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El mirar medio lleno vacío,
del agua de esta vida triste,
ayer rebosaba alegría, hoy escasea por la sequía de tu esencia seca en mí.
El mirar medio lleno vacío,
todo depende de las bellas retinas que observan,
el alma se torna luto muerto con vida por aquél que miente sobre reales corazones.
El mirar medio lleno vacío,
ayer, bien entrada el alba, me dio un ataque de cariño muerto,
el agua rebosaba por tus retinas apagadas por mi osadía de no quererte nunca más.
El mirar medio lleno vacío,
tanto lloró tu corazón rojo pálido que tu karma se apagó,
y murió lentamente tu alegría.
El mirar medio lleno vacío,
se fue cerrando muy despacio...
éste que observa este duro momento se despide de ti, que me estás mirando en la bien entrada la oscuridad de esta noche.
A todos los que hayan sentido mi tormento del pesar en esta vida,
adiós compañeros ajenos de mi desgracia, amigos desconocidamente conocidos por mi corazón,
se va apagando el ritmo de mi tic-tac medio lleno vacío de tu mirar.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
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