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La irresolución confunde tanto a los humanos como a los irracionales

Seguridad

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Los seres humanos para poder desenvolvernos dentro de nuestro entorno y llevar a cabo las obligaciones a las que estamos comprometidos: trabajo, estudios, deberes familiares y hasta el tiempo necesario para nuestro esparcimiento y ocio necesitamos como premisa inexcusable seguridad.

Sabemos que para educar a los hijos no se les puede decir o mandar una cosa, y al poco rato o al día siguiente la contraria. Eso crea desconcierto en sus mentes e indecisión en su comportamiento.

Ante tácticas de esta índole todos nos sentimos inseguros, nos volvemos desconfiados y no sabemos a qué atenernos.

Es un axioma que orden más contraorden es igual a desorden. Lo mismo que promesa y contra-promesa originan caos, confusión y falta de certidumbre en lo que hemos de realizar.

Cosa parecida ocurre con los animales. Las desbandadas se producen cuando éstos presienten un peligro, no saben de qué se trata y la agitación los empuja a huir en tropel. Caso similar sucede en las avalanchas humanas.

Un país está compuesto de ciudadanos a los que hay que infundirles confianza, aplomo, certidumbre y unas normas a las que atenerse para el buen funcionamiento de la Sociedad.

¿Quiénes son los que han de proporcionarles esa tranquilidad y sosiego para que sepan cómo han de actuar y la forma de comportarse?

En una democracia, es misión de los políticos que precisamente han sido elegidos para ello.

¿Está sucediendo eso en nuestra España? La respuesta es totalmente negativa. ¿Qué formación política cumple con lo prometido en las campañas electorales cuando emplean todo su ardor, verborrea, argucias y falsedades al hacernos promesas que después no cumplirán, con tal de de conseguir nuestro voto?

Nos abrió los ojos cierto político de infausto recuero, cuando dijo que las promesas electorales eran para no cumplirlas.

Han trascurrido muchos años desde aquel momento, pero la situación no ha cambiado.

Tomemos como ejemplo el partido político que ahora nos gobierna, con la mayoría de votos, que consiguió de los ciudadanos porque esperábamos que cumpliera lo que nos ofrecía con la esperanza de que no nos defraudara.

¡Ilusos de nosotros! ¿Qué han cumplido de lo que prometieron? Creo que se puede afirmar que pocas cosas.

Ciertamente se encontraron con una situación difícil para salir de la cual teníamos que hacer un esfuerzo entre todos a fin de abandonar el atolladero.

Lo hicimos y parece que, con muchas dudas, empieza a otearse el horizonte una leve mejoría.

¿Pero, y en las promesas que su cumplimiento no se veía afectado por la situación anterior de bancarrota que dejó Zapatero?

Por ejemplo la Ley que definía el aborto como un derecho de la mujer. En sus estatutos, en sus promesas electorales y en los compromisos personales de los que hoy nos gobiernan estaba la prioridad del derecho a la vida, que no hubiese barra libre para abortar y que la eliminación de un no nacido no es derecho de nadie.

También es un mandato que se recoge en sus estatutos, sobre el que se han ciscado.

La madre cuando engendra, desde el mismo momento en que el óvulo se transforma en cigoto ya es un ser totalmente independiente de ella, porque tiene vida propia e independiente, sobre la cual el único que puede disponer es Dios, y ella no debe interrumpir ese estado del nasciturus, bien es verdad que durante el tiempo que dura la gestación, lo porta en su vientre, pero eso no le da derecho a ella ni a nadie a cometer un asesinato.

Muchos españoles votamos al PP precisamente porque somos contrarios a la eliminación de seres humanos, con el agravante de que son los más indefensos.

Pues bien, el fiasco ha sido mayúsculo. Nos han tenido ilusionados con que cumplirían lo prometido, y parece ser que, por un miserable cálculo electoral de hipotética perdida de votos, han preferido éstos a la vida de los que aún no han abandonado el vientre de su madre.

La razón que han dado para ello, es a todas luces, ridícula, incomprensible e inconfesable: Que no había consenso.

¿Con quien van a buscar consenso? Con los que son partidarios de la Ley Aído? ¿Han necesitado consenso para la Reforma Laboral, la Ley de la Enseñanza, los recortes y tantas cosas?

¿Consideran que los españoles somos unos cortos de mente de los que se puede abusar con toda impunidad?

Zapatero impuso su ley porque tenía mayoría absoluta y no tuvo que contar con nadie. ¿Por qué no lo ha hecho Rajoy? Porque es un meticuloso en el sentido latino de la palabra, es decir, un “miedosillo”, un irresoluto, un falaz, un felón. Una persona que cuando la vez en la escalera no sabes si sube o baja.

Esta falta de firmeza está creando un caldo de cultivo propicio para los populismos de lo que ojala no tengamos que arrepentirnos los españoles. Los primeros, los políticos. Lo que realmente va a conseguir Rajoy es que millones de españoles dejemos de votarlo por la inseguridad, falta de confianza y el caos que se produce cuando no hay firmeza en las decisiones.

¡Apañados estamos los españoles con esta ralea de políticos de todos tintes y colores, cuyo solo propósito es engatusarnos para que los votemos!

