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Toni Castro

Un guión insuperable

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Ni el mejor de los guionistas podría haber fabricado un final como el vivido este domingo en Interlagos (Brasil), donde se disputó la última carrera del Mundial de Fórmula 1 del 2008. Hamilton, que tenía bastante con acabar quinto, salía desde la cuarta posición, mientras que Massa, que debía ganar y esperar el fracaso del inglés, empezaba desde la pole. El sábado había sido el mejor trailer del peliculón que se vería el domingo: la situación de partida estaba próxima a la remontada para el brasileño, que encima corría en casa.

Para más inri, Hamilton salía justo por delante de Alonso, uno de sus grandes enemigos, y únicamente escoltado por su compañero de equipo Kovalainen, que tras tres curvas había dejado de ser su escolta, al retroceder hasta la séptima posición. Hamilton estaba solo ante el peligro, únicamente protegido por un McLaren de muchas garantías. El inglés demostró tener alma de campeón ya en las primeras vueltas, cuando adelantó a Fisichella por una zona mojada. La lluvia, que había aparecido escasos minutos antes del inicio de la prueba, iba a ser el aliciente que provocaría un final de infarto, apareciendo de nuevo cuando quedaban sólo cinco vueltas para el final del Mundial.

A esas alturas Massa hacía lo que debía -ganar-, Alonso cumplía con su misión personal -ir por delante de Hamilton- y andaba segundo, mientras que Raikonen también estaba por delante del inglés, que tenía en Vettel a su principal rival por la cuarta plaza. Incluso la quinta le servía. Todo pintaba bien para el inglés. Hasta que empezó a llover.

Los que no iban primeros, como Kubica o Heidfeld, fueron los primeros en ponerse sus neumáticos intermedios, mientras que otros como Glock optaron por acabar una carrera que ya moría con los de seco. Los que sí iban primeros fueron entrando en boxes sin que sus posiciones cambiaran; sólo el propio Glock, que no había entrado en boxes, se había colado entre los mejores. Hamilton era quinto, todavía campeón. Sin embargo, ya con los intermedios puestos, Vettel le pegó un adelanto increíble al inglés que podría haber quedado para la historia de la fórmula 1 por haberle supuesto a Hamilton, por segundo año consecutivo, perder el título en la carrera final. Sólo quedaban dos vueltas y Hamilton andaba sexto; se quedaba sin aliento mientras en Ferrari la Pausini y los Massa no se lo creían.

Pero aún quedaba otra vuelta de tuerca. El final imposible. El que hace que un guión sea insuperable. Massa entró en meta como primero, Alonso segundo, Raikkonen tercero, Vettel cuarto... Sólo Glock debía llegar e impedir que Hamilton se hiciera con el Mundial. Pero aún quedaban dos curvas, demasiado para el coche del alemán, cuyos neumáticos secos no resistieron los charcos de Brasil. Hamilton le superó y acabó quinto, muy al límite. Fue una tarde de muchos vencedores y muchos vencidos.

Un guión insuperable

Toni Castro
Toni Castro
miércoles, 5 de noviembre de 2008, 09:39 h (CET)
Ni el mejor de los guionistas podría haber fabricado un final como el vivido este domingo en Interlagos (Brasil), donde se disputó la última carrera del Mundial de Fórmula 1 del 2008. Hamilton, que tenía bastante con acabar quinto, salía desde la cuarta posición, mientras que Massa, que debía ganar y esperar el fracaso del inglés, empezaba desde la pole. El sábado había sido el mejor trailer del peliculón que se vería el domingo: la situación de partida estaba próxima a la remontada para el brasileño, que encima corría en casa.

Para más inri, Hamilton salía justo por delante de Alonso, uno de sus grandes enemigos, y únicamente escoltado por su compañero de equipo Kovalainen, que tras tres curvas había dejado de ser su escolta, al retroceder hasta la séptima posición. Hamilton estaba solo ante el peligro, únicamente protegido por un McLaren de muchas garantías. El inglés demostró tener alma de campeón ya en las primeras vueltas, cuando adelantó a Fisichella por una zona mojada. La lluvia, que había aparecido escasos minutos antes del inicio de la prueba, iba a ser el aliciente que provocaría un final de infarto, apareciendo de nuevo cuando quedaban sólo cinco vueltas para el final del Mundial.

A esas alturas Massa hacía lo que debía -ganar-, Alonso cumplía con su misión personal -ir por delante de Hamilton- y andaba segundo, mientras que Raikonen también estaba por delante del inglés, que tenía en Vettel a su principal rival por la cuarta plaza. Incluso la quinta le servía. Todo pintaba bien para el inglés. Hasta que empezó a llover.

Los que no iban primeros, como Kubica o Heidfeld, fueron los primeros en ponerse sus neumáticos intermedios, mientras que otros como Glock optaron por acabar una carrera que ya moría con los de seco. Los que sí iban primeros fueron entrando en boxes sin que sus posiciones cambiaran; sólo el propio Glock, que no había entrado en boxes, se había colado entre los mejores. Hamilton era quinto, todavía campeón. Sin embargo, ya con los intermedios puestos, Vettel le pegó un adelanto increíble al inglés que podría haber quedado para la historia de la fórmula 1 por haberle supuesto a Hamilton, por segundo año consecutivo, perder el título en la carrera final. Sólo quedaban dos vueltas y Hamilton andaba sexto; se quedaba sin aliento mientras en Ferrari la Pausini y los Massa no se lo creían.

Pero aún quedaba otra vuelta de tuerca. El final imposible. El que hace que un guión sea insuperable. Massa entró en meta como primero, Alonso segundo, Raikkonen tercero, Vettel cuarto... Sólo Glock debía llegar e impedir que Hamilton se hiciera con el Mundial. Pero aún quedaban dos curvas, demasiado para el coche del alemán, cuyos neumáticos secos no resistieron los charcos de Brasil. Hamilton le superó y acabó quinto, muy al límite. Fue una tarde de muchos vencedores y muchos vencidos.

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