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Etiquetas | Política
Viene bien que tipos que creen que la política es una asamblea de facultad, se encuentren de golpe con unas graves responsabilidades y con la cárcel al fondo si no las cumplen

Transición o revolución

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Dice un amigo mío cura que se mete en política (los curas no deben meterse en política) que es preferible que en las próximas elecciones del 20 de diciembre, todos los votos de gentes de bien (no se qué entenderá él por gentes de bien) deberían aglutinarse en torno al Partido Popular porque votar a partidos emergentes tales como VOX, Alternativa Española u otros partidos de derecha es tirar el voto cuando este podría reforzar al Partido Popular en un momento crítico como el presente en el que “las fuerzas del mal” pueden vencer en dichas elecciones.

Como he dicho más arriba, los curas, cuando se lanzan a hablar de política, normalmente se equivocan, ya que en política no son competentes, puesto que en el ámbito de la Iglesia Católica, la política está reservada a los laicos (o sea, a gente como yo), cuya responsabilidad como ciudadanos les debe llevar a participar todo lo activamente que consideren oportuno en la gestión de la cosa pública.

En cuando a los sacerdotes, no poca labor harían si se dedicasen a lo que les compete, esto es, a celebrar la Santa Misa, a administrar los sacramentos, a predicar la palabra de Dios, a atender espiritualmente a los enfermos, ancianos y a los más necesitados, y a la catequesis y la dirección espiritual. Su acción política debe remitirse a votar, si quieren y cuando toque, y prácticamente nada más, si es que no quieren hacer daño a su propio sacerdocio.

Volviendo a la postura de mi amigo sacerdote y de no pocos que ven en el PP una especie de tabla de salvación frente a gente mala, constato que una buena parte del electorado de derecha opina así. Piensan que el PP, a pesar de ser un partido abortista, corrupto en todas sus instancias (como llevamos viendo desde hace muchos años en los medios de comunicación y en los juzgados), sin democracia interna, de economía planificada (aunque no se llame comunista), ajeno a la verdadera libertad de enseñanza, creador de una indigerible y axfisiante burocracia…; piensan, digo, que a pesar de todo eso es posible darle otra oportunidad con la esperanza de que se regenere y se transforme desde dentro, en vez de “hacer experimentos” (como dice Rajoy) votando a otros que sí, tendrán buenas ideas, pero no tienen la experiencia ni el aparato de gobierno que tiene el PP.

Esta postura está formulada en clave de transición.

Mi postura, sin embargo, se acerca más a la revolución, al cambio. Los corruptos del PP y del PSOE ya han tenido su oportunidad y su tiempo, y ya hemos visto cómo lo han utilizado. Ya sabemos lo que son y lo que hacen. Es el momento de pensar en otros, en Podemos, en Ciudadanos, en VOX, en Alternativa Española, en SAIN, en UPyD y en otros partidos emergentes.

No nos iremos al caos. El mundo no se acaba en el PP ni en el PSOE, como tampoco se acabó en su día en la UCD. Hace falta un Parlamento renovado, de gente que no tenga experiencia o que tenga poca, por cuanto en los momentos que corren, tener experiencia equivale a tenerla de corrupción.

Si los nuevos protagonistas políticos se equivocan, dentro de cuatro años lo pagarán, no siendo elegidos de nuevo, como le pasó a Bildu, que en 2011 llegó a obtener la alcaldía de San Sebastián, y en 2015 han sido apeados de ella democráticamente. Ha venido bien que los proetarras hayan accedido a cuotas de poder institucional, para que, empezando por ellos mismos, vean que no es lo mismo vocear que gobernar, y para que su lucha la hayan planteado desde las instituciones y bajo la legalidad, en vez de con la violencia. También se vio providencial la legalización del PCE por Adolfo Suárez aquel sábado santo; una vez en las instituciones su capacidad de convocatoria pasó a ser la real, no la que aparentaba en las algaradas callejeras.

La revolución, el cambio drástico, no tienen por qué ser violentos. Viene bien que tipos que creen que la política es una asamblea de facultad, se encuentren de golpe con unas graves responsabilidades y con la cárcel al fondo si no las cumplen.

Pero es urgente una renovación radical. Probablemente la mitad de los votos del PP debería estar en VOX y la mitad de los votos del PSOE en Ciudadanos o en Podemos. No sería un Parlamento extremista o radicalizado, sino representativo de las preferencias reales, ya que si por algo se podría definir el actual Parlamento es por que en él reina una instalada hipocresía de votantes de nariz tapada, y de ahí hay que salir como sea, aunque para ello haya que remover el culo de esa gente cómodamente instalada que, a hurtadillas, andan buscando “el voto católico” mientras, entre otras cosas, mantienen una ley por la que se asesinan al año 120.000 niños y niñas no nacidos. Estoy de los católicos oficiales hasta los cojones.

