Mientras les escribo se están disputando los encuentros pertinentes a la tercera ronda de la Copa del Rey. Los equipos más pequeños de nuestro fútbol, afincados en Segunda B y Tercera división, luchan por una oportunidad, por una ilusión, que no es otra que enfrentarse a uno de los grandes de nuestro fútbol.

Aquellos que salgan victoriosos de esta última batalla entre iguales, recibirán el premio en forma de un gran equipo, y por tanto, de una gran taquilla, y de la ilusión y el reconocimiento de ciudades desconocidas hasta ahora por el mundo del fútbol. Real Madrid, Villarreal, Barcelona, Atlético de Madrid, Sevilla, Deportivo, Valencia y Racing esperan a los vencedores.

Portugalete, Melilla, Benidorm u Orihuela buscan un huequito en la historia de sus clubes, alcanzando cotas muy altas para ellos en una competición como la Copa del Rey. Probablemente esta será la última ronda por la que puedan aspirar pasar, salvo machada para los anales de la historia.

Ahora solo falta que el bombo decida los afortunados, y que los grandes se comporten dignamente y ofrezcan a estos equipos el respeto que se merecen, enviando al primer equipo, y no a su filial. Por eso, la Copa debería tomar ejemplo de los ingleses, que juegan a vida o muerte cada partido, porque cada uno de ellos podría ser el último, sin importar el rival que sea, pero de momento tendremos que conformarnos, con que una de esas ciudades se lleve el alegrón de su historia, y sus aficionados puedan pasar una buena tarde de fútbol copero.