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Psicología y sexualidad
Etiquetas | Entrevista | Psicología
Entrevista a Pilar Enjamio, Psicóloga

“La ansiedad es el origen de muchos de los trastornos mentales más frecuentes”

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La soledad y el aislamiento forman parte de la gran paradoja de nuestra sociedad tecnificada, en la que casi cualquier cosa es conocida al instante en los lugares más remotos, desde lo más trivial a lo más dramático. El Gran Hermano orwelliano es ya una realidad y, sin embargo, parece que el individuo vive en una especie de crisálida en la que comunicarse de verdad con otro ser humano resulta una tarea casi imposible. A un nivel superficial sabemos casi todo de casi todos, pero el verdadero intercambio de ideas, de temores, esperanzas, penas y alegrías y proyectos vitales ha sufrido una merma considerable. Muchos sólo viven la realidad virtual del ordenador y del smartphone (que ni es realidad ni tiene virtud alguna) y los niños y adolescentes (no todos, pero sí muchos) tienden a aislarse en el escabroso mundo de los “juegos de consola”, en los que la vida tiene poco valor y la muerte o, más exactamente, “matar”, hace sumar puntos en una supuesta batalla contra la nada. En esta realidad tan distorsionada, en un mundo en el que la ansiedad constituye el primer factor de muchas alteraciones del comportamiento, el papel del psicólogo resulta fundamental. Pilar Enjamio lleva muchos años dedicándose a tratar de restablecer en sus pacientes ese equilibrio alterado por un entorno hostil.

Unnamed 25

En tu libro Entre la furia y la calma, publicado recientemente, te refieres a bastantes casos célebres por haber sido aireados hasta la saciedad en los medios de comunicación. De hecho has aportado tu opinión profesional en bastantes de ellos – Espejo Público, de Antena 3; 13 Tv, Cuatro, el espacio de Paco Lobatón en la 1 etc.- y de todas estas historias hay una de especial actualidad, ya que hace pocas emanas se celebró un juicio en el que se ha emitido el veredicto de culpabilidad de unos padres acusados de haber asesinado a su hija. Me refiero, claro está, al caso de la niña Asunta Basterra Porto. ¿Cuáles son tus impresiones al respecto?
Podría empezar por el final y decir ¿por qué obstinarse en no aceptar que un juicio basado en indicios puede ser tan válido como otro basado en pruebas? Me resulta incomprensible que ahora haya quien cuestione el veredicto del jurado, sobre todo cuando aquí se trata del asesinato de una menor, un ser indefenso.

¿Qué especial relación tuviste con el caso?
En realidad, ninguna personal; aunque mi padre fue amigo del padre de Charo Porto y ello me hizo conocer algunos detalles sobre su biografía. Por ejemplo, que tuvo una educación muy rígida y autoritaria. Y ello crea una ansiedad que se combina con un fondo de depresión. No voy a entrar en más detalles, pero recuerdo que su padre le decía al mío que para que se centrara la habían aconsejado que adoptara a una niña. Los padres pensaban que eso la equilibraría. La “otra persona” (Alfonso Basterra) no les gustaba. He escrito en algún artículo que las personas que padecen algún tipo de parafilia suelen ser incapaces de tener una relación normal con su pareja porque para excitarse necesitan el objeto de su perversión. Eso se veía bastante claro. De ahí podría venir el hecho de que ella, al morir sus padres, tuviera una serie de amantes. Él siempre ha mostrado una actitud prepotente, que es un rasgo muy común entre los maltratadores. Ello no tiene nada que ver con el hecho de que sea o no culpable. En este caso ha habido (hay) muchas incógnitas. El papel del abuelo (el padre de Basterra) apareciendo frecuentemente en televisión y afirmando cosas tales como que “a Charo Porto se le fue la mano”, tratando así de exculpar a su hijo, me parece lamentable. Este señor no tenía prácticamente relación alguna con su nieta y tampoco con él o con su nuera. En mi opinión, Charo, que tiene una personalidad muy inmadura, consideró a su hija como una muñeca a la que vestir. Cuando la niña creció y empezó a rivalizar con su madre, el hechizo se rompió: ya no les gustaban las mismas cosas y la marcada personalidad de aquella, dotada de una inteligencia muy despierta, comenzó a resultar incómoda. Y eso queda patente en algunos videos donde se ve cómo la madre se dirigía a ella, cómo la llamaba etc. Por otro lado apunté en su día que podría haber habido un componente de parafilia o perversión: las fotos, que sin duda tienen un componente erótico, en las que aparece retratada como dormida y maquillada; la coincidencia que se daba entre los episodios de sedación y las noches que pasaba en casa del padre (ya separado de Charo)… En fin, son cosas que dan mucho que pensar y, en cualquier caso, no son “normales”. Yo creo, en definitiva, que él lo planeó todo y ella se dejó manipular.

