Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | La tercera puerta
Xabier López de Armentia

¿Qué precio tiene la vida?

|

Miles de viudas llorando a sus maridos, miles de madres llorando a sus hijos. Incesantes llantos derramados multiplicados por cada fracción de segundo que nos suceden cada día. Este es el resultado de la barbarie del ser humano. Dolor es igual a lágrimas más sangre al cuadrado. ¿A qué precio estamos pagando nuestras vidas?. ¿Cuánto vale el llanto de una madre?. ¿Qué valor tiene para un ser humano la vida de otro?. ¿Cuánto pesa el alma de una persona?. ¿Qué precio tiene la vida de un persona?. ¿Qué precio tiene su alma?

Tantas preguntas y tan pocas respuestas. A lo largo y ancho del planeta son tales las cantidades de muertos que bien podría llenar todos los bidones de crudo con su sangre. Millones de litros de crudo a cambio de millones de litros de sangre. Esa sangre tiene un coste. El que pagamos todos por el petróleo. Un extraño triángulo equilátero en el que sus vértices son la sangre, el dinero y el petróleo. Como si de una fórmula mágica se tratase, la ausencia de uno de ellos imposibilita el resultado final. Y el resultado final es que tu, yo, y el resto de los mortales conduzcamos nuestros coches, viajemos en avión y dispongamos de todos los productos que deseamos en el supermercado de la esquina. Resultado que genera otra problemática: el calentamiento global.

Enzarzadas las principales potencias mundiales en una carrera sin sentido y sin reglas, destinan a sus ejércitos cantidades astronómicas para la proliferación de armas. ¿Por qué llamamos solamente a un tipo de armas, armas de destrucción masiva?. Todas destruyen en masa vidas. Destruyen en masa sueños, libertades y esperanzas. Destruyen familias enteras, destruyen futuros, y lo que es más importante, destruyen conciencias.

Una vez dentro de la espiral del odio y la rabia, se torna muy difícil no adentrarse en la venganza, en el ojo por ojo y diente por diente.

¿Quién gana cuando todos pierden?. Pensamos que en una guerra todos pierden. Esa afirmación me enseñaron de pequeño, y cierto es, que todos perdemos algo cuando muere un inocente en la otra punta del planeta. Pensando durante años que nadie ganaba en una guerra, que no hay vencedores ni vencidos, descubres a lo largo de los años que si existen ganadores. Esas multinacionales “traficantes de cadáveres”, adjudicatarias de los servicios de explotación de recursos naturales; esas creadoras de maquinas infernales de matar, subcontratas de los Ministerios de Defensa; esos pobres de espíritu que llenan sus bolsillos de millones de dólares con la vida del resto.

Nos obsesiona la pederastia y el daño que se ejerce a nuestros pequeños, y ¿por qué no nos parece tan horrendo que maten a 1.000 niños por 100 bidones de crudo en un pueblo perdido de Irak?. ¿Por qué permitimos que esto suceda?

Unos niños u otros solo sueñan con jugar y aprender en la escuela. Las armas que fabricamos les roban sus sueños. Si perseguimos y juzgamos a los pederastas, ¿por qué no hacemos lo mismo con los países y empresas que acaban con la vida de miles de niños?.

La vida tiene que ser un sueño, y no un sueño poder vivir.

¿Qué precio tiene la vida?

Xabier López de Armentia
Lectores
viernes, 5 de septiembre de 2008, 05:36 h (CET)
Miles de viudas llorando a sus maridos, miles de madres llorando a sus hijos. Incesantes llantos derramados multiplicados por cada fracción de segundo que nos suceden cada día. Este es el resultado de la barbarie del ser humano. Dolor es igual a lágrimas más sangre al cuadrado. ¿A qué precio estamos pagando nuestras vidas?. ¿Cuánto vale el llanto de una madre?. ¿Qué valor tiene para un ser humano la vida de otro?. ¿Cuánto pesa el alma de una persona?. ¿Qué precio tiene la vida de un persona?. ¿Qué precio tiene su alma?

Tantas preguntas y tan pocas respuestas. A lo largo y ancho del planeta son tales las cantidades de muertos que bien podría llenar todos los bidones de crudo con su sangre. Millones de litros de crudo a cambio de millones de litros de sangre. Esa sangre tiene un coste. El que pagamos todos por el petróleo. Un extraño triángulo equilátero en el que sus vértices son la sangre, el dinero y el petróleo. Como si de una fórmula mágica se tratase, la ausencia de uno de ellos imposibilita el resultado final. Y el resultado final es que tu, yo, y el resto de los mortales conduzcamos nuestros coches, viajemos en avión y dispongamos de todos los productos que deseamos en el supermercado de la esquina. Resultado que genera otra problemática: el calentamiento global.

Enzarzadas las principales potencias mundiales en una carrera sin sentido y sin reglas, destinan a sus ejércitos cantidades astronómicas para la proliferación de armas. ¿Por qué llamamos solamente a un tipo de armas, armas de destrucción masiva?. Todas destruyen en masa vidas. Destruyen en masa sueños, libertades y esperanzas. Destruyen familias enteras, destruyen futuros, y lo que es más importante, destruyen conciencias.

Una vez dentro de la espiral del odio y la rabia, se torna muy difícil no adentrarse en la venganza, en el ojo por ojo y diente por diente.

¿Quién gana cuando todos pierden?. Pensamos que en una guerra todos pierden. Esa afirmación me enseñaron de pequeño, y cierto es, que todos perdemos algo cuando muere un inocente en la otra punta del planeta. Pensando durante años que nadie ganaba en una guerra, que no hay vencedores ni vencidos, descubres a lo largo de los años que si existen ganadores. Esas multinacionales “traficantes de cadáveres”, adjudicatarias de los servicios de explotación de recursos naturales; esas creadoras de maquinas infernales de matar, subcontratas de los Ministerios de Defensa; esos pobres de espíritu que llenan sus bolsillos de millones de dólares con la vida del resto.

Nos obsesiona la pederastia y el daño que se ejerce a nuestros pequeños, y ¿por qué no nos parece tan horrendo que maten a 1.000 niños por 100 bidones de crudo en un pueblo perdido de Irak?. ¿Por qué permitimos que esto suceda?

Unos niños u otros solo sueñan con jugar y aprender en la escuela. Las armas que fabricamos les roban sus sueños. Si perseguimos y juzgamos a los pederastas, ¿por qué no hacemos lo mismo con los países y empresas que acaban con la vida de miles de niños?.

La vida tiene que ser un sueño, y no un sueño poder vivir.

Noticias relacionadas

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto