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El júbilo se enciende en un corazón que tiene conciencia de que sus pecados le han sido perdonados de verdad

¡Jubileo!

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Los fariseos no iban desencaminados cuando considerando que Jesús no era más que un hombre como todos los otro,s era un blasfemo cuando decía que tenía poder de perdonar pecados ya que este poder es un atributo exclusivo de Dios. Jesús, con el propósito de demostrar que tiene poder de perdonar pecados porque es Dios, dice a sus oponentes: “¿Qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate, y anda? Pues ara que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados, le dice al paralítico: Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa” (Mateo 9: 5,6).

El tema del perdón de los pecados viene a cuento con la celebración del año santo extraordinario de la misericordia convocado por el papa Francisco con una bula que empieza con las palabras: “Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios Padre”.

Los años santos o jubileos se “caracterizan por unos dones espirituales especiales, especialmente la indulgencia plenaria o remisión de la culpa de los pecados, que es aplicable a los fieles difuntos” (Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona). El jubileo católico que se inspira en la enseñanza bíblica del Antiguo Testamento aplicable a los israelitas, se inicia con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. En el jubileo actual el papa Francisco ha establecido “puertas santas de la misericordia” en las catedrales de todo el mundo para que los fieles puedan ganar la “indulgencia” haciendo lo que el papa dice, con lo cual, el fiel católico se libra de las penas temporales del Purgatorio por los pecados no perdonados. Durante el año santo extraordinario de la misericordia, el papa ha concedido que durante “el jubileo todos los sacerdotes puedan perdonar en confesión el pecado de aborto” (Lluís Martínez Sistach).

En la versión que Marcos hace de la curación del paralítico que demostraba que Jesús era Dios y que como tal tenía poder de perdonar pecados, aclara una cuestión que es de capital importancia. Los fariseos afirman: “Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios? (Marcos 2:7).

La Iglesia católica interpretando Mateo 16: 18,19 fuera de su contexto inmediato y del general de la Biblia, enseña que Jesús le dio a Pedro el poder de perdonar los pecados y, como se le considera el primer papa, también la autoridad de conceder el poder de perdonar pecados a sus subordinados. Así se ha llegado al absurdo de que todos los sacerdotes puedan perdonar en confesión el pecado de aborto, pecado que casi se lo considera como imperdonable. No es que esté en contra de que la mujer que haya abortado no pueda recibir el perdón de Dios, si se lo pide sinceramente, ya que la sangre que Jesús vertió en la cruz limpia todos los pecados por graves que sean. Denuncio la usurpación que el papa hace del poder de Jesús de perdonar pecados montando el espectáculo de perdonar los pecados en serie.

Si Jesús por el hecho de ser Dios tiene la potestad de perdonar los pecados, la responsabilidad de la Iglesia es llevar a los pecadores a postrarse ante los pies de Jesús para que de Él reciban el perdón que el hombre no les puede dar ya que la sangre que Jesús derramó en la cruz “nos limpia de todo pecado…Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1: 7,9).

Debido a que el Señor no ha traspasado al hombre el poder de perdonar los pecados por medio de la confesión auricular a un cura, no debe perderse de vista aquello que Jesús dijo a sus discípulos poco antes de ascender a los cielos: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, íd, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18-20).

La función de los cristianos no es perdonar los pecados de los hombres mediante la confesión auricular a un sacerdote, sino instruirlos en las enseñanzas apostólicas inspiradas por el Espíritu Santo que han quedado registradas en un libro que se conoce como Biblia o Sagradas Escrituras. El acto de instruir se conoce como evangelizar, es decir, transmitir las buenas noticias que por la fe en Jesús muerto y resucitado el pecador recibe el perdón de sus pecados. Si no voy errado no fue hasta el siglo III que no se empezó a hablar de la confesión de los pecados a un hombre. La evolución acabaría convirtiéndose en sacramento.

De muchos es conocido el hecho de que Saulo de Tarso fue un perseguidor infatigable de los cristianos. Hallándose metido en esta tarea indeseable, aproximándose a Damasco se vio envuelto de una brillante luz celestial que le hizo caer del caballo, a la vez, oía una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿porque me persigues?… ”¿Quién eres?”, le pregunta Saulo. La voz le dice. “Yo soy Jesús a quien persigues”. Saulo, temblando y asombrado, le preguntó: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Encontrándose Saulo en la ciudad, el señor llamó Ananias, un judío fiel a que fuese al encuentro de Saulo para transmitirle el mensaje que le comunicaba. (Hechos 9:1-19). Más tarde, conocido como Pablo, detenido y a punto de ser introducido en la fortaleza y habiendo recibido del tribuno permiso para hablar se dirige a la multitud y explica lo que le sucedió yendo a Damasco, menciona lo que le dijo Ananias. “Ahora, pues, ¿Por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando el Nombre del Señor” (Hechos 22.12-16). Ananias no le dijo: “Saulo, confiésame tus pecados para que por el poder que he recibido de Dios te los perdone”. No le dijo esto, sino: “Lava tus pecados invocando el Nombre del Señor”. Las iniquidades lo abrumaban, por la fe en Jesús todos sus pecados le fueron perdonados por Dios sin mediación humana.

¡Jubileo!

