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Jorge Dargel

Que les quiten lo bailao…

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Concluyeron los dieciseisavos de la Copa del Rey, y para algunos equipos humildes de Segunda B y de Tercera, también supuso el fin de su andadura por esta competición. Ponferradina, Benidorm, Orihuela y Portugalete se han ido con la cabeza bien alta a pesar de su eliminación ante algunos de los conjuntos denominados grandes, como son el Sevilla, Barcelona, Atlético y Valencia, respectivamente.

¡Y qué podemos decir del Real Unión o del Poli Ejido! Chapeau. Los irundarras ridiculizaron a todo un Real Madrid, donde algunos jugadores no son dignos de llevar ese escudo, mientras que los almerienses dieron un baño al Villarreal con una escandalosa manita en la ida en su campo. Cada temporada, sorpresas como estos dos ejemplos, se dan en la Copa del Rey. Aquí reside la gracia de la llamada competición del KO. ¡Cuántos más resultados asombros se darían si los partidos fueran a partido único! Pero este tema parece estar olvidado por los dirigentes del fútbol español, que no se dan o no quieren darse cuenta que cada año la Copa del Rey interesa a menos gente, incluso a los propios clubes, con este formato de encuentros de ida y vuelta. Por favor, que no cuesta tanto, si no, miren a Inglaterra.

Y es que para los clubes modestos de categorías inferiores, disputar la vuelta en el campo del poderoso es casi un imposible, donde todo está en su contra para intentar dar la campanada. Sólo algunos, como el Real Unión y el Poli Ejido pudieron realizar tal gesta, además de forma merecida. Cualquier aficionado del Real Madrid o del Villarreal debería estar avergonzado de la imagen mostrada por su equipo. No hay excusas que valgan, que si los de Primera jugaron con los suplentes, que si no pitaron un gol legal, que si el tanto de la eliminación fue en el último minuto… Hablamos de una diferencia en presupuesto y en potencial incomparable antes de disputar un choque, pero como vemos cada temporada, luego en el campo estos factores no siempre sirven para los grandes. Las consecuencias de sendas derrotas son claras e inmediatas, como la de indignación por parte de los aficionados hacia los mencionados conjuntos, y sobre todo, una cura de humildad, que a muchos jugadores con nóminas estratosféricas les viene de perlas. Pero otro día entraré de fondo en la situación preocupante que vive el Real Madrid.

Esta columna quiero que sirva como homenaje a esos clubes modestos de Segunda B o Tercera que durante unas semanas son noticia en todo el país, donde se dan a conocer historias particulares de jugadores, en muchos casos casi desconocidos para el público general, o lugares que casi no sabía de su existencia. Tal es el caso de la Ponferradina, con la que viví in situ el sueño de pasar por primera vez en su historia a octavos de final de la Copa del Rey, todavía más contra todo un Sevilla. David doblegó a Goliat en la capital del Bierzo, para los que aún no lo sepan es una comarca de León. Pero en la vuelta en la ciudad andaluza, los débiles, con más corazón que cabeza, poco pudieron hacer ante el potencial del equipo sevillano. También hay que ser justos y decir que no se le concedió un gol a la Ponferradina, que le concedía en esos momentos el pase de ronda... Lo que nadie puede discutir, es el comportamiento ejemplar de 300 valientes aficionados bercianos que se desplazaron hasta el Sánchez Pizjuán sin importarles el largo desplazamiento con tal de apoyar al conjunto de su tierra. Los sevillistas ya conocen de primera mano cánticos como el “A Ponferrada me voy”… ¡Qué les quiten lo bailao!

Que les quiten lo bailao…

Jorge Dargel
Jorge Dargel
lunes, 17 de noviembre de 2008, 07:03 h (CET)
Concluyeron los dieciseisavos de la Copa del Rey, y para algunos equipos humildes de Segunda B y de Tercera, también supuso el fin de su andadura por esta competición. Ponferradina, Benidorm, Orihuela y Portugalete se han ido con la cabeza bien alta a pesar de su eliminación ante algunos de los conjuntos denominados grandes, como son el Sevilla, Barcelona, Atlético y Valencia, respectivamente.

¡Y qué podemos decir del Real Unión o del Poli Ejido! Chapeau. Los irundarras ridiculizaron a todo un Real Madrid, donde algunos jugadores no son dignos de llevar ese escudo, mientras que los almerienses dieron un baño al Villarreal con una escandalosa manita en la ida en su campo. Cada temporada, sorpresas como estos dos ejemplos, se dan en la Copa del Rey. Aquí reside la gracia de la llamada competición del KO. ¡Cuántos más resultados asombros se darían si los partidos fueran a partido único! Pero este tema parece estar olvidado por los dirigentes del fútbol español, que no se dan o no quieren darse cuenta que cada año la Copa del Rey interesa a menos gente, incluso a los propios clubes, con este formato de encuentros de ida y vuelta. Por favor, que no cuesta tanto, si no, miren a Inglaterra.

Y es que para los clubes modestos de categorías inferiores, disputar la vuelta en el campo del poderoso es casi un imposible, donde todo está en su contra para intentar dar la campanada. Sólo algunos, como el Real Unión y el Poli Ejido pudieron realizar tal gesta, además de forma merecida. Cualquier aficionado del Real Madrid o del Villarreal debería estar avergonzado de la imagen mostrada por su equipo. No hay excusas que valgan, que si los de Primera jugaron con los suplentes, que si no pitaron un gol legal, que si el tanto de la eliminación fue en el último minuto… Hablamos de una diferencia en presupuesto y en potencial incomparable antes de disputar un choque, pero como vemos cada temporada, luego en el campo estos factores no siempre sirven para los grandes. Las consecuencias de sendas derrotas son claras e inmediatas, como la de indignación por parte de los aficionados hacia los mencionados conjuntos, y sobre todo, una cura de humildad, que a muchos jugadores con nóminas estratosféricas les viene de perlas. Pero otro día entraré de fondo en la situación preocupante que vive el Real Madrid.

Esta columna quiero que sirva como homenaje a esos clubes modestos de Segunda B o Tercera que durante unas semanas son noticia en todo el país, donde se dan a conocer historias particulares de jugadores, en muchos casos casi desconocidos para el público general, o lugares que casi no sabía de su existencia. Tal es el caso de la Ponferradina, con la que viví in situ el sueño de pasar por primera vez en su historia a octavos de final de la Copa del Rey, todavía más contra todo un Sevilla. David doblegó a Goliat en la capital del Bierzo, para los que aún no lo sepan es una comarca de León. Pero en la vuelta en la ciudad andaluza, los débiles, con más corazón que cabeza, poco pudieron hacer ante el potencial del equipo sevillano. También hay que ser justos y decir que no se le concedió un gol a la Ponferradina, que le concedía en esos momentos el pase de ronda... Lo que nadie puede discutir, es el comportamiento ejemplar de 300 valientes aficionados bercianos que se desplazaron hasta el Sánchez Pizjuán sin importarles el largo desplazamiento con tal de apoyar al conjunto de su tierra. Los sevillistas ya conocen de primera mano cánticos como el “A Ponferrada me voy”… ¡Qué les quiten lo bailao!

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