Los hábitos de vida actuales, marcados en muchos casos por la reducción en las horas que dedicamos a dormir, así como las irregularidades entre sueño y vigilia debidas al trabajo por turnos, el jet-lag o la exposición excesiva a luz brillante durante las noches, hacen que nuestro cerebro pierda la percepción de nuestros ritmos circadianos internos y externos, lo que podría influir a la vez en nuestra nutrición.
Éste es uno de los temas que se han tratado en la Sesión Científica Extraordinaria ‘Modelos conceptuales de nueva implementación en nutrición comunitaria’ organizada por la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) con la participación de la Academia Española de Nutrición (AEN) y la colaboración de The Coca-Cola Company en España.
En este sentido, la Prof. Dra. Marta Garaulet, Catedrática de Fisiología y Nutrición de la Universidad de Murcia, expone que “la cronobiología, es decir, la evaluación del estado de los ritmos circadianos de cada individuo puede ser de gran interés en la nutrición. Al ser una parte innata de nuestras vidas, apenas prestamos atención a estos ritmos circadianos, y su buen funcionamiento permiten que nuestro organismo se anticipe y adapte a cambios medioambientales”.
Esta nueva área de investigación en nutrición comunitaria -continúa explicando la Prof. Garaulet-, “podría aportar gran información en enfermedades relacionadas con la malnutrición como son las principales dolencias degenerativas tales como la obesidad, el cáncer o las enfermedades cardiovasculares”.
Sin duda, esto refuerza la idea de que el papel protector de la dieta va unido a hábitos de vida saludables. A este respecto, la Prof. Dra. Marcela González-Gross, Catedrática de Nutrición Deportiva y Fisiología del Ejercicio de la Universidad Politécnica de Madrid, ha resaltado que “está comprobado a través de la evidencia científica que la actividad física es un factor determinante de buena salud. Un comportamiento sedentario o activo puede determinar el patrón alimentario así como la utilización metabólica de los nutrientes”.
Déficit vitamínico asociado a enfermedades
Además, esta sesión de la RANM coordinada por el Prof. Manuel Díaz-Rubio, presidente de honor de la RANM, y el Prof. Lluìs Serra-Majem y el Prof. Javier Aranceta, presidente y vicepresidente de la AEN, ha servido también para poner sobre la mesa otros modelos novedosos en nutrición comunitaria como es el análisis del déficit de Vitamina D como otro factor asociado a diversas patologías. “En nuestro entorno es muy común la deficiencia de esta vitamina, que está implicada en el metabolismo óseo, pero que también se asocia con otros tejidos y sistemas”, explica la Prof. Dra. Victoria Arija, Catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona.
“Un aporte deficiente de Vitamina D a través de la dieta o debido a una escasa exposición solar, está relacionado con cáncer, enfermedades cardiovasculares y autoinmunes, diabetes y depresión”, comenta la Dra. Arija. “En la evidencia científica se ha observado que la suplementación de esta vitamina ayuda en la prevención de caídas en personas de edad avanzada”.