¿Crees entonces que el veredicto ha sido justo?
En mi opinión, sí. Se critica mucho a los jurados populares, pero creo que éste lo ha hecho espléndidamente.

¿Puede hablarse de trastorno mental o de simple maldad?
En el caso concreto de Charo yo hablaría de trastorno mental. Pero tanto en Basterra (como también con Bretón) existe un componente obsesivo, una idea fija que raya en la psicosis. Puedes borrar del mapa a una niña a la que realmente nunca quisiste (¿Es normal que se refiriera a ella como “la asiática”?)

¿Y cuál es tu opinión sobre aquél blog que publicaba Asunta y del que nunca más se oyó hablar?
Comenté en los programas de TV “Hola, Nieves” y “El cascabel” que es frecuente que cuando un niño sufre busque liberar esa angustia a través de la escritura, tratando de plasmar esa realidad que le resulta dolorosa, empleando nombre ficticios para tomar distancia de ese dolor. Creo que la historia del blog tiene mucho que ver con un secreto compartido con respecto a los abuelos.

¿Cuál podría ser ese secreto?
No lo sé. Sólo puedo decir que la inesperada muerte de los abuelos quizá sea muy determinante en el caso. Asunta estaba muy unida a sus abuelos maternos, especialmente al abuelo, que venía a buscarla a la guardería y la llevaba a pasear a la Alameda. Cuando murió, ella acudía sola al mismo lugar para hablar con el espíritu del abuelo, el único que la quería. Aunque no tuvo realmente figuras parentales, tuvo otras –muy especialmente la que fue su niñera y la madrina- que compensaron en cierta manera esa carencia.

¿Ha habido algún momento en el que, por expresar libremente tus opiniones sobre este caso, te hayas sentido apartada por ciertos medios de comunicación?
Ha habido algún caso curioso. Por ejemplo, en Cuatro me entrevistaron durante hora y media (en el programa Tiempo Nuevo) y al final sólo emitieron dos momentos (en total dos minutos) con el rótulo “conocedora de” en vez de “psicóloga”. Si cortan una frase y pasan a otra sin más, el sentido general puede verse totalmente alterado. Sí, ha habido ocasiones, que no comento por discreción, en las que he sentido que mi libertad de expresión podía no convenir.

Pero no todas las experiencias han sido así. Por ejemplo Alfonso Merlos y Antonio Jiménez (13 TV) siempre valoran mucho mis opiniones. Paco Lobatón, que es un auténtico profesional, me entrevistó en un programa sobre los menores y su problemática, y tuvo el detalle de invitarme al congreso a nivel europeo sobre familiares de desaparecidos que se celebró en Jaén el 28 y 29 de diciembre. Además presentó mi libro, por lo que le estoy muy agradecida.

Tu libro, Entre la furia y la calma, tuvo su primera presentación en Santiago y fue el propio Rector de la Universidad, Juan Viaño, el encargado de hacerla ¿Te resultó fácil publicarlo?
La verdad es que, en un principio, no lo fue. He comprobado que existe mucho mercadeo en el mundo editorial y, lo que es más curioso, que muchos autores a los que consulté sobre cómo hacerlo se mostraron muy reticentes. Incluso un conocido periodista de ABC llegó a decirme: “Si a mí me resulta difícil que me publiquen un libro, imagínate a ti que no eres nadie”

Enorme grosería
Sí; pero al final cinco editoriales respondieron a mi propuesta. De modo que incluso puede elegir. Siempre cuando te cierran puertas, “alguien” abre varias ventanas.

