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Gran decepción ha sido que la ley Aído haya pasado a ser la ley Aído-Rajoy

Medrando por la derecha

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El pasado 22 de octubre los del PP estaban que se salían, porque además de que vinieron a Madrid sus conmilitones europeos a jalearles y pasarles la mano por el lomo, ese día tuvo lugar el dato de la encuesta de población activa que, desde un punto de vista superficial, no pudo ser mejor, con casi 300.000 parados menos, lo que arroja un dato de aproximadamente 4.800.000 parados, que supone un 21,5% de paro.

A pesar de que en la convención de los populares europeos, Mariano Rajoy y sus trompeteros estuvieron durante todo el rato recordándose a si mismos lo cojonudos que son y lo malos que son los demás, en las tertulias radiofónicas nocturnas, a las que va gente que no solo tiene datos, sino que además, piensa, se pudo ver que no era oro todo lo que relucía en la EPA pues la mayor parte del empleo creado era precario, a tiempo parcial o, resumidamente, contratos-basura. En dichas tertulias se dió un repaso también, bastante completo, no solo a las cosas que se habían hecho en la legislatura, sino a las que se habían dejado de hacer, que no han sido pocas.

Como se puede imaginar cualquiera, el discurso de Mariano Rajoy en la convención, tenía bastante de postureo. Estos políticos, a pesar de los años transcurridos, todavía piensan que somos tontos, y como tales nos tratan.

Mariano Rajoy sabe, y nosotros también, y Mariano también sabe que lo sabemos, que desde hace varios meses el PP tiene un techo de unos 125 diputados que no logra rebasar y con los que claramente no gobernará a partir del 20D. Sabe también perfectamente que se le han ido desde las municipales unos 2,5 millones de votantes a los que es muy difícil recuperar, no solo porque Ciudadanos va para arriba y ellos para abajo (sobre todo debido a la corrupción), sino sobre todo por el tema del aborto, cuestión extremadamente sensible para no pocos votantes⎯exvotantes⎯del PP que se han visto traicionados en un tema de tanta gravedad y sobre el cual el PP había prometido tumbar la ley Aído según la cual, el aborto no es delito sino derecho.

Gran decepción ha sido que la ley Aído haya pasado a ser la ley Aído-Rajo

y. Esto es imperdonable y además, irreversible: Los dos millones y medio de votos no vuelven.

Muy nervioso debe de estar Mariano Rajoy cuando el día 22, al ver por televisión su discurso en la convención, oí de él algo a lo que no daban crédito mis oídos. El propio Rajoy se calificaba a si mismo y a los de su partido como de "centro-derecha".

"Derecha", esa palabra proscrita por el presidente del Gobierno y los de su partido, toda la vida preocupados por meternos en los cabezones que ellos son "de centro" y que "están centrados", sin pararse siquiera a dialogar con quienes les echaban en cara tener alguna idea de derechas; "derecha", esa palabra proscrita, afloraba el día 22 con toda naturalidad en el discurso de Rajoy, eso sí, sin separarla de la mágica palabra "centro", bajo cuyo amparo estos señores del PP solo vienen sirviendo desde hace muchos años al único ideal en el que creen, que no es otro que conservar el poder para, a partir de ahí, hacer lo que ya todos sabemos sobradamente que hacen.

Rajoy se ha dado cuenta de que los votos se le han ido por la derecha y por eso ahora, a dos meses de las elecciones generales, dice abiertamente "la derecha soy yo".

No, la derecha no es él. La derecha son otros, los de VOX, por ejemplo, y otros partidos que siempre han defendido la vida, la libertad de enseñanza, la reducción drástica de impuestos, un Estado menos omnipresente y acaparador, la libertad de empresa, la reducción de la deuda pública, el freno a la sangría de las autonomías. La derecha son otros, los que defienden sin complejos políticas de derecha, sin acoplar sus principios al sol que más calienta.

El PP ha perdido 2,5 millones de votantes. Muchos más debería perder el 20D, porque probablemente son muchos más los que todavía no han salido del armario del PP y siguen votándole con las narices tapadas a pesar de que tienen convicciones de derechas. Menos historias, el PP no tiene nada de derecha y mucho de caradura. Las próximas elecciones deberían servir, quizá por primera vez en nuestra democracia, para que cada cual se situara donde le corresponde y dejáramos todos de vivir en la mentira. A partir de ahí se podría construir algo.

