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En un santiamén pasamos de embriones que colman de esperanza y de alegría a cadáveres agusanados

Muerte, ¿dónde está tu victoria?

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El periodista Fernando Grimalt le pregunta a Billie August, director de cine danés: - Por qué decidió hacer una película sobre la muerte? Esta es la respuesta que dio el cineasta danés: “Es importante destacar que se habla de la vida y del amor tanto como de la muerte. Dicho esto, los seres humanos nos hemos acostumbrado a desterrar de nuestra existencia la idea de la muerte. Es un mecanismo de defensa que hemos desarrollado. La vida sería insoportable si constantemente estuviéramos pensando que, un buen día, todo esto se nos va a acabar”.

Existen dos maneras de entender la existencia humana: Vivir sin pensar en la muerte como dice que lo hace el cineasta danés, o, vivir con la idea de que te acercas a la muerte en cada segundo que transcurre.

Me pregunto: ¿Por qué tiene que ser insoportable pensar a menudo que todo esto un buen día se nos va a acabar? El miedo a la muerte lo genera el hecho de que las personas se encuentran atrapadas por el mundo material. Las personas verdaderamente espirituales que lo son aquellas que por la fe en el Señor Jesucristo y por la certeza que les otorga el testimonio del Espíritu Santo saben que poseen la vida eterna. La muerte física no les da miedo. Es evidente, por lo que ocurre en todas partes, con miedo o sin él, nadie se escapa de la muerte.

Blaise Pascal aporta luz al tema que nos ocupa cuando escribió: “Una de las cuestiones clave a la que debemos enfrentarnos es si nuestras vidas terminan con la muerte. La creencia o no en la eternidad determina nuestros actos. Por lo tanto es crucial determinar qué hay de mortal en nosotros, qué de eterno, y que atesoremos la parte eterna. La mayoría de las personas hacen precisamente todo lo contrario”.

Un día, un incrédulo le dijo al conocido predicador norteamericano Billy Gram.: “No tienes miedo (a la muerte) porque sabes algo que yo desconozco”. Aquí se encuentra precisamente la razón por la que los cristianos a pesar de que a menudo “contamos nuestros días”, la vida no se nos hace insoportable. Todo lo contrario, ser conscientes de que la muerte se nos puede presentar inesperadamente, el alma está tranquila porque sabe con certeza que la existencia que le espera en las mansiones celestiales que le está preparando Jesús es infinitamente mejor que la que hoy tiene en el “valle de sombra de muerte”

Debido a que la muerte física se puede presentar en cualquier momento y sin pedir permiso para segar nuestras vidas, recordemos al Creador “antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda se rompa sobre el pozo, y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:6,7).

Las personas tenemos dos componentes: el polvo que regresa a la tierra con la muerte física y el alma que para los creyentes en Cristo al abandonar el cuerpo va directamente a gozar de la presencia de Dios en espera de la resurrección que está garantizada por la resurrección de Jesús tres días después de su muerte en la cruz. El creyente en cristo sabe que su vida está en las manos de Dios, siendo Él quien dispone el momento en que “el cántaro se quiebre junto a la fuente”. Permanece tranquilo porque sabe que el momento que se rompa “la cadena de plata” será cuando todo lo que tenía que hacer en este mundo se haya realizado. Cerrar los ojos es decisión divina, no humana. La hora de que “el polvo a la tierra” está en las manos el Creador que ha estado a su lado a lo largo de toda la vida.

Los hombres sabios piensan frecuentemente en lo que la Biblia dice porque es la fuente de la verdadera sabiduría.

La Biblia, basándose en la resurrección de Jesús de entre los muertos afirma que esto corruptible se vestirá de incorruptibilidad y que esto mortal de inmortalidad y que la muerte ha sido convertida en victoria por el triunfo de Cristo. Siendo eso así, el apóstol Pablo entona este grito de victoria: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde oh, sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. (la ley se encarga de señalar el pecado). Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:55-57).

En Cristo la muerte ha perdido su carácter terrorífico, por ello al cristiano no se le hace insoportable pensar a menudo en ella.

Muerte, ¿dónde está tu victoria?

