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Etiquetas | Real Madrid | Khimki | Euroliga
El cuadro de Moscú se apuntó un intenso encuentro marcada por un gran Rice (18 puntos), desajustes defensivos blancos y una nefasta actuación arbitral.

El Khimki sitúa al Real Madrid en urgencias en Euroliga (82-85)

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Ficha técnica
82 - Real Madrid: Llull (13), Carroll (10), Rudy Fernández (9), Reyes (10) y Ayón (14) -quinteto inicial-; Sergio Rodríguez (17), Thompkins (7), Maciulis (0), Nocioni (0), Doncic (-), Hernangómez (-) y Taylor (2).

85 - Khimki Rice (18), Koponen (6), Monia (11), Honeycutt (2) y Davis (9) -quinteto inicial-; Dragic (4), Shved (13), Todorovic (4), Augustine (12), Pateev (-), Ilnitskiy (-) y Vyaltsev (6).

Parciales: 22-24, 20-20, 21-22 y 19-19.

Árbitros: Pukl (SLO), Viator (FRA) y Pastusiak (POL). Eliminado Koponen por 5 faltas.

Incidencias: Partido de la sexta jornada de Euroliga disputado en el Palacio de Deportes de Madrid ante 9.310 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por los atentados terroristas de París del pasado viernes.
La defensa. Los dolores de cabeza son consecuencia de una escasa defensa. Lo que antaño era el sustento se ha convertido en un problema. Este Real Madrid no es el mismo Real Madrid de hace unos meses. En defensa, se conceden canastas cómodas, no se incordia al adversario en sus transiciones con y sin balón. El rebote tampoco se cierra como no hace excesivo tiempo. Tampoco se aprecia ese agobio defensivo que el Real Madrid trasmitía a su víctima de turno. Con esta situación de endeblez defensiva se subsiste en Liga Endesa -la puntería salva encuentros- y uno se ahoga en cuanto cruza fronteras. La Euroliga no perdona estos estados de forma.

Carente de historia y sobrado de millones. Así es este Khimki. El conjunto ruso no es un adversario cualquiera. Es un conjunto trazado a base de grandes jugadores -bastantes con pasado ACB- y con un bloque sólido en cuanto al aspecto táctico; no dejaron correr en exceso al Real Madrid. En defensa se mueve de forma coral y sin apenas conceder canastas sencillas; ofensivamente cuentan con un importante arsenal de recursos. Era un examen para el Real Madrid. Quedó demostrado en el primer cuarto: 22-24. No iba a ser una tarea sencilla apuntarse el triunfo. Victoria, por otra parte, más que necesaria para no complicarse aún más el futuro en esta primera fase europea. Y se complicó.

Aviso inicial del Khimki
En esta ocasión, además de esos problemas defensivos de costumbre, el Real Madrid no empezó con el punto de mira excesivamente calibrado: 1 de 7 en triples. Sus canastas, además, eran más consecuencia del pundonor que corre por sus venas que de una clarividencia ofensiva. Esta mezcla estalló en su contra alcanzado el ecuador del segundo cuarto. El Real Madrid no agarró con fuerza esa cuerda del marcador y acabó con 10 puntos abajo: 27-37. Era un momento crucial. No sólo porque había aguas, sino porque había cierto estrés y descontento con los árbitros. Los focos estaban orientados a todo aquello que no fuera baloncesto.

Entonces apareció Sergio Rodríguez. Ofensivamente anotó siete puntos más que valiosos, que sumados a otros puntos de Rudy Fernández y Felipe Reyes recondujeron el marcador hasta un 39-41 a poco más de un minuto para el descanso. No sólo fue consecuencia de esa garra -que nunca falla, todo sea dicho- sino también de una mínima subida de intensidad defensiva. Maciulis tiene mucha culpa. Shved ya no se movía tan rápido. Ni Rice anotaba cómodamente. Ni Kaponen. Ni Davis dominaba en el aro. El público, siempre fiel, también aportaba con su presión. Notó que fallaban las fuerzas y ahí estuvo. Notó que el arbitraje no era ecuánime (como cuando pitaron una técnica a Laso y obviaron una intencionada clara de Augustine, o como cuando anularon una canasta clara de Ayón cuando antes no lo hicieron con el Khimki) y eso les irritó; irritación que transformó en empuje.

Quedaba todo otro tramo. Se había salvado un problema a base de coraje; pero habría que aprender en el descanso. Era sencillo: defender mejor, atacar más serenos (en momentos quemaba el balón) y abstraerse de un trío de árbitros necesitados de protagonismo. Se empezó con un 42-44. Y se comenzó con buen pie: buena defensa con tapón sobre Rice y recuperación sobre Davis y dos triples de Carroll. Buen arranque: 50-49. Los árbitros también continuaron con su recital de despropósitos: zancadilla no vista sobre Reyes. Y llegó otro desajuste en el marcador: 52-60. Rice era una fábrica de hacer canastas. Los fantasmas de Milán. De aquella Final Four contra Maccabi. Taylor consiguió frenarle por momentos y esto otorgó un balón de oxígeno al Real Madrid: 63-66.

