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Afortunadamente los españoles carecemos de preocupaciones.

El gran problema de los españoles

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Gracias a Dios no tenemos ningún tipo de dificultades, el paro no existe, no hay personas en riesgo de exclusión social, ni tampoco familias que vivan gracias a la mísera pensión que sus padres jubilados reciben.

Tampoco trabajadores que con los espléndidos sueldos que ganan no puedan llegar a fin de mes y tengan que practicar la pobreza vergonzante de asistir a los comedores sociales de Caritas u otras instituciones benefactoras para poder subsistir. Carecemos de hogares en los que no entra ni un solo euro porque sus componentes estén en situación de paro forzoso, ni en perspectivas de encontrar empleo, porque o bien son mayores de cuarenta años, y a ese edad ya no se es útil para ejercer ninguna profesión, ni más jóvenes sin poder trabajar. En buena hora no existe ninguno en esa situación.

Nuestros niños y jóvenes, ¡loado sea Dios!, están todos escolarizados, no hay analfabetismo ni retraso escolar porque todos aprueban sus asignaturas dentro del curso y no tienen que repetir. Los gastos dedicados a nuestra Enseñanza, los más elevados de la UE, así lo atestiguan.

Nuestros licenciados y doctores, por una indescriptible ventura, están todos ejerciendo la carrera que estudiaron y no hay ninguno laborando en un oficio de categoría inferior, ni recibiendo un salario ínfimo.

España es una balsa de aceite en la que todo es esplendoroso, los dioses nos favorecen y carecemos de complicaciones.

Tanto es así que Nuestra Patria podría considerarse una Arcadia feliz, si no fuera por la preocupación y problema que nos corroe y nos tiene desazonados.

De él se habla en los bares, en las tertulias de amigos, entre las familias, cuando tienen un rato y todos sus miembros están unidos, en lugar de ver la televisión, conversan sobre esta contrariedad, en fin, es tema de coloquio en cualquier lugar.

Los medios de comunicación no paran de llamarnos la atención sobre ello para aumentar nuestra desazón.

¿Qué es lo que nos carcome y nos hace tan infelices y desgraciados?

El malhadado conflicto de la fiscalidad que atañe a la Iglesia católica, que, en mala hora, posee inmuebles por los que no paga ningún tipo de impuesto. Pero el Gran Hermano, es decir, Pedro Sánchez, en el momento que llegue a ostentar el poder de regir a España, solucionará de inmediato este injusto problema, pues revisará toda la fiscalidad que atañe a la Iglesia Católica y le reclamará la titularidad del dominio de los bienes que desde 1998 la Iglesia Católica inmatriculó sin tener títulos que justificaran su propiedad.

Además promoverá el avance hacia la autofinanciación de las confesiones religiosas (entiéndase Iglesia Católica), así como la revisión de los acuerdos con el Vaticano.

De la misma manera, elaborará un protocolo para la organización de actos de Estado de carácter civil.

Posiblemente desde las distintas épocas en las que se realizaron las desamortizaciones de bienes eclesiales, no haya habido en España un ataque tan frontal a las propiedades de la Iglesia.

Pero vayamos por partes: Este docto prócer no tiene en cuenta que muchos de los inmuebles que la Iglesia posee provienen de la época de la Reconquista. Otros han sido construidos por la misma Iglesia en épocas en las que no había ni registros de propiedad, ni forma de asentar oficialmente la pertenencia de ellos.

También muchos proceden de donaciones que, a través de los siglos, han realizado personas particulares a la Iglesia y a distintos conventos, monasterios, iglesias y hasta ermitas, por lo que habría que ir ciudad por ciudad, pueblo por pueblo y aldea por aldea, para buscar los protocolos notariales, si es que existen, que justifiquen que tales inmuebles pertenecen al patrimonio eclesial.

Arduo trabajo tiene por delante para demostrar legalmente la improcedencia de tales propiedades.

Como casi seguro que no se habrá tomado la molestia de haber leído la Ley Hipotecaria de 1946, que posibilitó el registro, tanto de bienes eclesiásticos como de, otras instituciones, le manifiesto que ésta en el apartado sexto de su Artículo 2º, dice textualmente:

“Los títulos de adquisición de los bienes inmuebles y derechos reales que pertenezcan al Estado, o a las corporaciones civiles o eclesiásticas, con sujeción a lo establecido en las leyes o reglamentos”.

Y para mayor abundamiento que también consulte el Artículo 1º de la misma Ley.

Que revise el Acuerdo con la Santa Sede, pero que, antes pague la factura a Caritas, así como a otras entidades religiosas que practican la caridad de dar de comer al hambriento, y a los colegios de religiosos y religiosas que tanto dinero le están ahorrando al Estado supliendo sus deficiencias y fallos en la enseñanza, asistencia a los menesterosos y cuidado de enfermos.

Claro que la Iglesia, en su conjunto, jamás pasará factura por hacer el bien, ya que con ello practican una cosa, posiblemente desconocida para muchos socialistas, que es la CARIDAD.

