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Anacronismo

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Hoy día nadie pone en duda que el estudio de la Historia es una ciencia.

Lo que diferencia a ésta de las de laboratorio, es que, mientras que los investigadores que trabajan desde la perspectiva: ensayo/error, cuentan con una cantidad de utensilios auxiliares, como son todos los artilugios de que disponen que reducen a casi nada la posibilidad de error.

Además pueden repetir el experimento tantas veces cuantas quieran.

La ciencia histórica casi las únicas fuentes que puede manejar son los documentos de la época sobre la que se quiere conocer.

Estos legajos no deben ser alterados por un buen investigador.

Él se debe limitar a leerlos, entenderlos, transcribirlos, si el caso lo requiere, y exponer los hechos narrados en ellos a los interesados en la materia.

Puede sí, ¿cómo no? Analizar las causas ya remotas ya próximas que han originado tal o cual suceso y, a la luz de ellas y lo ocurrido, extraer conclusiones.

Por ello, el que se dedica a la ciencia histórica debería actuar como un notario de la misma, es decir, narrar lo acontecido, tal y como se expone en el documento y, si lo considera oportuno, muchas veces lo es, extraer las conclusiones que de él se deriven.

Lo que de no debe hacer y le tendría que estar vedado es proyectar sobre su investigación la opinión personal que sobre ella tenga. Eso es puro subjetivismo. Cosa perniciosa para un historiador.

También lo es la manipulación interesada de un determinado hecho histórico. Por desgracia para los investigadores ecuánimes, esto florece, por doquier. No sólo por parte de los historiadores, sino también por los políticos y por los que se dedican a la información.

Con frecuencia investigadores de la Historia se dejan llevar por sus filias y sus fobias y reflejan, casi siempre de forma solapada, en su exposición de lo investigado, sus tendencias ideológicas.

Otras veces intentan extrapolar y analizar en sus conocimientos y desde la perspectiva del momento en el que vivimos, sucesos, ocurridos hace cientos o miles de años.

¿Cómo un historiador, un político o un especialista en medios de comunicación osa dar su opinión sobre hechos sucedidos cientos o miles de años antes?

Pero no es sólo eso, es además que lo enjuicia dentro de los conceptos de la sociedad actual.

Eso se llama anacronismo y es el error de presentar algo como propio de una época a la que no corresponde.

Consideramos que ese es el peor yerro en el se puede caer un historiador, informador o político.

¿Cómo nos atrevemos a juzgar con la mentalidad, avances y conocimientos de hoy algo que sucedió en épocas remotas o antiquísimas?

¿Tendríamos el valor e enjuiciar subjetivamente las expediciones de conquista de Alejandro Magno, la expansión del Imperio Romano o la invasión de los bárbaros?

¿Les pediríamos cuenta por lo que hicieron?

¿Exigiríamos compensaciones dinerarias a las naciones de hoy por lo que sus antepasados hicieron hace cientos de años?

Sería un disparate histórico.

En nuestra España sí sucede. Juzgamos con conceptos de hoy sucesos ocurridos hace cientos de años.

Se pide y da indemnización por la expulsión de los judíos y los moriscos. Se nos exigen responsabilidades por la conquista de América.

¿Se las pediríamos a Roma por la dominación de Occidente y parte de Oriente y al expolio que llevaron a cabo en los países dominados? ¿A Grecia por las conquistas de Alejandro? ¿A los que se consideran descendientes de los germanos por su invasión de Occidente?

Existe un principio, no se si escrito, llamado “Derecho de conquista”, en virtud del cual el país que invade a otro, se ve asistido a despojarlo de cuanto desee.

¿El resto de los naciones que han expulsado de sus territorios a granes masas resarcen económicamente a los pueblos que desterraron de su territorio o colonizaron? No quiero mencionar a ningún Estado, pero creo que: “A buen entendedor…”

No, eso sólo ocurre en España y contra ella.

¿Qué justificación daría la Humanidad de hoy a nuestros descendientes si nos juzgasen dentro de quinientos años por las masacres, expolios y conculcación de los derechos humanos que dentro de nuestra avanzada civilización se están llevando a cabo?

Pienso que sólo podríamos contestar si se nos llevase a juicio: “Que hemos obrado según nuestro momento histórico”.

Los pueblos que se avergüenzan de sus antepasados están condenados a no ser respetados.