Seguridad

La irresolución confunde tanto a los humanos como a los irracionales
Manuel Villegas
sábado, 7 de noviembre de 2015, 10:19 h (CET)
Los seres humanos para poder desenvolvernos dentro de nuestro entorno y llevar a cabo las obligaciones a las que estamos comprometidos: trabajo, estudios, deberes familiares y hasta el tiempo necesario para nuestro esparcimiento y ocio necesitamos como premisa inexcusable seguridad.

Sabemos que para educar a los hijos no se les puede decir o mandar una cosa, y al poco rato o al día siguiente la contraria. Eso crea desconcierto en sus mentes e indecisión en su comportamiento.

Ante tácticas de esta índole todos nos sentimos inseguros, nos volvemos desconfiados y no sabemos a qué atenernos.

Es un axioma que orden más contraorden es igual a desorden. Lo mismo que promesa y contra-promesa originan caos, confusión y falta de certidumbre en lo que hemos de realizar.

Cosa parecida ocurre con los animales. Las desbandadas se producen cuando éstos presienten un peligro, no saben de qué se trata y la agitación los empuja a huir en tropel. Caso similar sucede en las avalanchas humanas.

Un país está compuesto de ciudadanos a los que hay que infundirles confianza, aplomo, certidumbre y unas normas a las que atenerse para el buen funcionamiento de la Sociedad.

¿Quiénes son los que han de proporcionarles esa tranquilidad y sosiego para que sepan cómo han de actuar y la forma de comportarse?

En una democracia, es misión de los políticos que precisamente han sido elegidos para ello.

¿Está sucediendo eso en nuestra España? La respuesta es totalmente negativa. ¿Qué formación política cumple con lo prometido en las campañas electorales cuando emplean todo su ardor, verborrea, argucias y falsedades al hacernos promesas que después no cumplirán, con tal de de conseguir nuestro voto?

Nos abrió los ojos cierto político de infausto recuero, cuando dijo que las promesas electorales eran para no cumplirlas.

Han trascurrido muchos años desde aquel momento, pero la situación no ha cambiado.

Tomemos como ejemplo el partido político que ahora nos gobierna, con la mayoría de votos, que consiguió de los ciudadanos porque esperábamos que cumpliera lo que nos ofrecía con la esperanza de que no nos defraudara.

¡Ilusos de nosotros! ¿Qué han cumplido de lo que prometieron? Creo que se puede afirmar que pocas cosas.

Ciertamente se encontraron con una situación difícil para salir de la cual teníamos que hacer un esfuerzo entre todos a fin de abandonar el atolladero.

Lo hicimos y parece que, con muchas dudas, empieza a otearse el horizonte una leve mejoría.

¿Pero, y en las promesas que su cumplimiento no se veía afectado por la situación anterior de bancarrota que dejó Zapatero?

Por ejemplo la Ley que definía el aborto como un derecho de la mujer. En sus estatutos, en sus promesas electorales y en los compromisos personales de los que hoy nos gobiernan estaba la prioridad del derecho a la vida, que no hubiese barra libre para abortar y que la eliminación de un no nacido no es derecho de nadie.

También es un mandato que se recoge en sus estatutos, sobre el que se han ciscado.

La madre cuando engendra, desde el mismo momento en que el óvulo se transforma en cigoto ya es un ser totalmente independiente de ella, porque tiene vida propia e independiente, sobre la cual el único que puede disponer es Dios, y ella no debe interrumpir ese estado del nasciturus, bien es verdad que durante el tiempo que dura la gestación, lo porta en su vientre, pero eso no le da derecho a ella ni a nadie a cometer un asesinato.

Muchos españoles votamos al PP precisamente porque somos contrarios a la eliminación de seres humanos, con el agravante de que son los más indefensos.

Pues bien, el fiasco ha sido mayúsculo. Nos han tenido ilusionados con que cumplirían lo prometido, y parece ser que, por un miserable cálculo electoral de hipotética perdida de votos, han preferido éstos a la vida de los que aún no han abandonado el vientre de su madre.

La razón que han dado para ello, es a todas luces, ridícula, incomprensible e inconfesable: Que no había consenso.

¿Con quien van a buscar consenso? Con los que son partidarios de la Ley Aído? ¿Han necesitado consenso para la Reforma Laboral, la Ley de la Enseñanza, los recortes y tantas cosas?

¿Consideran que los españoles somos unos cortos de mente de los que se puede abusar con toda impunidad?

Zapatero impuso su ley porque tenía mayoría absoluta y no tuvo que contar con nadie. ¿Por qué no lo ha hecho Rajoy? Porque es un meticuloso en el sentido latino de la palabra, es decir, un “miedosillo”, un irresoluto, un falaz, un felón. Una persona que cuando la vez en la escalera no sabes si sube o baja.

Esta falta de firmeza está creando un caldo de cultivo propicio para los populismos de lo que ojala no tengamos que arrepentirnos los españoles. Los primeros, los políticos. Lo que realmente va a conseguir Rajoy es que millones de españoles dejemos de votarlo por la inseguridad, falta de confianza y el caos que se produce cuando no hay firmeza en las decisiones.

¡Apañados estamos los españoles con esta ralea de políticos de todos tintes y colores, cuyo solo propósito es engatusarnos para que los votemos!

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