El júbilo se enciende en un corazón que tiene conciencia de que sus pecados le han sido perdonados de verdad
Octavi Pereña
lunes, 14 de diciembre de 2015, 23:13 h (CET)
Los fariseos no iban desencaminados cuando considerando que Jesús no era más que un hombre como todos los otro,s era un blasfemo cuando decía que tenía poder de perdonar pecados ya que este poder es un atributo exclusivo de Dios. Jesús, con el propósito de demostrar que tiene poder de perdonar pecados porque es Dios, dice a sus oponentes: “¿Qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate, y anda? Pues ara que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados, le dice al paralítico: Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa” (Mateo 9: 5,6).

El tema del perdón de los pecados viene a cuento con la celebración del año santo extraordinario de la misericordia convocado por el papa Francisco con una bula que empieza con las palabras: “Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios Padre”.

Los años santos o jubileos se “caracterizan por unos dones espirituales especiales, especialmente la indulgencia plenaria o remisión de la culpa de los pecados, que es aplicable a los fieles difuntos” (Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona). El jubileo católico que se inspira en la enseñanza bíblica del Antiguo Testamento aplicable a los israelitas, se inicia con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. En el jubileo actual el papa Francisco ha establecido “puertas santas de la misericordia” en las catedrales de todo el mundo para que los fieles puedan ganar la “indulgencia” haciendo lo que el papa dice, con lo cual, el fiel católico se libra de las penas temporales del Purgatorio por los pecados no perdonados. Durante el año santo extraordinario de la misericordia, el papa ha concedido que durante “el jubileo todos los sacerdotes puedan perdonar en confesión el pecado de aborto” (Lluís Martínez Sistach).

En la versión que Marcos hace de la curación del paralítico que demostraba que Jesús era Dios y que como tal tenía poder de perdonar pecados, aclara una cuestión que es de capital importancia. Los fariseos afirman: “Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios? (Marcos 2:7).

La Iglesia católica interpretando Mateo 16: 18,19 fuera de su contexto inmediato y del general de la Biblia, enseña que Jesús le dio a Pedro el poder de perdonar los pecados y, como se le considera el primer papa, también la autoridad de conceder el poder de perdonar pecados a sus subordinados. Así se ha llegado al absurdo de que todos los sacerdotes puedan perdonar en confesión el pecado de aborto, pecado que casi se lo considera como imperdonable. No es que esté en contra de que la mujer que haya abortado no pueda recibir el perdón de Dios, si se lo pide sinceramente, ya que la sangre que Jesús vertió en la cruz limpia todos los pecados por graves que sean. Denuncio la usurpación que el papa hace del poder de Jesús de perdonar pecados montando el espectáculo de perdonar los pecados en serie.

Si Jesús por el hecho de ser Dios tiene la potestad de perdonar los pecados, la responsabilidad de la Iglesia es llevar a los pecadores a postrarse ante los pies de Jesús para que de Él reciban el perdón que el hombre no les puede dar ya que la sangre que Jesús derramó en la cruz “nos limpia de todo pecado…Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1: 7,9).

Debido a que el Señor no ha traspasado al hombre el poder de perdonar los pecados por medio de la confesión auricular a un cura, no debe perderse de vista aquello que Jesús dijo a sus discípulos poco antes de ascender a los cielos: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, íd, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18-20).

La función de los cristianos no es perdonar los pecados de los hombres mediante la confesión auricular a un sacerdote, sino instruirlos en las enseñanzas apostólicas inspiradas por el Espíritu Santo que han quedado registradas en un libro que se conoce como Biblia o Sagradas Escrituras. El acto de instruir se conoce como evangelizar, es decir, transmitir las buenas noticias que por la fe en Jesús muerto y resucitado el pecador recibe el perdón de sus pecados. Si no voy errado no fue hasta el siglo III que no se empezó a hablar de la confesión de los pecados a un hombre. La evolución acabaría convirtiéndose en sacramento.

De muchos es conocido el hecho de que Saulo de Tarso fue un perseguidor infatigable de los cristianos. Hallándose metido en esta tarea indeseable, aproximándose a Damasco se vio envuelto de una brillante luz celestial que le hizo caer del caballo, a la vez, oía una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿porque me persigues?… ”¿Quién eres?”, le pregunta Saulo. La voz le dice. “Yo soy Jesús a quien persigues”. Saulo, temblando y asombrado, le preguntó: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Encontrándose Saulo en la ciudad, el señor llamó Ananias, un judío fiel a que fuese al encuentro de Saulo para transmitirle el mensaje que le comunicaba. (Hechos 9:1-19). Más tarde, conocido como Pablo, detenido y a punto de ser introducido en la fortaleza y habiendo recibido del tribuno permiso para hablar se dirige a la multitud y explica lo que le sucedió yendo a Damasco, menciona lo que le dijo Ananias. “Ahora, pues, ¿Por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando el Nombre del Señor” (Hechos 22.12-16). Ananias no le dijo: “Saulo, confiésame tus pecados para que por el poder que he recibido de Dios te los perdone”. No le dijo esto, sino: “Lava tus pecados invocando el Nombre del Señor”. Las iniquidades lo abrumaban, por la fe en Jesús todos sus pecados le fueron perdonados por Dios sin mediación humana.

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