El juego y la diversión forman parte de nuestra vida, en muchas ocasiones recuerdo algunos juegos de mi infancia desde el pilla a pilla, el escondite o incluso aquello juegos de roles donde sin más reflejábamos la vida de un adulto a escala reducida y con algunas variantes muy divertidas.
Pero no solo los humanos jugamos y aprendemos del aspecto lúdico del juego, un ejemplo nos lo cuenta la Psicóloga Barbara Frederickson cuando nos comenta la actitud de los monos Patas de costumbres terrestres que suben a los árboles sólo para dormir y en situaciones de peligro. Cuando son pequeños tienen el juego de arrojarse a los árboles jóvenes de la sabana, con ramas que se de pliegan y que al doblarse los lanzan despedidos en todas direcciones. Esta conducta lúdica y que les produce placer tiende a desaparecer en la edad adulta, que solo la utilizan cuando son perseguidos por un predador entonces como si fueran infantes se arrojan sobre las ramas para que les alejen lo más posible del peligro.
Los jóvenes monos juegan con el objetivo último de divertirse, de obtener la sensación de placer que les provoca ser lanzados en la distancia. Utilizan la diversión que les genera alegría y su juego para entrenar una conducta de supervivencia futura. Es decir ante la vivencia de una emoción positiva han construido un nuevo concepto que transforma su manera de enfrentar la vida.
Las emociones positivas según nos comenta la Dra. Barbara Frederickson abren nuestros corazones y nuestra mente, nos hacen más receptivos y más creativos” Por tanto la positividad nos va a posibilitar el poder descubrir y al mismo tiempo desarrollar nuevas habilidades, gestionar esos nuevos conocimientos. Es decir esa transformación que posibilita potenciar nuestra nueva visión del mundo, que a través de la gestión de nuestras emociones positivas, aumentado así nuestra positividad.
La positividad nos permite desarrollar estrategias y planes que nos llevan a conseguir mayor éxito en la vida, pero además nos posibilita afrontar la adversidad, desde la perspectiva de construcción y transformación de nuestro entorno. Esta forma de enfrentar la vida nos ayuda a tener mejor salud física.
Parece que al hablar de positividad implicase potenciar en nuestra vida las emociones positivas y quizás ignorasemos las emociones negativas. Nada más lejos de la realidad, en muchas ocasiones nuestras emociones negativas juegan un papel importante y útil pues nos permiten sobrevivir o interpretar y potenciar el cambio en nuestra vida.
Pero además cada uno de nosotros interpretamos nuestra realidad en torno a lo que experimentamos. En muchas ocasiones nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestra historia de acontecimientos vitales secuestran nuestra felicidad y nos encontramos metidos en espirales de vivencias sin sentido ya que en algunas ocasiones están inundadas por emociones como el miedo, la tristeza o la ansiedad que no logro gestionar y por pensamientos que nos animan a pararnos y no movernos de nuestra zona confort, lo que hace que nuestra vida se convierta en aburrida y la negatividad nos absorba.
Por ello debemos de potenciar la vivencia de las emociones positivas promoviendo procesos educativos en nuestros hijos donde las fortalezas personales como la Inteligencia emocional para que desde pequeños las personas gestionen las emociones para no dejarse inundar por las básicas que nos ayudan a gestionar nuestras vidas. Pero además que nos permitan potenciar las emociones positivas en nuestra vida, desde la alegría, el sentido del humor, la risa, la esperanza, etcétera. Desde la implementación de juegos y la experimentación de momentos de convivencia positiva que nos permitan potenciar la positividad en las personas.