A una carta
A todo o nada en diez minutos. Aguardaba un cuarto de desenlace tan dramático como apasionante. El calor aumentaba en función del marcador: 68-73 a poco más de 6 minutos para la conclusión. El Real Madrid empezaba a moverse en arenas muy movedizas. Su tiempo de recuperación se acortaba. Y entonces apareció, otra vez, Sergio Rodríguez. Su triple puso en órbita al Real Madrid. 71-73. Y cinco minutos por jugarse. Más emoción era imposible. O quizá sí. Porque Llull repitió acción para mantener con vida a los blancos. Y Reyes saltaba a cancha. El Palacio de los Deportes era una olla a presión: 74-75 y poco más de tres minutos.

Belgrado, a todo o nada
La misión volvió a oscurecerse cuando Monya (con un triple) más otra decisión más que cuestionable de los árbitros pusieron al Real Madrid en desventaja: 74-79. Volvió entonces, otra vez, Sergio Rodríguez. Otro triple y volver a empezar: 77-79. Y los árbitros… los árbitros a lo suyo. No querían perder su cuota de protagonismo. Y se entró en la fase más decisiva con un 77-81. Quedaba minuto y medio. Corto tiempo; un mundo en baloncesto. Llull se jugó un triple rápido, falló y el Khimki no perdió viaje: 77-82. Y otra vez, sí, otra vez Sergio Rodríguez: otro triple, 80-82 y último minuto. Y Laso haciendo cambios de entrenador de balonmano mientras Llull sólo acertó un tiro libre: 81-82. Shved no falló, por el contrario: 81-84. Quedaban 20 segundos. Se jugó todo al triple. Llull no acertó por dos veces. El partido era del Khimki (la última derrota europea en casa fue ante Unics kazán el 27 de noviembre de 2014). El Real Madrid se complica su situación en Europa. Belgrado será un todo o nada. Luego Fenerbahce, Múnich y Estrasburgo. Ya no hay opción a errar más.

El Khimki sitúa al Real Madrid en urgencias en Euroliga (82-85)

El cuadro de Moscú se apuntó un intenso encuentro marcada por un gran Rice (18 puntos), desajustes defensivos blancos y una nefasta actuación arbitral.
Rafael Merino
miércoles, 18 de noviembre de 2015, 21:50 h (CET)
Ficha técnica
82 - Real Madrid: Llull (13), Carroll (10), Rudy Fernández (9), Reyes (10) y Ayón (14) -quinteto inicial-; Sergio Rodríguez (17), Thompkins (7), Maciulis (0), Nocioni (0), Doncic (-), Hernangómez (-) y Taylor (2).

85 - Khimki Rice (18), Koponen (6), Monia (11), Honeycutt (2) y Davis (9) -quinteto inicial-; Dragic (4), Shved (13), Todorovic (4), Augustine (12), Pateev (-), Ilnitskiy (-) y Vyaltsev (6).

Parciales: 22-24, 20-20, 21-22 y 19-19.

Árbitros: Pukl (SLO), Viator (FRA) y Pastusiak (POL). Eliminado Koponen por 5 faltas.

Incidencias: Partido de la sexta jornada de Euroliga disputado en el Palacio de Deportes de Madrid ante 9.310 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por los atentados terroristas de París del pasado viernes.
La defensa. Los dolores de cabeza son consecuencia de una escasa defensa. Lo que antaño era el sustento se ha convertido en un problema. Este Real Madrid no es el mismo Real Madrid de hace unos meses. En defensa, se conceden canastas cómodas, no se incordia al adversario en sus transiciones con y sin balón. El rebote tampoco se cierra como no hace excesivo tiempo. Tampoco se aprecia ese agobio defensivo que el Real Madrid trasmitía a su víctima de turno. Con esta situación de endeblez defensiva se subsiste en Liga Endesa -la puntería salva encuentros- y uno se ahoga en cuanto cruza fronteras. La Euroliga no perdona estos estados de forma.

Carente de historia y sobrado de millones. Así es este Khimki. El conjunto ruso no es un adversario cualquiera. Es un conjunto trazado a base de grandes jugadores -bastantes con pasado ACB- y con un bloque sólido en cuanto al aspecto táctico; no dejaron correr en exceso al Real Madrid. En defensa se mueve de forma coral y sin apenas conceder canastas sencillas; ofensivamente cuentan con un importante arsenal de recursos. Era un examen para el Real Madrid. Quedó demostrado en el primer cuarto: 22-24. No iba a ser una tarea sencilla apuntarse el triunfo. Victoria, por otra parte, más que necesaria para no complicarse aún más el futuro en esta primera fase europea. Y se complicó.

