El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está curtido en mil batallas. Se le han achacado infinidad de errores y de falsedades, pero ahí sigue. Es una satisfacción que esté dispuesto a acudir a los debates porque hace falta; lleva toda la legislatura escondido detrás del plasma. Han hablado por él sus asesores, su portavoz y solo ha aparecido en las ‘ruedas’ de prensa sin preguntas. Curioso eufemismo.

Ahora que ve las orejas al lobo está dispuesto y abierto a participar en debates electorales con vistas al 20 de diciembre. Con lo que no estamos de acuerdo es con la definición que ha hecho de los mismos, al incidir en que son “su medio natural”. Además de ser una pasada, es un aviso para olvidadizos; no olvidemos que en nuestro país, que es España, un importante sector de la población solo se preocupa de la política cuando llegan elecciones generales y, a veces, ante las autonómicas.

Está bien que Mariano se ponga a las órdenes de su director de campaña y al mismo tiempo pida orden. Es evidente que el orden es la base de cualquier empresa seria. Lo que no nos parece tan serio es que se siga contando con Arriola, dado que sigue anclado en el pasado, pero en un pasado muy trasnochado.

Dice Mariano que irá a debatir donde proceda. Veremos si es cierto, porque ya estamos acostumbrados a que haga lo contrario de lo que plantea o propone. No hay más que echar una ojeada a la legislatura que ahora termina. ¿Un ejemplo? Pues miren ustedes: Mariano dijo que nunca atentaría contra los derechos de los trabajadores y, de repente, eliminó la paga extra de Navidad de 2012 de funcionarios, personal laboral, etc. ¿Por qué no lo hace ahora, en vísperas de elecciones? ¿Por qué no lo hizo por decreto para todos los trabajadores? ¡Ah, por cierto ¿por qué quitó la citada extra de un plumazo y ahora, cuando promete devolverla, pretende hacerlo de cuatro veces?

De lo que no hay duda es que Mariano Rajoy inspira más confianza que los demás líderes que pululan por los partidos en la actualidad. Mirar uno por uno merece la pena. Fíjense ustedes en lo que sucedería si se dejara prestada la casa a uno de los líderes políticos del momento: son muy pocos los ciudadanos que dejarían su casa a Pedro Sánchez, porque al poco tiempo se encontrarían cambiados los tabiques, sin ton ni son, y sin tener sentido ese cambio. Incluso más de una puerta y/o ventana no encajaría. Cambiar por cambiar, pero sin conocimiento de para qué.

Dejar la casa a ‘Coleta morada’ supone que a la vuelta te la encuentres llena de ‘okupas’, con perro no declarado y todo revuelto por el suelo. Eso sí, como niños de papá que son muchos de sus seguidores, se marcharían a casa a la hora de las comidas y exigirían a la ‘criada’ que tuviera la sopa al punto.

Dejársela al señor Rivera, voz cantante de Ciudadanos, supone que de regreso uno se la encuentre pintada de mil colores, pero sin saber para qué, y llena de gente nueva dispuesta a volver a repintarla, pero sin tener las ideas claras, con un claro afán de figurar, cual Inés Arrimada.

En manos de Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida, la casa acabaría en manos del banco, las facturas sin pagar y la correspondencia diaria por el suelo. Además, seguro que al regresar nos encontraríamos un piquete que nos impediría la entrada.

Pero, como decía la persona que nos explicó esta teoría, a quien con más confianza se le dejaría la casa es a Mariano Rajoy. Seguramente haría pocos cambios, pero pagaría la luz, el gas y todas las facturas. Además también pagaría el recibo de la comunidad y mantendría en un buen nivel la convivencia con el vecindario y, sobre todo, impediría todo tipo de destrozos. Incluso, pondría a buen recaudo la hucha que se encontró al hacer la limpieza, para devolvérsela a los propietarios.

Y como la confianza es fundamental, pues ahí tienen una explicación de por qué sube en confianza y en intención de votos el Partido Popular de Mariano (aunque no nos gusta mucho la idea). Y seguirá subiendo, de la misma forma que el PSOE pierde confianza para la población a medida que se acerca el momento electoral, sobre todo por el recuerdo de cómo han dejado España tras sus gobiernos: arruinada, hipotecada, al borde del rescate y negando la mayor. ¿Recuerdan cuando decía Zapatero que teníamos una economía de ‘champions league’ y resulta que estábamos arruinados y engañados? Pues, eso. No lo olviden.