En tan solo una semana los aficionados al fútbol hemos vivido la cara y la cruz de este deporte. De los lamentables incidentes protagonizados por los radicales del Barça en Montjuïc hemos pasado al espectáculo ofrecido por los azulgranas en el partido contra el Atleti. De lo que nunca debió pasar, la violencia en un estadio, a lo que tendría que repetirse cada jornada, el fútbol concebido como un espectáculo creado para hacer disfrutar al público. Las dos caras de una misma moneda, vista de forma muy diferente en siete días.
El fútbol es un deporte que mueve a millones de seguidores en todo el mundo porque aporta espectáculo. Ese espectáculo que enloquece a la afición se consigue con buenas jugadas, con ocasiones y con goles. Precisamente de esos ingredientes tuvimos de sobra el sábado por la noche en el Camp Nou.
Los Barça-Atleti siempre han sido unos duelos especiales. Partidos entre dos equipos que practican un juego ofensivo y que crean muchas ocasiones. En definitiva, partidos de los que crean afición. Sin duda, el del sábado no defraudó a nadie ‘neutral’, porque seguro que los seguidores atléticos acabaron tremendamente frustrados con su equipo y que los culés lo vivieron como una memorable noche mágica repleta de goles. Pero el resto, los aficionados al fútbol, tuvieron un espectáculo de primera categoría.
¡Ojalá todos los partidos fuesen así! Con muchos goles, muchas jugadas como las de Messi y si aún podemos pedir, con la emoción de un resultado ajustado y el tanto de la victoria en el último minuto. Seguro que así nadie se perdería un partido y podríamos cantar todos juntos aquello de “Me gusta el fútbol. Los domingos por la tarde es la mayor de mis aficiones. Me gusta el fútbol. Con los gritos y los goles se desatan las pasiones”.