Medrando por la derecha

Gran decepción ha sido que la ley Aído haya pasado a ser la ley Aído-Rajoy
Antonio Moya Somolinos
sábado, 24 de octubre de 2015, 09:42 h (CET)
El pasado 22 de octubre los del PP estaban que se salían, porque además de que vinieron a Madrid sus conmilitones europeos a jalearles y pasarles la mano por el lomo, ese día tuvo lugar el dato de la encuesta de población activa que, desde un punto de vista superficial, no pudo ser mejor, con casi 300.000 parados menos, lo que arroja un dato de aproximadamente 4.800.000 parados, que supone un 21,5% de paro.

A pesar de que en la convención de los populares europeos, Mariano Rajoy y sus trompeteros estuvieron durante todo el rato recordándose a si mismos lo cojonudos que son y lo malos que son los demás, en las tertulias radiofónicas nocturnas, a las que va gente que no solo tiene datos, sino que además, piensa, se pudo ver que no era oro todo lo que relucía en la EPA pues la mayor parte del empleo creado era precario, a tiempo parcial o, resumidamente, contratos-basura. En dichas tertulias se dió un repaso también, bastante completo, no solo a las cosas que se habían hecho en la legislatura, sino a las que se habían dejado de hacer, que no han sido pocas.

Como se puede imaginar cualquiera, el discurso de Mariano Rajoy en la convención, tenía bastante de postureo. Estos políticos, a pesar de los años transcurridos, todavía piensan que somos tontos, y como tales nos tratan.

Mariano Rajoy sabe, y nosotros también, y Mariano también sabe que lo sabemos, que desde hace varios meses el PP tiene un techo de unos 125 diputados que no logra rebasar y con los que claramente no gobernará a partir del 20D. Sabe también perfectamente que se le han ido desde las municipales unos 2,5 millones de votantes a los que es muy difícil recuperar, no solo porque Ciudadanos va para arriba y ellos para abajo (sobre todo debido a la corrupción), sino sobre todo por el tema del aborto, cuestión extremadamente sensible para no pocos votantes⎯exvotantes⎯del PP que se han visto traicionados en un tema de tanta gravedad y sobre el cual el PP había prometido tumbar la ley Aído según la cual, el aborto no es delito sino derecho.

Gran decepción ha sido que la ley Aído haya pasado a ser la ley Aído-Rajo

y. Esto es imperdonable y además, irreversible: Los dos millones y medio de votos no vuelven.

Muy nervioso debe de estar Mariano Rajoy cuando el día 22, al ver por televisión su discurso en la convención, oí de él algo a lo que no daban crédito mis oídos. El propio Rajoy se calificaba a si mismo y a los de su partido como de "centro-derecha".

"Derecha", esa palabra proscrita por el presidente del Gobierno y los de su partido, toda la vida preocupados por meternos en los cabezones que ellos son "de centro" y que "están centrados", sin pararse siquiera a dialogar con quienes les echaban en cara tener alguna idea de derechas; "derecha", esa palabra proscrita, afloraba el día 22 con toda naturalidad en el discurso de Rajoy, eso sí, sin separarla de la mágica palabra "centro", bajo cuyo amparo estos señores del PP solo vienen sirviendo desde hace muchos años al único ideal en el que creen, que no es otro que conservar el poder para, a partir de ahí, hacer lo que ya todos sabemos sobradamente que hacen.

Rajoy se ha dado cuenta de que los votos se le han ido por la derecha y por eso ahora, a dos meses de las elecciones generales, dice abiertamente "la derecha soy yo".

No, la derecha no es él. La derecha son otros, los de VOX, por ejemplo, y otros partidos que siempre han defendido la vida, la libertad de enseñanza, la reducción drástica de impuestos, un Estado menos omnipresente y acaparador, la libertad de empresa, la reducción de la deuda pública, el freno a la sangría de las autonomías. La derecha son otros, los que defienden sin complejos políticas de derecha, sin acoplar sus principios al sol que más calienta.

El PP ha perdido 2,5 millones de votantes. Muchos más debería perder el 20D, porque probablemente son muchos más los que todavía no han salido del armario del PP y siguen votándole con las narices tapadas a pesar de que tienen convicciones de derechas. Menos historias, el PP no tiene nada de derecha y mucho de caradura. Las próximas elecciones deberían servir, quizá por primera vez en nuestra democracia, para que cada cual se situara donde le corresponde y dejáramos todos de vivir en la mentira. A partir de ahí se podría construir algo.

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