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Guillermo del Toro pone su talento al servicio de una historia clásica de fantasmas

La cumbre escarlata

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Principios del siglo XX. Edith Cushing (Mia Wasikowska) es una joven escritora perteneciente a la clase alta neoyorquina, que pronto se siente atraída por el misterioso Thomas Sharpe (Tom Hiddleston), un aristócrata inglés muy apegado a su hermana Lucille (Jessica Chastain).

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Espléndido melodrama gótico con ribetes de terror sobrenatural al más puro estilo Ann Radcliffe, que supone uno de los mejores trabajos del realizador mexicano Guillermo del Toro. La película, sin mácula alguna en todo lo concerniente a su impresionante apartado visual, es un relato clásico de fantasmas con heroína ingenua, galán de ensueño, pasión amorosa, terribles secretos, parajes remotos, una mansión en ruinas y un tortuoso pasado que afecta de manera determinante a los acontecimientos del presente. Además de a Radcliffe, hay en Crimson Peak referencias más o menos evidentes a otros autores del género como el Edgar Allan Poe de La caída de la casa Usher, la Charlotte Brontë de Jane Eyre, el Henry James de Otra vuelta de tuerca o la Daphne du Maurier de Rebeca.

Aproximadamente el primer tercio de la cinta transcurre en la ciudad de Búfalo, en el estado de Nueva York, donde Edith, que acaba de escribir su primera novela, una historia de fantasmas, y busca publicarla, vive en compañía de su padre (Jim Beaver), un rico empresario. Es en esta parte inicial en la que del Toro nos presenta a los principales personajes de la trama, destacando la magnífica primera aparición de la siniestra Lucille mientras da un recital de piano en medio de una fiesta de la alta sociedad. Desde los primeros minutos del filme, se muestra a Edith, la protagonista, como una chica con una especial sensibilidad para captar lo que sucede en el mundo del más allá (el espectro de su madre fallecida se le aparece durante su infancia para advertirle de que tenga “cuidado con la cumbre escarlata”). En este tramo de metraje también se plantea la contraposición entre el emprendimiento estadounidense y el inmovilismo clasista europeo a través de los personajes de Carter, padre de Edith, y Thomas. Con el traslado de la acción a la mansión de los Sharpe, que remite en su decadente aspecto a la residencia de los Usher en el ya citado relato de Poe, asentada en este caso sobre minas subterráneas de arcilla roja, da comienzo el relato de fantasmas en sí, con unas cuantas almas en pena de aspecto horrible que atormentan las noches de la sufrida Edith.

La cumbre escarlata sobresale por su extraordinario diseño de producción, su dirección de fotografía y su diseño de vestuario, así como por un gran reparto en el que brilla con luz propia Jessica Chastain. Por contra, se le pueden reprochar ciertas condescendencias y lagunas en el guión, falta de ambigüedad en el personaje de Thomas y su regodeo en las escenas de violencia. En cualquier caso, una delicia para los amantes del gótico.

La cumbre escarlata

Guillermo del Toro pone su talento al servicio de una historia clásica de fantasmas
Ricardo Pérez
martes, 17 de noviembre de 2015, 11:27 h (CET)
Principios del siglo XX. Edith Cushing (Mia Wasikowska) es una joven escritora perteneciente a la clase alta neoyorquina, que pronto se siente atraída por el misterioso Thomas Sharpe (Tom Hiddleston), un aristócrata inglés muy apegado a su hermana Lucille (Jessica Chastain).

1811152

Espléndido melodrama gótico con ribetes de terror sobrenatural al más puro estilo Ann Radcliffe, que supone uno de los mejores trabajos del realizador mexicano Guillermo del Toro. La película, sin mácula alguna en todo lo concerniente a su impresionante apartado visual, es un relato clásico de fantasmas con heroína ingenua, galán de ensueño, pasión amorosa, terribles secretos, parajes remotos, una mansión en ruinas y un tortuoso pasado que afecta de manera determinante a los acontecimientos del presente. Además de a Radcliffe, hay en Crimson Peak referencias más o menos evidentes a otros autores del género como el Edgar Allan Poe de La caída de la casa Usher, la Charlotte Brontë de Jane Eyre, el Henry James de Otra vuelta de tuerca o la Daphne du Maurier de Rebeca.

Aproximadamente el primer tercio de la cinta transcurre en la ciudad de Búfalo, en el estado de Nueva York, donde Edith, que acaba de escribir su primera novela, una historia de fantasmas, y busca publicarla, vive en compañía de su padre (Jim Beaver), un rico empresario. Es en esta parte inicial en la que del Toro nos presenta a los principales personajes de la trama, destacando la magnífica primera aparición de la siniestra Lucille mientras da un recital de piano en medio de una fiesta de la alta sociedad. Desde los primeros minutos del filme, se muestra a Edith, la protagonista, como una chica con una especial sensibilidad para captar lo que sucede en el mundo del más allá (el espectro de su madre fallecida se le aparece durante su infancia para advertirle de que tenga “cuidado con la cumbre escarlata”). En este tramo de metraje también se plantea la contraposición entre el emprendimiento estadounidense y el inmovilismo clasista europeo a través de los personajes de Carter, padre de Edith, y Thomas. Con el traslado de la acción a la mansión de los Sharpe, que remite en su decadente aspecto a la residencia de los Usher en el ya citado relato de Poe, asentada en este caso sobre minas subterráneas de arcilla roja, da comienzo el relato de fantasmas en sí, con unas cuantas almas en pena de aspecto horrible que atormentan las noches de la sufrida Edith.

La cumbre escarlata sobresale por su extraordinario diseño de producción, su dirección de fotografía y su diseño de vestuario, así como por un gran reparto en el que brilla con luz propia Jessica Chastain. Por contra, se le pueden reprochar ciertas condescendencias y lagunas en el guión, falta de ambigüedad en el personaje de Thomas y su regodeo en las escenas de violencia. En cualquier caso, una delicia para los amantes del gótico.

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