¿Qué te llevó a reunir en formato de libro la colección de escritos que conforma Entre la furia y la calma?
Nunca pretendí escribir un libro como tal. El primero en sugerírmelo fue Alfredo Urdaci porque, según dijo, yo tenía mucho que contar. Estos artículos son comentarios que permanecen, ya que nada tienen que ver con situaciones coyunturales. Son reflexiones de autoayuda y lo cierto es que no esperaba un éxito parecido. Va camino de la 3ª edición.

¿Por qué ciertos temas, como el suicidio, el aborto y la eutanasia, siguen sujetos a un tabú social?
No es esa la cuestión, creo yo. Se trata de una cuestión de creencias y, en mi caso, yo apuesto siempre por la vida. De la muerte no hay vuelta atrás. El dolor se puede y se debe paliar y el deseo de morir puede cambiarse aplicando la terapia adecuada. Incluso con terapias nuevas (incluyo entre ellas en mi libro a la “flamencología”; algo que, dependiendo de los casos, puede funcionar muy bien) Creo que siempre hay que apostar por la vida.

¿A qué puede deberse que los fenómenos de soledad y aislamiento sean mucho más frecuentes en nuestra sociedad tecnificada que en otras menos desarrolladas?
Cuando la vida carece de una dimensión trascendente, cuando todo se materializa y las aspiraciones de muchos se reducen a tener el último i-pad, el modelo de coche X, y no se da valor a lo que realmente merece la pena, surge la ansiedad. En la sencillez se encuentra la felicidad. En las sociedades a las que aludes no existe la dependencia ficticia de esas cosas. Lo esencial cuesta trabajo de conseguir y todo –la propia vida y lo que con ella se hace- se valora mucho más. Por otro lado, algo que va de la mano del aislamiento es la adicción a la “realidad virtual”, a los móviles, a las redes sociales… No hay duda de que pueden ser instrumentos útiles para, por ejemplo, el trabajo; pero nunca para reemplazar a las reuniones, a las tertulias y a la comunicación “de tú a tú”. Aquella costumbre en los pueblos de sacar las sillas a la puerta de casa al atardecer y charlar con los vecinos casi se ha perdido. Vivimos además en una sociedad muy hedonista, en la que lo que prima es lo material, lo exterior. La ansiedad es el origen de muchos de los trastornos mentales más frecuentes. Y la depresión –entre ellas la infantil, tan común en nuestros días- es fruto en muchos casos de situaciones de maltrato o acoso.

¿Cómo pueden influir los llamados “juegos de consola” o de “rol” en el comportamiento infantil o del adolescente?
De manera muy negativa, porque son siempre agresivos.

El adolescente desea ser valorado, aprobado socialmente, y cuando esto no ocurre tiende a identificarse con personajes del juego. Incluso el hecho de vestirse como ellos les confiere la fuerza de sentirse protagonistas en un enfrentamiento contra la autoridad. Estos juegos pueden generar una psicosis que a veces se plasma en hechos tan trágicos como el de aquel niño de doce años que mató a su profesor con una ballesta hace algunos meses. La legislación debería adoptar medidas contra esta realidad; impedir que se fomente la agresividad en mentes no del todo formadas. La educación es la base de todo. Y, por cierto, de esos juegos pueden también derivarse el maltrato y el acoso escolar.

Estás muy implicada en la defensa a la mujer maltratada ¿qué te parece la retirada de la ley de vigilancia a los maltratadores?
Dije en su momento que ello acarrearía muchísimas muertes. Cuando el maltratador llevaba su pulsera de localización, la policía acudía al minuto en el momento en que, por ejemplo, la víctima podía verse afectada por el “síndrome de Estocolmo” y estar tentada a abrir la puerta a su acosador. La retirada es un despropósito de políticos que no se sabe muy bien para quienes gobiernan; hacen oídos sordos a muchas problemáticas sociales acuciantes, como pueda ser el acoso a las mujeres maltratadas. Y a los profesionales no suelen hacernos el menor caso.