Aviso inicial del Khimki
En esta ocasión, además de esos problemas defensivos de costumbre, el Real Madrid no empezó con el punto de mira excesivamente calibrado: 1 de 7 en triples. Sus canastas, además, eran más consecuencia del pundonor que corre por sus venas que de una clarividencia ofensiva. Esta mezcla estalló en su contra alcanzado el ecuador del segundo cuarto. El Real Madrid no agarró con fuerza esa cuerda del marcador y acabó con 10 puntos abajo: 27-37. Era un momento crucial. No sólo porque había aguas, sino porque había cierto estrés y descontento con los árbitros. Los focos estaban orientados a todo aquello que no fuera baloncesto.

Entonces apareció Sergio Rodríguez. Ofensivamente anotó siete puntos más que valiosos, que sumados a otros puntos de Rudy Fernández y Felipe Reyes recondujeron el marcador hasta un 39-41 a poco más de un minuto para el descanso. No sólo fue consecuencia de esa garra -que nunca falla, todo sea dicho- sino también de una mínima subida de intensidad defensiva. Maciulis tiene mucha culpa. Shved ya no se movía tan rápido. Ni Rice anotaba cómodamente. Ni Kaponen. Ni Davis dominaba en el aro. El público, siempre fiel, también aportaba con su presión. Notó que fallaban las fuerzas y ahí estuvo. Notó que el arbitraje no era ecuánime (como cuando pitaron una técnica a Laso y obviaron una intencionada clara de Augustine, o como cuando anularon una canasta clara de Ayón cuando antes no lo hicieron con el Khimki) y eso les irritó; irritación que transformó en empuje.

Quedaba todo otro tramo. Se había salvado un problema a base de coraje; pero habría que aprender en el descanso. Era sencillo: defender mejor, atacar más serenos (en momentos quemaba el balón) y abstraerse de un trío de árbitros necesitados de protagonismo. Se empezó con un 42-44. Y se comenzó con buen pie: buena defensa con tapón sobre Rice y recuperación sobre Davis y dos triples de Carroll. Buen arranque: 50-49. Los árbitros también continuaron con su recital de despropósitos: zancadilla no vista sobre Reyes. Y llegó otro desajuste en el marcador: 52-60. Rice era una fábrica de hacer canastas. Los fantasmas de Milán. De aquella Final Four contra Maccabi. Taylor consiguió frenarle por momentos y esto otorgó un balón de oxígeno al Real Madrid: 63-66.

A una carta
A todo o nada en diez minutos. Aguardaba un cuarto de desenlace tan dramático como apasionante. El calor aumentaba en función del marcador: 68-73 a poco más de 6 minutos para la conclusión. El Real Madrid empezaba a moverse en arenas muy movedizas. Su tiempo de recuperación se acortaba. Y entonces apareció, otra vez, Sergio Rodríguez. Su triple puso en órbita al Real Madrid. 71-73. Y cinco minutos por jugarse. Más emoción era imposible. O quizá sí. Porque Llull repitió acción para mantener con vida a los blancos. Y Reyes saltaba a cancha. El Palacio de los Deportes era una olla a presión: 74-75 y poco más de tres minutos.

Belgrado, a todo o nada
La misión volvió a oscurecerse cuando Monya (con un triple) más otra decisión más que cuestionable de los árbitros pusieron al Real Madrid en desventaja: 74-79. Volvió entonces, otra vez, Sergio Rodríguez. Otro triple y volver a empezar: 77-79. Y los árbitros… los árbitros a lo suyo. No querían perder su cuota de protagonismo. Y se entró en la fase más decisiva con un 77-81. Quedaba minuto y medio. Corto tiempo; un mundo en baloncesto. Llull se jugó un triple rápido, falló y el Khimki no perdió viaje: 77-82. Y otra vez, sí, otra vez Sergio Rodríguez: otro triple, 80-82 y último minuto. Y Laso haciendo cambios de entrenador de balonmano mientras Llull sólo acertó un tiro libre: 81-82. Shved no falló, por el contrario: 81-84. Quedaban 20 segundos. Se jugó todo al triple. Llull no acertó por dos veces. El partido era del Khimki (la última derrota europea en casa fue ante Unics kazán el 27 de noviembre de 2014). El Real Madrid se complica su situación en Europa. Belgrado será un todo o nada. Luego Fenerbahce, Múnich y Estrasburgo. Ya no hay opción a errar más.

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