El gran problema de los españoles

Afortunadamente los españoles carecemos de preocupaciones.
Manuel Villegas
martes, 20 de octubre de 2015, 05:31 h (CET)
Gracias a Dios no tenemos ningún tipo de dificultades, el paro no existe, no hay personas en riesgo de exclusión social, ni tampoco familias que vivan gracias a la mísera pensión que sus padres jubilados reciben.

Tampoco trabajadores que con los espléndidos sueldos que ganan no puedan llegar a fin de mes y tengan que practicar la pobreza vergonzante de asistir a los comedores sociales de Caritas u otras instituciones benefactoras para poder subsistir. Carecemos de hogares en los que no entra ni un solo euro porque sus componentes estén en situación de paro forzoso, ni en perspectivas de encontrar empleo, porque o bien son mayores de cuarenta años, y a ese edad ya no se es útil para ejercer ninguna profesión, ni más jóvenes sin poder trabajar. En buena hora no existe ninguno en esa situación.

Nuestros niños y jóvenes, ¡loado sea Dios!, están todos escolarizados, no hay analfabetismo ni retraso escolar porque todos aprueban sus asignaturas dentro del curso y no tienen que repetir. Los gastos dedicados a nuestra Enseñanza, los más elevados de la UE, así lo atestiguan.

Nuestros licenciados y doctores, por una indescriptible ventura, están todos ejerciendo la carrera que estudiaron y no hay ninguno laborando en un oficio de categoría inferior, ni recibiendo un salario ínfimo.

España es una balsa de aceite en la que todo es esplendoroso, los dioses nos favorecen y carecemos de complicaciones.

Tanto es así que Nuestra Patria podría considerarse una Arcadia feliz, si no fuera por la preocupación y problema que nos corroe y nos tiene desazonados.

De él se habla en los bares, en las tertulias de amigos, entre las familias, cuando tienen un rato y todos sus miembros están unidos, en lugar de ver la televisión, conversan sobre esta contrariedad, en fin, es tema de coloquio en cualquier lugar.

Los medios de comunicación no paran de llamarnos la atención sobre ello para aumentar nuestra desazón.

¿Qué es lo que nos carcome y nos hace tan infelices y desgraciados?

El malhadado conflicto de la fiscalidad que atañe a la Iglesia católica, que, en mala hora, posee inmuebles por los que no paga ningún tipo de impuesto. Pero el Gran Hermano, es decir, Pedro Sánchez, en el momento que llegue a ostentar el poder de regir a España, solucionará de inmediato este injusto problema, pues revisará toda la fiscalidad que atañe a la Iglesia Católica y le reclamará la titularidad del dominio de los bienes que desde 1998 la Iglesia Católica inmatriculó sin tener títulos que justificaran su propiedad.

Además promoverá el avance hacia la autofinanciación de las confesiones religiosas (entiéndase Iglesia Católica), así como la revisión de los acuerdos con el Vaticano.

De la misma manera, elaborará un protocolo para la organización de actos de Estado de carácter civil.

Posiblemente desde las distintas épocas en las que se realizaron las desamortizaciones de bienes eclesiales, no haya habido en España un ataque tan frontal a las propiedades de la Iglesia.

Pero vayamos por partes: Este docto prócer no tiene en cuenta que muchos de los inmuebles que la Iglesia posee provienen de la época de la Reconquista. Otros han sido construidos por la misma Iglesia en épocas en las que no había ni registros de propiedad, ni forma de asentar oficialmente la pertenencia de ellos.

También muchos proceden de donaciones que, a través de los siglos, han realizado personas particulares a la Iglesia y a distintos conventos, monasterios, iglesias y hasta ermitas, por lo que habría que ir ciudad por ciudad, pueblo por pueblo y aldea por aldea, para buscar los protocolos notariales, si es que existen, que justifiquen que tales inmuebles pertenecen al patrimonio eclesial.

Arduo trabajo tiene por delante para demostrar legalmente la improcedencia de tales propiedades.

Como casi seguro que no se habrá tomado la molestia de haber leído la Ley Hipotecaria de 1946, que posibilitó el registro, tanto de bienes eclesiásticos como de, otras instituciones, le manifiesto que ésta en el apartado sexto de su Artículo 2º, dice textualmente:

“Los títulos de adquisición de los bienes inmuebles y derechos reales que pertenezcan al Estado, o a las corporaciones civiles o eclesiásticas, con sujeción a lo establecido en las leyes o reglamentos”.

Y para mayor abundamiento que también consulte el Artículo 1º de la misma Ley.

Que revise el Acuerdo con la Santa Sede, pero que, antes pague la factura a Caritas, así como a otras entidades religiosas que practican la caridad de dar de comer al hambriento, y a los colegios de religiosos y religiosas que tanto dinero le están ahorrando al Estado supliendo sus deficiencias y fallos en la enseñanza, asistencia a los menesterosos y cuidado de enfermos.

Claro que la Iglesia, en su conjunto, jamás pasará factura por hacer el bien, ya que con ello practican una cosa, posiblemente desconocida para muchos socialistas, que es la CARIDAD.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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