En un santiamén pasamos de embriones que colman de esperanza y de alegría a cadáveres agusanados
Octavi Pereña
martes, 27 de octubre de 2015, 07:10 h (CET)
El periodista Fernando Grimalt le pregunta a Billie August, director de cine danés: - Por qué decidió hacer una película sobre la muerte? Esta es la respuesta que dio el cineasta danés: “Es importante destacar que se habla de la vida y del amor tanto como de la muerte. Dicho esto, los seres humanos nos hemos acostumbrado a desterrar de nuestra existencia la idea de la muerte. Es un mecanismo de defensa que hemos desarrollado. La vida sería insoportable si constantemente estuviéramos pensando que, un buen día, todo esto se nos va a acabar”.

Existen dos maneras de entender la existencia humana: Vivir sin pensar en la muerte como dice que lo hace el cineasta danés, o, vivir con la idea de que te acercas a la muerte en cada segundo que transcurre.

Me pregunto: ¿Por qué tiene que ser insoportable pensar a menudo que todo esto un buen día se nos va a acabar? El miedo a la muerte lo genera el hecho de que las personas se encuentran atrapadas por el mundo material. Las personas verdaderamente espirituales que lo son aquellas que por la fe en el Señor Jesucristo y por la certeza que les otorga el testimonio del Espíritu Santo saben que poseen la vida eterna. La muerte física no les da miedo. Es evidente, por lo que ocurre en todas partes, con miedo o sin él, nadie se escapa de la muerte.

Blaise Pascal aporta luz al tema que nos ocupa cuando escribió: “Una de las cuestiones clave a la que debemos enfrentarnos es si nuestras vidas terminan con la muerte. La creencia o no en la eternidad determina nuestros actos. Por lo tanto es crucial determinar qué hay de mortal en nosotros, qué de eterno, y que atesoremos la parte eterna. La mayoría de las personas hacen precisamente todo lo contrario”.

Un día, un incrédulo le dijo al conocido predicador norteamericano Billy Gram.: “No tienes miedo (a la muerte) porque sabes algo que yo desconozco”. Aquí se encuentra precisamente la razón por la que los cristianos a pesar de que a menudo “contamos nuestros días”, la vida no se nos hace insoportable. Todo lo contrario, ser conscientes de que la muerte se nos puede presentar inesperadamente, el alma está tranquila porque sabe con certeza que la existencia que le espera en las mansiones celestiales que le está preparando Jesús es infinitamente mejor que la que hoy tiene en el “valle de sombra de muerte”

Debido a que la muerte física se puede presentar en cualquier momento y sin pedir permiso para segar nuestras vidas, recordemos al Creador “antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda se rompa sobre el pozo, y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:6,7).

Las personas tenemos dos componentes: el polvo que regresa a la tierra con la muerte física y el alma que para los creyentes en Cristo al abandonar el cuerpo va directamente a gozar de la presencia de Dios en espera de la resurrección que está garantizada por la resurrección de Jesús tres días después de su muerte en la cruz. El creyente en cristo sabe que su vida está en las manos de Dios, siendo Él quien dispone el momento en que “el cántaro se quiebre junto a la fuente”. Permanece tranquilo porque sabe que el momento que se rompa “la cadena de plata” será cuando todo lo que tenía que hacer en este mundo se haya realizado. Cerrar los ojos es decisión divina, no humana. La hora de que “el polvo a la tierra” está en las manos el Creador que ha estado a su lado a lo largo de toda la vida.

Los hombres sabios piensan frecuentemente en lo que la Biblia dice porque es la fuente de la verdadera sabiduría.

La Biblia, basándose en la resurrección de Jesús de entre los muertos afirma que esto corruptible se vestirá de incorruptibilidad y que esto mortal de inmortalidad y que la muerte ha sido convertida en victoria por el triunfo de Cristo. Siendo eso así, el apóstol Pablo entona este grito de victoria: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde oh, sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. (la ley se encarga de señalar el pecado). Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:55-57).

En Cristo la muerte ha perdido su carácter terrorífico, por ello al cristiano no se le hace insoportable pensar a menudo en ella.

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