Quince meses después, Otegi vuelve a recorrer las calles que le vieron crecer y auparse hasta lo más alto de la política vasca; cabeza visible y representante de Euskal Herritarrok y Batasuna. Quince meses en los cuales las cosas no han cambiado mucho salvo la entrada en prisión de numerosos lideres políticos de su mismo entramado político y social.
La ruptura oficial del “Alto el fuego permanente” por parte de E.T.A. en junio del año pasado ha traído consigo una persecución sin precedentes de aquellas personas de su entorno político y social más directo. Después de esta estancia en prisión, parece que Otegi, considerado el sector más “blando” dentro de Batasuna, no sólo no ha cambiado sus planteamientos sino que los ha cimentado más si cabe.
Sus ideas son claras. Aboga por un fin dialogado de la violencia. El dirigente político abertzale afirma que existe un conflicto vasco que sin dialogar jamás se podrá solucionar. En esta posición somos muchos los que pensamos igual. Es necesario dialogar entre todos, entre diferentes, entre opuestos y entre “odiados” para conseguir que esta tierra obtenga lo que se merece, la paz.
El problema que tiene Otegi es que tiene el enemigo más cerca que lejos, más dentro que fuera. Desde sus propias filas muchos afirman que es un “personaje político” amortizado, y que ha cumplido su misión, abogando por mandarlo al ostracismo político. Estas tesis chocan directamente con los planteamientos y las previsiones de Arnaldo Otegi, que no sólo piensa que aún tiene mucho “juego político” que mostrar, sino que se considera suficientemente preparado para liderar de nuevo a Batasuna e incluso emprender otra época de dialogo con el Estado y con el resto de formaciones políticas vascas.
Dos facciones dentro de un mismo partido; dos motores de cambio dentro de la misma maquina. A partir de ahora, asistiremos a un centenar de mensajes entrelazados como dos grandes puzzles que aspiran a representar la fotografía de la izquierda abertzale. Dos discursos que buscan negarse entre si y alzarse como el discurso hegemónico dentro de este amplio colectivo.
Lo interesante de esta “guerra discursiva” es adivinar que facción se alzará con el control dentro del aparato político, y si esta será capaz de imponerse en sus tesis a E.T.A.. Es evidente que el resultado de esta pugna crea dos escenarios completamente diferentes. Dos escenarios que influyen directamente en Madrid y en el Gobierno Central.
Hagamos por un momento un fácil ejercicio de imaginación. Pensemos por un momento que Otegi consigue aglutinar los suficientes apoyos para implantar sus tesis dentro de Batasuna y terminan condenando la violencia. Según la Ley 6/2002 (Ley de Partidos Políticos), esta formación sería (existe la posibilidad de crear una nueva “marca” política”) una formación completamente legal y podría participar en los próximos comicios autonómicos vascos. El escenario que se definiría a partir de entonces sería completamente diferente al que vemos hoy en día.
No se que sucederá de aquí a unos meses, pero lo que si tengo claro y considero un paso importante es que Arnaldo Otegi, histórico líder de Batasuna, a su salida de la cárcel, tenga bien claro que el único camino es el diálogo. Creo que hemos ganado todos con estas declaraciones.