Transición o revolución

Viene bien que tipos que creen que la política es una asamblea de facultad, se encuentren de golpe con unas graves responsabilidades y con la cárcel al fondo si no las cumplen
Antonio Moya Somolinos
sábado, 5 de diciembre de 2015, 00:58 h (CET)
Dice un amigo mío cura que se mete en política (los curas no deben meterse en política) que es preferible que en las próximas elecciones del 20 de diciembre, todos los votos de gentes de bien (no se qué entenderá él por gentes de bien) deberían aglutinarse en torno al Partido Popular porque votar a partidos emergentes tales como VOX, Alternativa Española u otros partidos de derecha es tirar el voto cuando este podría reforzar al Partido Popular en un momento crítico como el presente en el que “las fuerzas del mal” pueden vencer en dichas elecciones.

Como he dicho más arriba, los curas, cuando se lanzan a hablar de política, normalmente se equivocan, ya que en política no son competentes, puesto que en el ámbito de la Iglesia Católica, la política está reservada a los laicos (o sea, a gente como yo), cuya responsabilidad como ciudadanos les debe llevar a participar todo lo activamente que consideren oportuno en la gestión de la cosa pública.

En cuando a los sacerdotes, no poca labor harían si se dedicasen a lo que les compete, esto es, a celebrar la Santa Misa, a administrar los sacramentos, a predicar la palabra de Dios, a atender espiritualmente a los enfermos, ancianos y a los más necesitados, y a la catequesis y la dirección espiritual. Su acción política debe remitirse a votar, si quieren y cuando toque, y prácticamente nada más, si es que no quieren hacer daño a su propio sacerdocio.

Volviendo a la postura de mi amigo sacerdote y de no pocos que ven en el PP una especie de tabla de salvación frente a gente mala, constato que una buena parte del electorado de derecha opina así. Piensan que el PP, a pesar de ser un partido abortista, corrupto en todas sus instancias (como llevamos viendo desde hace muchos años en los medios de comunicación y en los juzgados), sin democracia interna, de economía planificada (aunque no se llame comunista), ajeno a la verdadera libertad de enseñanza, creador de una indigerible y axfisiante burocracia…; piensan, digo, que a pesar de todo eso es posible darle otra oportunidad con la esperanza de que se regenere y se transforme desde dentro, en vez de “hacer experimentos” (como dice Rajoy) votando a otros que sí, tendrán buenas ideas, pero no tienen la experiencia ni el aparato de gobierno que tiene el PP.

Esta postura está formulada en clave de transición.

Mi postura, sin embargo, se acerca más a la revolución, al cambio. Los corruptos del PP y del PSOE ya han tenido su oportunidad y su tiempo, y ya hemos visto cómo lo han utilizado. Ya sabemos lo que son y lo que hacen. Es el momento de pensar en otros, en Podemos, en Ciudadanos, en VOX, en Alternativa Española, en SAIN, en UPyD y en otros partidos emergentes.

No nos iremos al caos. El mundo no se acaba en el PP ni en el PSOE, como tampoco se acabó en su día en la UCD. Hace falta un Parlamento renovado, de gente que no tenga experiencia o que tenga poca, por cuanto en los momentos que corren, tener experiencia equivale a tenerla de corrupción.

Si los nuevos protagonistas políticos se equivocan, dentro de cuatro años lo pagarán, no siendo elegidos de nuevo, como le pasó a Bildu, que en 2011 llegó a obtener la alcaldía de San Sebastián, y en 2015 han sido apeados de ella democráticamente. Ha venido bien que los proetarras hayan accedido a cuotas de poder institucional, para que, empezando por ellos mismos, vean que no es lo mismo vocear que gobernar, y para que su lucha la hayan planteado desde las instituciones y bajo la legalidad, en vez de con la violencia. También se vio providencial la legalización del PCE por Adolfo Suárez aquel sábado santo; una vez en las instituciones su capacidad de convocatoria pasó a ser la real, no la que aparentaba en las algaradas callejeras.

La revolución, el cambio drástico, no tienen por qué ser violentos. Viene bien que tipos que creen que la política es una asamblea de facultad, se encuentren de golpe con unas graves responsabilidades y con la cárcel al fondo si no las cumplen.

Pero es urgente una renovación radical. Probablemente la mitad de los votos del PP debería estar en VOX y la mitad de los votos del PSOE en Ciudadanos o en Podemos. No sería un Parlamento extremista o radicalizado, sino representativo de las preferencias reales, ya que si por algo se podría definir el actual Parlamento es por que en él reina una instalada hipocresía de votantes de nariz tapada, y de ahí hay que salir como sea, aunque para ello haya que remover el culo de esa gente cómodamente instalada que, a hurtadillas, andan buscando “el voto católico” mientras, entre otras cosas, mantienen una ley por la que se asesinan al año 120.000 niños y niñas no nacidos. Estoy de los católicos oficiales hasta los cojones.

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