Pocas veces una película me ha decepcionado tanto como esta extensión ortopédica y megalómana de la muy irregular Batman Begins, propuesta que hace unos años se jactó de redefinir el personaje del hombre murciélago desde un punto de vista más tétrico, oscuro y moralmente ambiguo, para deleite de público y crítica. Aquel film de mucho ruido y pocas nueces contaba con una primera parte soberbia, donde el director, Christopher Nolan, (Memento, Insomnia El Truco Final) describía la eclosión del héroe de la capa negra de una forma tan atractiva y original como controvertida en términos ideológicos, pero en cuanto Christian Bale se embutía en el uniforme de Batman, la historia mutaba por completo y se convertía en un anodino ejercicio de pirotecnia visual disfrazada de voluntad de estilo, con unas secuencias de acción, para colmo de de males, indecodificables por el ojo humano debido a su atolondrado ritmo de montaje.
Pues bien, El Caballero Oscuro es más de lo mismo, sólo que con una duración superior (casi tres horas para contar una historia que empieza realmente a mitad de la película, con la brillante escena del interrogatorio del Joker en la comisaría), un Batman con pretensiones pseudofilosóficas pero que en realidad no cumple ninguna función en la trama salvo la de largar frases pomposas y explicativas, al igual que Harvey Dent, el personaje interpretado por Aaron Eckhart, responsable de usurparle de forma inexplicable el clímax final al Joker de Heath Ledger (magnífico en su papel, a pesar de sus pobres diálogos), y alguna novedad tontorrona como la Bat-Moto o Maggie Gyllenhaall, ambas igual de prescindibles.
Por todo ello, este Caballero Oscuro en el que un servidor había depositado tantas esperanzas se queda a medio camino de las pretendidas tinieblas y, salvo en momentos muy puntuales, como el tramo de metraje que transcurre entre el interrogatorio y el ataque al hospital, no logra superar el gris. Tan sólo Heath Ledger, encarnando a un némesis perturbado que pasará por méritos propios a los anales de la iconografía villana, así como la excelente partitura compuesta a cuatro manos por los siempre acertados Hans Zimmer y James Newton Howard, evitan que el fenómeno cinematográfico de la temporada se quede en un simple simulacro soporífero de lo que vendrá: Angelina Jolie en la piel de Catwoman… Hasta entonces, mucho me temo que X-Men 2 y Iron Man continuarán siendo las mejores películas modernas de superhéroes, con el permiso de El Protegido de M. Night Shyamalan, por supuesto.