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La patraña del 'Debate decisivo'

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¿De verdad a usted le interesa, amigo lector, cómo se las arregla Rajoy para cocer mejillones? ¿O cuál de las hijas de Pedro Sánchez se parece más a él? ¿Se extasía, acaso, con los pasos de baile de Soraya? ¿Le gustó cómo cantante protesta Pablo Iglesias? ¿O le asaltaron pensamientos libidinosos al ver el desnudo integral de Albert Rivera?

Tómeselo como un test de Telva: Si tiene alguna respuesta afirmativa, hágaselo mirar. Todas positivas: está Vd. definitivamente abducido. Todas negativas: un antisistema (piensa Vd. por sí mismo)

Nuestros políticos hacen lo impensable para demostrar que son personas “normales”. Como si alguna vez lo hubiéramos dudado. Su normalidad raya muchas veces en la más ostensible vulgaridad… y ya se sabe que de ahí a que nos comenten sobre los horarios de sus movimientos peristálticos sólo hay un paso. Todo menos hablar, de verdad, de sus programas (¿los tendrán realmente?) de lo que quieren hacer y cómo aspiran a conseguirlo, de exponer punto por punto, sin ambigüedades y detalladamente, cuáles son los objetivos que pretenden desarrollar en cuatro años.

La precampaña a las elecciones generales de este año ha sido una especie de híbrido entre Sálvame y Gran Hermano con patitas de Master Chef y cola de Pesadilla en la cocina. Los medios –sobre todo los audiovisuales- amenizan al personal con debates y entrevistas en los que nuestros líderes hacen gala ora de su gracejo (próximo al lugar por donde amargan los pepinos) ora de su vasta (¿O era “basta”?) cultura. Verbigracia: Cuando hace poco el pedantuelo Iglesias recomendó la lectura de la “Ëtica (sic) de la razón pura”, de Kant (un alarde de lo que da de si hacer cursos acelerados de cultura general con la sola ayuda de la Wikipedia) Pero la cuestión es no perder ripio y “estar siempre en el candelabro” (tampoco me olvido de Sánchez, que alabó en su día al “gran poeta soriano” Antonio Machado. Rajoy, que, por cierto, fue ministro de Cultura, es más cauto en esto y evita confundir a Sara Varas con Sara Mago. Habla de fútbol, que es más socorrido. No se le conocen lecturas, aparte de los textos de la oposición y del Marca; y presumimos que “his tailor must be rich” a estas alturas de la cosa)

Por fin –y tras esta somera exposición de devaneos culinarios y quedadas en la casa del renombrado periodista Bertín Osborne- el Grupo Atresmedia nos regalará el lunes 7 de diciembre un pastelito cremoso con cuatro guindas; algo con lo que nos llevan torturando los últimos diez días y que han llamado “el debate decisivo”.

Saénz de Santamaría, Rivera, Sánchez e Iglesias tratarán, in extremis, de desvelarnos sus secretos de cocina (de cocina política, esperamos) Hablarán de recetas mágicas, pócimas, bálsamos de fierabrás que acabarán con el paro, extenderán la justicia social a todos los ámbitos, potenciarán la cultura y la educación (no sólo el deporte) colocarán a nuestro país en el lugar que le correspondería etc.

¿No se aburren ustedes?

En tiempos del NoDo la actividad política española se limitaba a la inauguración del algún pantano, a esta o aquella feria de muestras, al premio de natalidad, a los éxitos en la captura del salmón que obtenía el Caudillo o al veraneo de este en el Pazo de Meirás… Hoy de todo aquello sólo sobrevive el fútbol, que, junto al Sálvame y el politiqueo, hacen vibrar a la vida nacional.

“El debate decisivo” podría intercambiarse por “Pesadilla en la cocina” (Y Chicote, que sabe mucho de las cucarachas que anidan tras los fogones y en las despensas de renombrados restaurantes, podría actuar de maestro de ceremonias)

Ese día me iré a Potes. Daré un paseo por el monte (si el tiempo lo permite) y después disfrutaré de unas excelentes alubias con jabalí y una copa de orujo en La Cántabra, restaurante que regenta mi amigo Pedro. Por fin una buena, limpia y sana cocina.

Y ¡que inventen ellos!

