis estadounidense de 1929, tan cinematográficamente revivido, pesaba como una losa en el ambiente. El objetivo estaba bien claro, que los que viven bien puedan seguir manteniendo su “status” que se dice, para disimular, y que los menos afortunados, puedan seguir tirando, que es lo que en el fondo aspiran, porque la resignación es parte sustancial de la miseria.

Es imposible saber a qué conclusiones se ha llegado en la “Cumbre”, por muy contento que haya vuelto ZP, y con él sus partidarios y paniaguados plumíferos, porque con la “foto” ya tienen bastante. También Aznar volvió de las Azores feliz con “su” foto... De momento, quienes tienen motivo para entender algo de las consecuencias de lo acordado en Washington, las Bolsas mundiales, han sido unánimes: todas reaccionaron descendiendo.

¿No será que se ha confiado la búsqueda de soluciones para la “crisis” a los políticos? Dado el aumento registrado del paro, ya, ni en España se encontraría once millones y medio de personas que confiasen su voto a los socialistas. La tragedia de la ejecución por hipotecas empieza a ocasionar los mismos regueros de sangre que el invento del Dr. Guillotín durante la Revolución Francesa, solo que a distinto grupo social. La “casta” política, como se está dando en llamar, está muy desprestigiada, y se suspira por su renovación representada en la ilusión que ha provocado Barack Obama. La crisis es obvio que ha tenido en su origen un exceso detestable de afán de riqueza y una notable falta de talento. Menos fotos, y más clavar los codos en el escritorio ante el problema.

Los únicos que en este tambaleante instante universal pueden dormir con la conciencia tranquila las horas que sean, son los que pertenecen a la eterna izquierda, que no es de “izquierdas” ni de “derechas”, porque nunca ejerce ni ha ejercido el poder, que, por esencia, corrompe, y se inclina al abuso. Un buen ejemplo de ello, sería un pensionista “no contributivo” en España.

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