Hace unos días nos contaba un director de centro educativo de Castilla y León que no entendía cómo la Consejería del ramo presumía de la labor que hacía. Y no lo entendía porque hay centros a los que se ha destrozado por la mala cabeza de los responsables de los servicios periféricos de educación y por la desidia consentida de la consejería de la que dependen. Incluso, en muchas ocasiones, esos servicios y consejería se sirven de la mentira, de la patraña, de lo políticamente correcto y de la dejadez más absoluta. Y el pobre, Juan Vicente Herrera, por las ramas y ‘a por uvas’, fruto de la desilusión y del mal trato que recibe de su partido en Génova.
La sarta de irresponsables de los servicios periféricos suelen invadir la autonomía organizativa de los centros, exactamente igual que un elefante invade una cacharrería de los años cincuenta. En ocasiones –y esto es muy frecuente en los centros-- el cambio de una plaza de profesor por dos medios contratos de 10 horas genera importantes problemas en el centro, y la pérdida de nueve o diez horas lectivas, de un curso a otro, hasta el punto de que algunos centros han pasado de ser centros que funcionaban como una balsa de aceite, a estar casi destrozado por culpa de quien toma decisiones trasnochadas, sin contar con el equipo directivo. En ocasiones suelen ser lo que llaman “docentes en función inspectora” (algo así como inspectores de educación, pero que no lo son realmente) que muchas veces no han sabido dirigir un centro docente y, de repente, se encuentran en la Inspección, empezando a pinchar globos y a tantear a lo tonto, sin perspectiva ni concierto.
Esa pérdida de horas a la que aludíamos, genera duros enfrentamientos en los claustros, acabando con la ilusión del profesorado y el desconcierto de los equipos directivos. Ya se sabe que en educación, quienes más altos están son como los libros de una biblioteca: los de más arriba son los que menos sirven y más daño hacen, por el polvo que acumulan y por la inmovilidad, además de ocupar un espacio que casi nunca se reemplaza.
Supongo que esa medida de trastornar y atropellar las plantillas de forma gratuita en los centros de Educación de personas adultas forma parte del objetivo de la Consejería de Educación, de desmontar --de forma tácita-- la educación de adultos, como comentábamos el otro día en un medio de comunicación radiofónico. Por ejemplo: en Castilla y León es tal la dejadez de la Consejería de Educación en temas de Educación de adultos que hasta los ayuntamientos no gobernados por el Partido Popular tan tenido que tomar cartas en el asunto para no ver destrozados los programas destinados a la EPA, dentro de la educación a lo largo de la vida. Algo así como el espontáneo que se tira al ruedo porque el maestro no sabe qué hacer con el morlaco.
Además, se da la circunstancia de que en muchos centros educativos no se cubren las plazas de auxiliares administrativos, a pesar de que en la Consejería de Presidencia se comprometen a cubrirlas en un plazo muy breve. Es doloroso comprobar la falsedad de la viceconsejera de Función Pública y Gobierno Abierto y la dejadez de la directora general de la Función Pública; ni saben dónde llegan ni hacia dónde van ni para qué están en ese puesto. ¡Dios qué malas vasallas, por la dejadez de su señor!
A esos altos cargos -- que vegetan en exceso-- hay que ponerlos contra su espejo y contra las cuerdas durante la próxima campaña electoral, que para mí empieza con el artículo de hoy ("Mentira y corrupción en la 'finca' de Juan Vicente"): desde mañana nos vamos a dedicar a contar las barbaridades que cometen los altos cargos. Y lo haremos sin límite y sin piedad (pero con pruebas). Siento tener que empezar por los altos cargos de educación de la Consejería de Educación, de la de Presidencia y de la de Economía y Hacienda, y, en particular, por la educación de personas adultas, pero lo cierto es que antes de que comiencen a trabajar con las piquetas y derriben esa variante del sistema, tenemos que afianzarla, como se está afianzando y ampliando en las comunidades autónomas donde no gobierna la derecha.
Fíjense en el siguiente ejemplo: hasta el Ayuntamiento de Valladolid la afianza, sin ser la educación competencia suya, en tanto que la Consejería de Educación de Castilla y León lleva destrozándola toda la legislatura pasada, en vez de mimarla y ampliar su perspectiva. En fin, son votos, pero no saben verlo. De los muchos desprecios que comete la Junta de Castilla y León con la ciudadanía y con los contribuyentes, éste es uno más, pero muy grave. Ni siquiera los sindicatos docentes se molestan por su defensa, solo preocupados de ampliar en el tiempo su liberación.
Como de costumbre -- en palabras de mi director de la Agencia de Comunicación-- el profesorado salva la cara de quienes cobran demasiado, a veces sin sentido y sin perspectiva de su trabajo; eso sí, cuando salen los resultados de PISA -- en la que ya nadie cree , dados sus errores de base-- esos altos cargos se agarran a resultados simplemente numéricos y que se caen por su peso, como si ellos fueran los artífices.
Generalmente, esos mismos altos cargos no se dan cuenta de que los errores de bulto de los que adolece el actual sistema educativo son salvados a menudo por el profesorado y, gracias a él, no se suelen notar en el día a día las estupideces normativas de muchos gaznápiros de altos sueldos, coches oficiales, secretarias y capacidad para escribir en los boletines oficiales.