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Debates, excluidos y ballenas hipsters

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El y los debates electorales que han tenido lugar a cuatro bandas representan unos de los encuentros históricos en la democracia. Se sabe que la participación de los candidatos en dichos debates no afecta especialmente a la decisión de voto, a excepción de los indecisos. Al ser el momento actual uno de los de mayor incertidumbre y de cambio que se produce prácticamente desde la entrada de los populares en el Gobierno en 1996, es cuando dichas intervenciones pueden capturar más votos indecisos. Si bien, espero que haya mucha gente interesada en votarle a Saenz de Santamaría. Aunque esta cuestión bien merece un comentario en profundidad en otra columna.

Lo cierto es que el arribafirmante no vio el debate de ayer. Se conocen adecuadamente las propuestas, se saben las posibles coaliciones y alianzas que se pueden fraguar y se desgrana claramente el espacio ideológico de cada uno de los partidos. Si bien, es recomendable estudiar los programas políticos de las fuerzas emergentes de Iglesias y Rivera debido a que estos programas tienen vocación de ejecución. Es decir, se ha demostrado que ambos candidatos tienen capacidad para decir lo qué harán y para rectificar sobre lo dicho. Algo que no se observa en la inquebrantable e indudable voluntad de los populares. Y ciertamente, hay que temer a aquellos que nunca ponen sus acciones en entredicho, quienes excluyen la crítica.

También se deduce de lo anterior que el arribafirmante haya decidido su voto entre los cuatro debatientes. Si bien, no estaban todos los actuantes políticos pues alguien se había olvidado a un economista malagueño y a otros reputados candidatos que se presentan a estas elecciones. Ni son todos, ni se estaba al completo. Por lo que, la escenificación de estos debates son la aceptación del nuevo establishment político que nos depara la próxima legislatura, en el que unos existen y otros son personajes ficticios. Más allá de todo eso está claro que no hay problema en ser hipster y votarle a Rajoy, otra cosa es que el votante sea una ballena canaria.

Debates, excluidos y ballenas hipsters

Francisco Collado Campana
miércoles, 9 de diciembre de 2015, 00:14 h (CET)
El y los debates electorales que han tenido lugar a cuatro bandas representan unos de los encuentros históricos en la democracia. Se sabe que la participación de los candidatos en dichos debates no afecta especialmente a la decisión de voto, a excepción de los indecisos. Al ser el momento actual uno de los de mayor incertidumbre y de cambio que se produce prácticamente desde la entrada de los populares en el Gobierno en 1996, es cuando dichas intervenciones pueden capturar más votos indecisos. Si bien, espero que haya mucha gente interesada en votarle a Saenz de Santamaría. Aunque esta cuestión bien merece un comentario en profundidad en otra columna.

Lo cierto es que el arribafirmante no vio el debate de ayer. Se conocen adecuadamente las propuestas, se saben las posibles coaliciones y alianzas que se pueden fraguar y se desgrana claramente el espacio ideológico de cada uno de los partidos. Si bien, es recomendable estudiar los programas políticos de las fuerzas emergentes de Iglesias y Rivera debido a que estos programas tienen vocación de ejecución. Es decir, se ha demostrado que ambos candidatos tienen capacidad para decir lo qué harán y para rectificar sobre lo dicho. Algo que no se observa en la inquebrantable e indudable voluntad de los populares. Y ciertamente, hay que temer a aquellos que nunca ponen sus acciones en entredicho, quienes excluyen la crítica.

También se deduce de lo anterior que el arribafirmante haya decidido su voto entre los cuatro debatientes. Si bien, no estaban todos los actuantes políticos pues alguien se había olvidado a un economista malagueño y a otros reputados candidatos que se presentan a estas elecciones. Ni son todos, ni se estaba al completo. Por lo que, la escenificación de estos debates son la aceptación del nuevo establishment político que nos depara la próxima legislatura, en el que unos existen y otros son personajes ficticios. Más allá de todo eso está claro que no hay problema en ser hipster y votarle a Rajoy, otra cosa es que el votante sea una ballena canaria.

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