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Ben Tanosborn

¿Cuál seria el voto final de nuestros caídos?

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Sea todo por la libertad, repiten como loros los estadounidenses; creyéndolo algunos, con la mayoría embarazosamente racionalizando que al final de cuentas las vidas de los demás no tienen gran significado. Casi llegan a los 5.000 los caídos “nuestros” en Irak y Afganistán; y más de cien veces ese número “los de ellos”… ¡cifras sin contar!

“Operación Libertad Iraquí” con una cifra de mas de 4.000, y “Operación Libertad Perdurable” con rumbo a su primer millar de muertos representan las victimas de EEUU en estas dos contiendas. Bajas militares, silenciadas cumpliendo lo que creyeron ser su misión, junto a las victimas iraquíes y afganas en múltiples de cien, todo por culpa de un maniaco genocida, sin escrúpulos o decencia, que abusando de su poder llevó a este país a la guerra. Y como el resto de nosotros, presuntos ciudadanos entendidos, en nuestra miopía fuimos incapaces de discernir entre el terror y el error; o quizás, si supimos la diferencia, no nos importó.

En una semana los estadounidenses sabremos quien es nuestro presidente-electo, quien tomará las riendas de la nación el 20 de enero. ¿Acaso no tiene lógica el que estos casi 5.000 caídos tengan algo que decir en este asunto? ¿Acaso no cuenta su recomendación a nuestras conciencias? ¿Piden victoria y revancha… o es paz y buena voluntad lo que reclaman desde sus tumbas? ¿Nos respaldan en elegir a un comandante-en-jefe, un Cesar para el imperio, o prefieren que el nuevo presidente sea un reconciliador-en-jefe, un encargado y facilitador de las necesidades del pueblo?

No, nunca sabremos como nuestros caídos, miembros de familia o vecinos, pudieran haber votado de estar vivos. Si hubiesen votado a McCain en su arrogancia imperial, u optado por cambio: cualquiera menos McCain. ¡Nunca lo sabremos! Quizás lo único que debe importarnos ahora, según votamos, es que ya no queremos mas caídos, mas soldados silenciados… que el silencio debe tan solo pertenecer a rifles, morteros y demás armas tontas o inteligentes en los arsenales soportados por nuestros impuestos.

Nuestro apoyo al militar es tan “grande” que hemos relegado el tema de la guerra, y a nuestros compatriotas en uniforme militar, a un cuarto lugar en importancia durante este periodo electoral, detrás de ese trío medallero (economía, asistencia sanitaria y energía). De hecho, las cuestiones de cambio climático y control de fronteras – tema de inmigración, contienden para ese cuarto puesto.

¿Como puede sentirse un soldado en los últimos segundos antes de expirar, al ser su vida secuestrada a miles de kilómetros de su tierra – en Asia o el Oriente Medio – si alguien le explica exactamente sobre la libertad por que ha estado luchando? Nada de defender las libertades expresadas en la Constitución a instancias de sus compatriotas estadounidenses, algo que sería ingenuidad dados los verdaderos motivos por los que Bush inicio estas guerras. Aparentemente existe una libertad primordial, algo que impregna la forma de vida norteamericana en todos los aspectos, tanto de paz como de guerra. La libertad a que nos referimos, aceptada en EEUU por una mayoría abrumadora, es la “libertad de enriquecimiento”, bien sea ese enriquecimiento lícito o ilícito, olvidémonos lo que diga el séptimo mandamiento.

Ningún ejemplo mejor de lo que esta libertad implica que lo que está ocurriendo en esos mismos campos de batalla de Irak donde 4.168 soldados norteamericanos, defensores de esa libertad, han dejado sus vidas. Estos silenciosos militares han salvaguardado esa libertad para que contratistas, empresas, sinvergüenzas y compinches de los poderosos puedan enriquecerse, en muchos casos recurriendo a corrupción y desfalco.

Pero la libertad de enriquecimiento por la que ellos, a sabiendas o no, han muerto en estos últimos siete años ha tenido también beneficiarios aquí en Norteamérica. Durante estos años de lucha por conservar esa libertad, la nación estaba siendo violada por los abusadores de tal libertad sirviendo a su avaricia: confabulando en la colosal estafa de la vivienda y otros bienes raíces – bajo los auspicios de un gobierno irresponsable y un Banco Central consentidor – y la ladronería de un Wall Street sin reglas que acatar que ha estado defraudando no solo al país sino al resto del mundo con su abracadabra de derivativas financieras y su propio papel higiénico de CDS (credit default swaps)… en “rollos” por casi todos los bancos principales del mundo.

Intuitivamente nos damos cuenta que si estos soldados silenciosos pudiesen votar su última papeleta en estas elecciones, sabiendo lo que ahora saben, con independencia del equivocado, aunque honesto, patriotismo de sus familias, no querrían a otro belicista como líder; no, nunca mas.

¿Cuál seria el voto final de nuestros caídos?