Anacronismo

Manuel Villegas
jueves, 29 de octubre de 2015, 06:35 h (CET)
Hoy día nadie pone en duda que el estudio de la Historia es una ciencia.

Lo que diferencia a ésta de las de laboratorio, es que, mientras que los investigadores que trabajan desde la perspectiva: ensayo/error, cuentan con una cantidad de utensilios auxiliares, como son todos los artilugios de que disponen que reducen a casi nada la posibilidad de error.

Además pueden repetir el experimento tantas veces cuantas quieran.

La ciencia histórica casi las únicas fuentes que puede manejar son los documentos de la época sobre la que se quiere conocer.

Estos legajos no deben ser alterados por un buen investigador.

Él se debe limitar a leerlos, entenderlos, transcribirlos, si el caso lo requiere, y exponer los hechos narrados en ellos a los interesados en la materia.

Puede sí, ¿cómo no? Analizar las causas ya remotas ya próximas que han originado tal o cual suceso y, a la luz de ellas y lo ocurrido, extraer conclusiones.

Por ello, el que se dedica a la ciencia histórica debería actuar como un notario de la misma, es decir, narrar lo acontecido, tal y como se expone en el documento y, si lo considera oportuno, muchas veces lo es, extraer las conclusiones que de él se deriven.

Lo que de no debe hacer y le tendría que estar vedado es proyectar sobre su investigación la opinión personal que sobre ella tenga. Eso es puro subjetivismo. Cosa perniciosa para un historiador.

También lo es la manipulación interesada de un determinado hecho histórico. Por desgracia para los investigadores ecuánimes, esto florece, por doquier. No sólo por parte de los historiadores, sino también por los políticos y por los que se dedican a la información.

Con frecuencia investigadores de la Historia se dejan llevar por sus filias y sus fobias y reflejan, casi siempre de forma solapada, en su exposición de lo investigado, sus tendencias ideológicas.

Otras veces intentan extrapolar y analizar en sus conocimientos y desde la perspectiva del momento en el que vivimos, sucesos, ocurridos hace cientos o miles de años.

¿Cómo un historiador, un político o un especialista en medios de comunicación osa dar su opinión sobre hechos sucedidos cientos o miles de años antes?

Pero no es sólo eso, es además que lo enjuicia dentro de los conceptos de la sociedad actual.

Eso se llama anacronismo y es el error de presentar algo como propio de una época a la que no corresponde.

Consideramos que ese es el peor yerro en el se puede caer un historiador, informador o político.

¿Cómo nos atrevemos a juzgar con la mentalidad, avances y conocimientos de hoy algo que sucedió en épocas remotas o antiquísimas?

¿Tendríamos el valor e enjuiciar subjetivamente las expediciones de conquista de Alejandro Magno, la expansión del Imperio Romano o la invasión de los bárbaros?

¿Les pediríamos cuenta por lo que hicieron?

¿Exigiríamos compensaciones dinerarias a las naciones de hoy por lo que sus antepasados hicieron hace cientos de años?

Sería un disparate histórico.

En nuestra España sí sucede. Juzgamos con conceptos de hoy sucesos ocurridos hace cientos de años.

Se pide y da indemnización por la expulsión de los judíos y los moriscos. Se nos exigen responsabilidades por la conquista de América.

¿Se las pediríamos a Roma por la dominación de Occidente y parte de Oriente y al expolio que llevaron a cabo en los países dominados? ¿A Grecia por las conquistas de Alejandro? ¿A los que se consideran descendientes de los germanos por su invasión de Occidente?

Existe un principio, no se si escrito, llamado “Derecho de conquista”, en virtud del cual el país que invade a otro, se ve asistido a despojarlo de cuanto desee.

¿El resto de los naciones que han expulsado de sus territorios a granes masas resarcen económicamente a los pueblos que desterraron de su territorio o colonizaron? No quiero mencionar a ningún Estado, pero creo que: “A buen entendedor…”

No, eso sólo ocurre en España y contra ella.

¿Qué justificación daría la Humanidad de hoy a nuestros descendientes si nos juzgasen dentro de quinientos años por las masacres, expolios y conculcación de los derechos humanos que dentro de nuestra avanzada civilización se están llevando a cabo?

Pienso que sólo podríamos contestar si se nos llevase a juicio: “Que hemos obrado según nuestro momento histórico”.

Los pueblos que se avergüenzan de sus antepasados están condenados a no ser respetados.

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