“La ansiedad es el origen de muchos de los trastornos mentales más frecuentes”

Entrevista a Pilar Enjamio, Psicóloga
Luis del Palacio
sábado, 28 de noviembre de 2015, 01:18 h (CET)
La soledad y el aislamiento forman parte de la gran paradoja de nuestra sociedad tecnificada, en la que casi cualquier cosa es conocida al instante en los lugares más remotos, desde lo más trivial a lo más dramático. El Gran Hermano orwelliano es ya una realidad y, sin embargo, parece que el individuo vive en una especie de crisálida en la que comunicarse de verdad con otro ser humano resulta una tarea casi imposible. A un nivel superficial sabemos casi todo de casi todos, pero el verdadero intercambio de ideas, de temores, esperanzas, penas y alegrías y proyectos vitales ha sufrido una merma considerable. Muchos sólo viven la realidad virtual del ordenador y del smartphone (que ni es realidad ni tiene virtud alguna) y los niños y adolescentes (no todos, pero sí muchos) tienden a aislarse en el escabroso mundo de los “juegos de consola”, en los que la vida tiene poco valor y la muerte o, más exactamente, “matar”, hace sumar puntos en una supuesta batalla contra la nada. En esta realidad tan distorsionada, en un mundo en el que la ansiedad constituye el primer factor de muchas alteraciones del comportamiento, el papel del psicólogo resulta fundamental. Pilar Enjamio lleva muchos años dedicándose a tratar de restablecer en sus pacientes ese equilibrio alterado por un entorno hostil.

Unnamed 25

En tu libro Entre la furia y la calma, publicado recientemente, te refieres a bastantes casos célebres por haber sido aireados hasta la saciedad en los medios de comunicación. De hecho has aportado tu opinión profesional en bastantes de ellos – Espejo Público, de Antena 3; 13 Tv, Cuatro, el espacio de Paco Lobatón en la 1 etc.- y de todas estas historias hay una de especial actualidad, ya que hace pocas emanas se celebró un juicio en el que se ha emitido el veredicto de culpabilidad de unos padres acusados de haber asesinado a su hija. Me refiero, claro está, al caso de la niña Asunta Basterra Porto. ¿Cuáles son tus impresiones al respecto?
Podría empezar por el final y decir ¿por qué obstinarse en no aceptar que un juicio basado en indicios puede ser tan válido como otro basado en pruebas? Me resulta incomprensible que ahora haya quien cuestione el veredicto del jurado, sobre todo cuando aquí se trata del asesinato de una menor, un ser indefenso.

¿Qué especial relación tuviste con el caso?
En realidad, ninguna personal; aunque mi padre fue amigo del padre de Charo Porto y ello me hizo conocer algunos detalles sobre su biografía. Por ejemplo, que tuvo una educación muy rígida y autoritaria. Y ello crea una ansiedad que se combina con un fondo de depresión. No voy a entrar en más detalles, pero recuerdo que su padre le decía al mío que para que se centrara la habían aconsejado que adoptara a una niña. Los padres pensaban que eso la equilibraría. La “otra persona” (Alfonso Basterra) no les gustaba. He escrito en algún artículo que las personas que padecen algún tipo de parafilia suelen ser incapaces de tener una relación normal con su pareja porque para excitarse necesitan el objeto de su perversión. Eso se veía bastante claro. De ahí podría venir el hecho de que ella, al morir sus padres, tuviera una serie de amantes. Él siempre ha mostrado una actitud prepotente, que es un rasgo muy común entre los maltratadores. Ello no tiene nada que ver con el hecho de que sea o no culpable. En este caso ha habido (hay) muchas incógnitas. El papel del abuelo (el padre de Basterra) apareciendo frecuentemente en televisión y afirmando cosas tales como que “a Charo Porto se le fue la mano”, tratando así de exculpar a su hijo, me parece lamentable. Este señor no tenía prácticamente relación alguna con su nieta y tampoco con él o con su nuera. En mi opinión, Charo, que tiene una personalidad muy inmadura, consideró a su hija como una muñeca a la que vestir. Cuando la niña creció y empezó a rivalizar con su madre, el hechizo se rompió: ya no les gustaban las mismas cosas y la marcada personalidad de aquella, dotada de una inteligencia muy despierta, comenzó a resultar incómoda. Y eso queda patente en algunos videos donde se ve cómo la madre se dirigía a ella, cómo la llamaba etc. Por otro lado apunté en su día que podría haber habido un componente de parafilia o perversión: las fotos, que sin duda tienen un componente erótico, en las que aparece retratada como dormida y maquillada; la coincidencia que se daba entre los episodios de sedación y las noches que pasaba en casa del padre (ya separado de Charo)… En fin, son cosas que dan mucho que pensar y, en cualquier caso, no son “normales”. Yo creo, en definitiva, que él lo planeó todo y ella se dejó manipular.