La patraña del 'Debate decisivo'

Luis del Palacio
sábado, 5 de diciembre de 2015, 00:53 h (CET)
¿De verdad a usted le interesa, amigo lector, cómo se las arregla Rajoy para cocer mejillones? ¿O cuál de las hijas de Pedro Sánchez se parece más a él? ¿Se extasía, acaso, con los pasos de baile de Soraya? ¿Le gustó cómo cantante protesta Pablo Iglesias? ¿O le asaltaron pensamientos libidinosos al ver el desnudo integral de Albert Rivera?

Tómeselo como un test de Telva: Si tiene alguna respuesta afirmativa, hágaselo mirar. Todas positivas: está Vd. definitivamente abducido. Todas negativas: un antisistema (piensa Vd. por sí mismo)

Nuestros políticos hacen lo impensable para demostrar que son personas “normales”. Como si alguna vez lo hubiéramos dudado. Su normalidad raya muchas veces en la más ostensible vulgaridad… y ya se sabe que de ahí a que nos comenten sobre los horarios de sus movimientos peristálticos sólo hay un paso. Todo menos hablar, de verdad, de sus programas (¿los tendrán realmente?) de lo que quieren hacer y cómo aspiran a conseguirlo, de exponer punto por punto, sin ambigüedades y detalladamente, cuáles son los objetivos que pretenden desarrollar en cuatro años.

La precampaña a las elecciones generales de este año ha sido una especie de híbrido entre Sálvame y Gran Hermano con patitas de Master Chef y cola de Pesadilla en la cocina. Los medios –sobre todo los audiovisuales- amenizan al personal con debates y entrevistas en los que nuestros líderes hacen gala ora de su gracejo (próximo al lugar por donde amargan los pepinos) ora de su vasta (¿O era “basta”?) cultura. Verbigracia: Cuando hace poco el pedantuelo Iglesias recomendó la lectura de la “Ëtica (sic) de la razón pura”, de Kant (un alarde de lo que da de si hacer cursos acelerados de cultura general con la sola ayuda de la Wikipedia) Pero la cuestión es no perder ripio y “estar siempre en el candelabro” (tampoco me olvido de Sánchez, que alabó en su día al “gran poeta soriano” Antonio Machado. Rajoy, que, por cierto, fue ministro de Cultura, es más cauto en esto y evita confundir a Sara Varas con Sara Mago. Habla de fútbol, que es más socorrido. No se le conocen lecturas, aparte de los textos de la oposición y del Marca; y presumimos que “his tailor must be rich” a estas alturas de la cosa)

Por fin –y tras esta somera exposición de devaneos culinarios y quedadas en la casa del renombrado periodista Bertín Osborne- el Grupo Atresmedia nos regalará el lunes 7 de diciembre un pastelito cremoso con cuatro guindas; algo con lo que nos llevan torturando los últimos diez días y que han llamado “el debate decisivo”.

Saénz de Santamaría, Rivera, Sánchez e Iglesias tratarán, in extremis, de desvelarnos sus secretos de cocina (de cocina política, esperamos) Hablarán de recetas mágicas, pócimas, bálsamos de fierabrás que acabarán con el paro, extenderán la justicia social a todos los ámbitos, potenciarán la cultura y la educación (no sólo el deporte) colocarán a nuestro país en el lugar que le correspondería etc.

¿No se aburren ustedes?

En tiempos del NoDo la actividad política española se limitaba a la inauguración del algún pantano, a esta o aquella feria de muestras, al premio de natalidad, a los éxitos en la captura del salmón que obtenía el Caudillo o al veraneo de este en el Pazo de Meirás… Hoy de todo aquello sólo sobrevive el fútbol, que, junto al Sálvame y el politiqueo, hacen vibrar a la vida nacional.

“El debate decisivo” podría intercambiarse por “Pesadilla en la cocina” (Y Chicote, que sabe mucho de las cucarachas que anidan tras los fogones y en las despensas de renombrados restaurantes, podría actuar de maestro de ceremonias)

Ese día me iré a Potes. Daré un paseo por el monte (si el tiempo lo permite) y después disfrutaré de unas excelentes alubias con jabalí y una copa de orujo en La Cántabra, restaurante que regenta mi amigo Pedro. Por fin una buena, limpia y sana cocina.

Y ¡que inventen ellos!

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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