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Ben Tanosborn

Sarah de Alaska y su delfín Republicano

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Quizás nuestros recuerdos sean escasos sobre detalles históricos acerca de la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, pero la tradición épica sobre la reconquista de Francia de los ingleses si está vívida en nuestras mentes. La heroína de todos, y no solo los franceses, sigue siendo Juana de Arco. Y aceptamos el hecho que Carlos VII recibió su corona gracias a ella.

¿Tendrá la “Dama de Wasilla” un impacto similar al que tuvo la “Doncella de Orleáns”, demostrando suficiente entereza vicepresidencial para ayudar a coronar al envejecido delfín de los Republicanos? ¿Será posible que este pretendiente a la Casa Blanca, John McCain – con muchas residencias y fortuna, pero de mal genio y poca materia gris – se pueda beneficiar de esta virgen-en-experiencia, Sarah de Alaska?

¡Todo es posible en Norteamérica! Y mucho se puede hacer probable gracias a este circo que es la política. De hecho, la aportación de Sarah ya ha comenzado; leyó muy bien el tablero en su discurso de investidura, mejor que lo hiciera McCain; por lo menos con mas viveza… claro, que poco se requiere para eso.

Poco importa que ambos discursos no solamente reinventasen los hechos sino que los tergiversaran; bien fuera en cuanto a los grupos de presión; o su experiencia dentro y fuera del gobierno; sus propuestas tributarias y su impacto en los diferentes grupos socioeconómicos; y todos los demás tópicos, bien fueran de carácter domestico o internacional. En cuanto a las dos cuestiones clave que ahora afronta la nación, su economía hundiéndose en la depresión y las guerras en Afganistán e Irak… ¡ni pío! McCain, como era de esperar, solo produjo una letanía de perogrulladas patrioteras.

Los norteamericanos aceptamos calumnia y mentira en la política representada por los dos principales partidos; pero en este campo de la mentira y jugarretas políticas, los Republicanos, por lo menos durante las ultimas cuatro décadas, ganan de todas-todas a los menos “eficientes” Demócratas. Claro, esto a menos que aceptemos que estos últimos tienen una ética más saludable.

Queda por ver si el haber escogido a Sarah Palin como candidato a la vicepresidencia fue un audaz golpe sorpresa o un golpe de gracia para McCain. Su fundamentalismo religioso e imagen rural-fronteriza no cabe duda mantendrá a todos los que acarreen armas y Biblia en el rebaño Republicano, aunque es dudoso que estas personas se alejasen mucho de ese partido y sus proclamados “valores”. El supuesto cisma entre los evangélicos sobre su foco doctrinal no fue sino una quimera de los Demócratas que no parecen entender que un principio critico en el fundamentalismo es la intolerancia hacia la creencia de otros… o su falta de creencia.

Algunos periodistas en los medios corporativos han comenzado a describir a Palin como populista, que implica el apoyar los derechos y poder del pueblo en su lucha contra la elite privilegiada, algo que esta dama hace… en reverso. Su filosofía política tiene como base el conservatismo, social y fiscal, pero envuelto dogmáticamente en la religión, su religión cristiana. Cinco años después que EEUU invadiera y ocupara Irak, todavía considera la encrucijada criminal de Bush como una “tarea que viene de Dios”.

Sean cual sean los elogios y oleadas en popularidad que Sarah Palin obtenga entre ahora y el 4 de noviembre, fecha de la elección, los votantes estadounidenses, y estos incluyen a los que comulgan en su fe, deben darse a si mismos un minuto de racionalidad – y no ser simplemente llevados por la emoción – antes de tomar su decisión y dar su voto al equipo candidato de McCain-Palin. Los votantes deben darse cuenta que esta Sarah de Alaska no es Juana de Arco; y que mientras Juana de Arco – probablemente la primer “travestí” que haya sido canonizada – fue instrumental en poner fin a esa guerra de los Cien Años, Sarah de Alaska y su compañero político tendrían a esta nación en guerra por otros cien años. McCain ya ha dicho que nuestra estancia en Irak durará ese tiempo si el tal es necesario para poder declarar victoria.

Por lo menos aquella Juana de Arco solo se comunicaba con Dios mediante la oración y la intercesión de tres santos (Miguel, Catalina y Margarita); pero al parecer tanto George W. Bush como Sarah Palin mantienen línea directa con el Todopoderoso.

No, Sarah de Alaska; tú no eres una Juana de Arco; ni tampoco una Hillary Clinton. Ni lo serás en cien años, ni en un millón de años… y esperemos, ¡tampoco en las urnas!