¿Crees entonces que el veredicto ha sido justo?
En mi opinión, sí. Se critica mucho a los jurados populares, pero creo que éste lo ha hecho espléndidamente.

¿Puede hablarse de trastorno mental o de simple maldad?
En el caso concreto de Charo yo hablaría de trastorno mental. Pero tanto en Basterra (como también con Bretón) existe un componente obsesivo, una idea fija que raya en la psicosis. Puedes borrar del mapa a una niña a la que realmente nunca quisiste (¿Es normal que se refiriera a ella como “la asiática”?)

¿Y cuál es tu opinión sobre aquél blog que publicaba Asunta y del que nunca más se oyó hablar?
Comenté en los programas de TV “Hola, Nieves” y “El cascabel” que es frecuente que cuando un niño sufre busque liberar esa angustia a través de la escritura, tratando de plasmar esa realidad que le resulta dolorosa, empleando nombre ficticios para tomar distancia de ese dolor. Creo que la historia del blog tiene mucho que ver con un secreto compartido con respecto a los abuelos.

¿Cuál podría ser ese secreto?
No lo sé. Sólo puedo decir que la inesperada muerte de los abuelos quizá sea muy determinante en el caso. Asunta estaba muy unida a sus abuelos maternos, especialmente al abuelo, que venía a buscarla a la guardería y la llevaba a pasear a la Alameda. Cuando murió, ella acudía sola al mismo lugar para hablar con el espíritu del abuelo, el único que la quería. Aunque no tuvo realmente figuras parentales, tuvo otras –muy especialmente la que fue su niñera y la madrina- que compensaron en cierta manera esa carencia.

¿Ha habido algún momento en el que, por expresar libremente tus opiniones sobre este caso, te hayas sentido apartada por ciertos medios de comunicación?
Ha habido algún caso curioso. Por ejemplo, en Cuatro me entrevistaron durante hora y media (en el programa Tiempo Nuevo) y al final sólo emitieron dos momentos (en total dos minutos) con el rótulo “conocedora de” en vez de “psicóloga”. Si cortan una frase y pasan a otra sin más, el sentido general puede verse totalmente alterado. Sí, ha habido ocasiones, que no comento por discreción, en las que he sentido que mi libertad de expresión podía no convenir.

Pero no todas las experiencias han sido así. Por ejemplo Alfonso Merlos y Antonio Jiménez (13 TV) siempre valoran mucho mis opiniones. Paco Lobatón, que es un auténtico profesional, me entrevistó en un programa sobre los menores y su problemática, y tuvo el detalle de invitarme al congreso a nivel europeo sobre familiares de desaparecidos que se celebró en Jaén el 28 y 29 de diciembre. Además presentó mi libro, por lo que le estoy muy agradecida.

Tu libro, Entre la furia y la calma, tuvo su primera presentación en Santiago y fue el propio Rector de la Universidad, Juan Viaño, el encargado de hacerla ¿Te resultó fácil publicarlo?
La verdad es que, en un principio, no lo fue. He comprobado que existe mucho mercadeo en el mundo editorial y, lo que es más curioso, que muchos autores a los que consulté sobre cómo hacerlo se mostraron muy reticentes. Incluso un conocido periodista de ABC llegó a decirme: “Si a mí me resulta difícil que me publiquen un libro, imagínate a ti que no eres nadie”

Enorme grosería
Sí; pero al final cinco editoriales respondieron a mi propuesta. De modo que incluso puede elegir. Siempre cuando te cierran puertas, “alguien” abre varias ventanas.

¿Qué te llevó a reunir en formato de libro la colección de escritos que conforma Entre la furia y la calma?
Nunca pretendí escribir un libro como tal. El primero en sugerírmelo fue Alfredo Urdaci porque, según dijo, yo tenía mucho que contar. Estos artículos son comentarios que permanecen, ya que nada tienen que ver con situaciones coyunturales. Son reflexiones de autoayuda y lo cierto es que no esperaba un éxito parecido. Va camino de la 3ª edición.

¿Por qué ciertos temas, como el suicidio, el aborto y la eutanasia, siguen sujetos a un tabú social?
No es esa la cuestión, creo yo. Se trata de una cuestión de creencias y, en mi caso, yo apuesto siempre por la vida. De la muerte no hay vuelta atrás. El dolor se puede y se debe paliar y el deseo de morir puede cambiarse aplicando la terapia adecuada. Incluso con terapias nuevas (incluyo entre ellas en mi libro a la “flamencología”; algo que, dependiendo de los casos, puede funcionar muy bien) Creo que siempre hay que apostar por la vida.

¿A qué puede deberse que los fenómenos de soledad y aislamiento sean mucho más frecuentes en nuestra sociedad tecnificada que en otras menos desarrolladas?
Cuando la vida carece de una dimensión trascendente, cuando todo se materializa y las aspiraciones de muchos se reducen a tener el último i-pad, el modelo de coche X, y no se da valor a lo que realmente merece la pena, surge la ansiedad. En la sencillez se encuentra la felicidad. En las sociedades a las que aludes no existe la dependencia ficticia de esas cosas. Lo esencial cuesta trabajo de conseguir y todo –la propia vida y lo que con ella se hace- se valora mucho más. Por otro lado, algo que va de la mano del aislamiento es la adicción a la “realidad virtual”, a los móviles, a las redes sociales… No hay duda de que pueden ser instrumentos útiles para, por ejemplo, el trabajo; pero nunca para reemplazar a las reuniones, a las tertulias y a la comunicación “de tú a tú”. Aquella costumbre en los pueblos de sacar las sillas a la puerta de casa al atardecer y charlar con los vecinos casi se ha perdido. Vivimos además en una sociedad muy hedonista, en la que lo que prima es lo material, lo exterior. La ansiedad es el origen de muchos de los trastornos mentales más frecuentes. Y la depresión –entre ellas la infantil, tan común en nuestros días- es fruto en muchos casos de situaciones de maltrato o acoso.

¿Cómo pueden influir los llamados “juegos de consola” o de “rol” en el comportamiento infantil o del adolescente?
De manera muy negativa, porque son siempre agresivos.

El adolescente desea ser valorado, aprobado socialmente, y cuando esto no ocurre tiende a identificarse con personajes del juego. Incluso el hecho de vestirse como ellos les confiere la fuerza de sentirse protagonistas en un enfrentamiento contra la autoridad. Estos juegos pueden generar una psicosis que a veces se plasma en hechos tan trágicos como el de aquel niño de doce años que mató a su profesor con una ballesta hace algunos meses. La legislación debería adoptar medidas contra esta realidad; impedir que se fomente la agresividad en mentes no del todo formadas. La educación es la base de todo. Y, por cierto, de esos juegos pueden también derivarse el maltrato y el acoso escolar.

Estás muy implicada en la defensa a la mujer maltratada ¿qué te parece la retirada de la ley de vigilancia a los maltratadores?
Dije en su momento que ello acarrearía muchísimas muertes. Cuando el maltratador llevaba su pulsera de localización, la policía acudía al minuto en el momento en que, por ejemplo, la víctima podía verse afectada por el “síndrome de Estocolmo” y estar tentada a abrir la puerta a su acosador. La retirada es un despropósito de políticos que no se sabe muy bien para quienes gobiernan; hacen oídos sordos a muchas problemáticas sociales acuciantes, como pueda ser el acoso a las mujeres maltratadas. Y a los profesionales no suelen hacernos el menor caso.

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