Ben Tanosborn
Ben Tanosborn
lunes, 3 de noviembre de 2008, 07:14 h (CET)
Sea todo por la libertad, repiten como loros los estadounidenses; creyéndolo algunos, con la mayoría embarazosamente racionalizando que al final de cuentas las vidas de los demás no tienen gran significado. Casi llegan a los 5.000 los caídos “nuestros” en Irak y Afganistán; y más de cien veces ese número “los de ellos”… ¡cifras sin contar!

“Operación Libertad Iraquí” con una cifra de mas de 4.000, y “Operación Libertad Perdurable” con rumbo a su primer millar de muertos representan las victimas de EEUU en estas dos contiendas. Bajas militares, silenciadas cumpliendo lo que creyeron ser su misión, junto a las victimas iraquíes y afganas en múltiples de cien, todo por culpa de un maniaco genocida, sin escrúpulos o decencia, que abusando de su poder llevó a este país a la guerra. Y como el resto de nosotros, presuntos ciudadanos entendidos, en nuestra miopía fuimos incapaces de discernir entre el terror y el error; o quizás, si supimos la diferencia, no nos importó.

En una semana los estadounidenses sabremos quien es nuestro presidente-electo, quien tomará las riendas de la nación el 20 de enero. ¿Acaso no tiene lógica el que estos casi 5.000 caídos tengan algo que decir en este asunto? ¿Acaso no cuenta su recomendación a nuestras conciencias? ¿Piden victoria y revancha… o es paz y buena voluntad lo que reclaman desde sus tumbas? ¿Nos respaldan en elegir a un comandante-en-jefe, un Cesar para el imperio, o prefieren que el nuevo presidente sea un reconciliador-en-jefe, un encargado y facilitador de las necesidades del pueblo?

No, nunca sabremos como nuestros caídos, miembros de familia o vecinos, pudieran haber votado de estar vivos. Si hubiesen votado a McCain en su arrogancia imperial, u optado por cambio: cualquiera menos McCain. ¡Nunca lo sabremos! Quizás lo único que debe importarnos ahora, según votamos, es que ya no queremos mas caídos, mas soldados silenciados… que el silencio debe tan solo pertenecer a rifles, morteros y demás armas tontas o inteligentes en los arsenales soportados por nuestros impuestos.

Nuestro apoyo al militar es tan “grande” que hemos relegado el tema de la guerra, y a nuestros compatriotas en uniforme militar, a un cuarto lugar en importancia durante este periodo electoral, detrás de ese trío medallero (economía, asistencia sanitaria y energía). De hecho, las cuestiones de cambio climático y control de fronteras – tema de inmigración, contienden para ese cuarto puesto.

¿Como puede sentirse un soldado en los últimos segundos antes de expirar, al ser su vida secuestrada a miles de kilómetros de su tierra – en Asia o el Oriente Medio – si alguien le explica exactamente sobre la libertad por que ha estado luchando? Nada de defender las libertades expresadas en la Constitución a instancias de sus compatriotas estadounidenses, algo que sería ingenuidad dados los verdaderos motivos por los que Bush inicio estas guerras. Aparentemente existe una libertad primordial, algo que impregna la forma de vida norteamericana en todos los aspectos, tanto de paz como de guerra. La libertad a que nos referimos, aceptada en EEUU por una mayoría abrumadora, es la “libertad de enriquecimiento”, bien sea ese enriquecimiento lícito o ilícito, olvidémonos lo que diga el séptimo mandamiento.

Ningún ejemplo mejor de lo que esta libertad implica que lo que está ocurriendo en esos mismos campos de batalla de Irak donde 4.168 soldados norteamericanos, defensores de esa libertad, han dejado sus vidas. Estos silenciosos militares han salvaguardado esa libertad para que contratistas, empresas, sinvergüenzas y compinches de los poderosos puedan enriquecerse, en muchos casos recurriendo a corrupción y desfalco.

Pero la libertad de enriquecimiento por la que ellos, a sabiendas o no, han muerto en estos últimos siete años ha tenido también beneficiarios aquí en Norteamérica. Durante estos años de lucha por conservar esa libertad, la nación estaba siendo violada por los abusadores de tal libertad sirviendo a su avaricia: confabulando en la colosal estafa de la vivienda y otros bienes raíces – bajo los auspicios de un gobierno irresponsable y un Banco Central consentidor – y la ladronería de un Wall Street sin reglas que acatar que ha estado defraudando no solo al país sino al resto del mundo con su abracadabra de derivativas financieras y su propio papel higiénico de CDS (credit default swaps)… en “rollos” por casi todos los bancos principales del mundo.

Intuitivamente nos damos cuenta que si estos soldados silenciosos pudiesen votar su última papeleta en estas elecciones, sabiendo lo que ahora saben, con independencia del equivocado, aunque honesto, patriotismo de sus familias, no querrían a otro belicista como líder; no, nunca mas.

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