Sarah de Alaska y su delfín Republicano

Ben Tanosborn
Ben Tanosborn
sábado, 6 de septiembre de 2008, 08:49 h (CET)
Quizás nuestros recuerdos sean escasos sobre detalles históricos acerca de la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, pero la tradición épica sobre la reconquista de Francia de los ingleses si está vívida en nuestras mentes. La heroína de todos, y no solo los franceses, sigue siendo Juana de Arco. Y aceptamos el hecho que Carlos VII recibió su corona gracias a ella.

¿Tendrá la “Dama de Wasilla” un impacto similar al que tuvo la “Doncella de Orleáns”, demostrando suficiente entereza vicepresidencial para ayudar a coronar al envejecido delfín de los Republicanos? ¿Será posible que este pretendiente a la Casa Blanca, John McCain – con muchas residencias y fortuna, pero de mal genio y poca materia gris – se pueda beneficiar de esta virgen-en-experiencia, Sarah de Alaska?

¡Todo es posible en Norteamérica! Y mucho se puede hacer probable gracias a este circo que es la política. De hecho, la aportación de Sarah ya ha comenzado; leyó muy bien el tablero en su discurso de investidura, mejor que lo hiciera McCain; por lo menos con mas viveza… claro, que poco se requiere para eso.

Poco importa que ambos discursos no solamente reinventasen los hechos sino que los tergiversaran; bien fuera en cuanto a los grupos de presión; o su experiencia dentro y fuera del gobierno; sus propuestas tributarias y su impacto en los diferentes grupos socioeconómicos; y todos los demás tópicos, bien fueran de carácter domestico o internacional. En cuanto a las dos cuestiones clave que ahora afronta la nación, su economía hundiéndose en la depresión y las guerras en Afganistán e Irak… ¡ni pío! McCain, como era de esperar, solo produjo una letanía de perogrulladas patrioteras.

Los norteamericanos aceptamos calumnia y mentira en la política representada por los dos principales partidos; pero en este campo de la mentira y jugarretas políticas, los Republicanos, por lo menos durante las ultimas cuatro décadas, ganan de todas-todas a los menos “eficientes” Demócratas. Claro, esto a menos que aceptemos que estos últimos tienen una ética más saludable.

Queda por ver si el haber escogido a Sarah Palin como candidato a la vicepresidencia fue un audaz golpe sorpresa o un golpe de gracia para McCain. Su fundamentalismo religioso e imagen rural-fronteriza no cabe duda mantendrá a todos los que acarreen armas y Biblia en el rebaño Republicano, aunque es dudoso que estas personas se alejasen mucho de ese partido y sus proclamados “valores”. El supuesto cisma entre los evangélicos sobre su foco doctrinal no fue sino una quimera de los Demócratas que no parecen entender que un principio critico en el fundamentalismo es la intolerancia hacia la creencia de otros… o su falta de creencia.

Algunos periodistas en los medios corporativos han comenzado a describir a Palin como populista, que implica el apoyar los derechos y poder del pueblo en su lucha contra la elite privilegiada, algo que esta dama hace… en reverso. Su filosofía política tiene como base el conservatismo, social y fiscal, pero envuelto dogmáticamente en la religión, su religión cristiana. Cinco años después que EEUU invadiera y ocupara Irak, todavía considera la encrucijada criminal de Bush como una “tarea que viene de Dios”.

Sean cual sean los elogios y oleadas en popularidad que Sarah Palin obtenga entre ahora y el 4 de noviembre, fecha de la elección, los votantes estadounidenses, y estos incluyen a los que comulgan en su fe, deben darse a si mismos un minuto de racionalidad – y no ser simplemente llevados por la emoción – antes de tomar su decisión y dar su voto al equipo candidato de McCain-Palin. Los votantes deben darse cuenta que esta Sarah de Alaska no es Juana de Arco; y que mientras Juana de Arco – probablemente la primer “travestí” que haya sido canonizada – fue instrumental en poner fin a esa guerra de los Cien Años, Sarah de Alaska y su compañero político tendrían a esta nación en guerra por otros cien años. McCain ya ha dicho que nuestra estancia en Irak durará ese tiempo si el tal es necesario para poder declarar victoria.

Por lo menos aquella Juana de Arco solo se comunicaba con Dios mediante la oración y la intercesión de tres santos (Miguel, Catalina y Margarita); pero al parecer tanto George W. Bush como Sarah Palin mantienen línea directa con el Todopoderoso.

No, Sarah de Alaska; tú no eres una Juana de Arco; ni tampoco una Hillary Clinton. Ni lo serás en cien años, ni en un millón de años… y esperemos, ¡tampoco en las urnas!

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