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Patxo Palacios

Buena música y margen de mejora en el XI Sonorama

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Ciertamente, el cartel anunciado en el festival burgalés era un buen prolegómeno. Pese a la proliferación de festivales y conciertos estivales a lo largo y ancho de la piel de toro (este mismo contaba con la coincidencia en el tiempo del ‘Ola’ en El Ejido, con la presencia de Bjork, Massive Attack, Hercules and Love Affair, entre otros), el Sonorama ha recogido una nada despreciable cifra aproximada de 20.000 personas y un buen resultado general, con algún que otro claroscuro.

El festival contó con la presencia de actividades paralelas en Aranda (concurso de maquetas, cortos, almuerzo en las bodegas, conciertos diurnos) que sin duda, fueron un acierto.

La originalidad es cada vez más difícil en estos días y conseguir valor añadido diferencial en un mercado con tanta competencia es algo que se debe valorar en su justa medida.

Y al final quedan las sensaciones… como las que uno tuvo viendo p.ej. a los madrileños Vetusta Morla con la Plaza Mayor abarrotada el sábado al mediodía, con la solana atizando de lo lindo y el personal coreando sus canciones, muy bien. Personal castellano, vasco, asturiano… bastante heterogéneo y joven, mayoría veinte-treintañera.

Sin embargo, cada palo debe aguantar su vela y no podemos dejar de reseñar ciertos errores de bulto. Programas escasos en contenido informativo, nula información de la caída a última hora por accidente de Facto de las Flores y Lagartija Nick (estos no tan a última hora), cambio de hora de los conciertos sin previo aviso y fallos puntuales en las pantallas adyacentes al escenario son circunstancias fácilmente subsanables y que debería revisar la Organización, de cara a futuras ediciones.

Abrieron el festival la noche del jueves Josele Santiago y The Right Ons, entre otros, pero el grueso se centró en las jornadas de viernes y sábado. En apariencia, el cartel sabatino parecía de más enjundia que el de la víspera, pero a toro pasado, y volviendo a las sensaciones, uno se queda con las actuaciones de The Gift y Gogol Bordello el primer día.

La banda indie de pop electrónico portugués tocó aún de día y desplegó un soberbio concierto (el último por este año, tras cuatro años en la carretera), con una entregada Sonia Tavares al frente; vaya voz, por cierto (recordó a Leonor Watling en varios momentos). El grupo luso es difícil de clasificar, aires de Morcheeba, Coldplay… una banda alternativa de primer nivel que ha tirado por la borda el pesado fardo del fado; sonaron ‘driving you slow’, ‘my lovely mirror’… con especial mención a ‘music’, todo un himno urbano, que encandiló al auditorio.

Los Gogol Bordello, por su parte, ofrecieron un directo fulgurante y sin tregua, marca de la casa. El gipsy punk de la banda liderada por Eugene Hutz fue eléctrico, ritmo eslavo gitano frenético, violín, acordeón, trompetas, estética zíngara y puesta en escena gamberra fiestera total.

El abuelo violinista Sergey Ryabtzev no se quedó a la zaga, todo sea dicho. Uno se puede imaginar a la banda romaní tranquilamente tocando en un garito de mala muerte en Irkutsk, Timisoara, Budapest... inflados de vodka o güisqui barato. La banda formada por inmigrantes eslavos en su mayoría, saltó a la fama con su tema ‘start wearing people’ de la película ‘Everything is illuminated’ en 2005 y ya definitivamente, cuando apareció en el Live Earth en Londres con Madonna, madrina del grupo. Versionaron muy bien, por cierto, el ‘Mala vida’ de Manu Chao, una de las fuentes de inspiración de la banda, como el mismo Hendrix.
Lori Meyers, Los Niños Mutantes, Los Hombrecillos Verdes, Triángulo de Amor Bizarrro, Cooper, Sidonie y Nada Surf completaron el viernes cumpliendo las expectativas, con más o menos brillo.

El sábado se esperaba con ganas la actuación de Iván Ferreiro; el vigués, su hermano y el resto de la banda tocaron una hora, sobre todo temas de ‘Mentiroso, mentiroso’, mostrando buen hacer y un sonido perfecto. Hay muchos ferreiristas por estos lares, ya desde su época pirata, y se nota. El célebre ‘turnedo’ se hizo esperar y sonó hacia el final, para regocijo del público, que lo coreó de principio a fin.

Los pamplonicas del Columpio Asesino dieron un paso más adelante en su evolución pop-electrónica. Sonaron los clásicos ‘La muñeca’, ‘El Evangelista’… Su directo ha mejorado ostensiblemente y si bien en su último trabajo (La Gallina), han dejado un poco más de lado el rock y la trompeta, consiguen un sonido electrónico de mayor calidad. En su haber, uno de los pocos bises del festival, por cierto.

A primera hora tocó Quique González; el compositor y cantante madrileño goza igualmente de una buena partida de seguidores y el personal (aún perezoso, todavía eran las 9) disfrutó.

Uno destacaría de esta última jornada igualmente a Deluxe. La banda coruñesa liderada por Xoel López estuvo francamente bien: estilo personal y profundo, sonido de calidad en su sección de viento, guitarra, voz… El repertorio elegido fue casi totalmente el de sus últimos trabajos (en castellano todos), Reconstrucción, Fin de un viaje infinito y Los Jóvenes mueren antes de tiempo.
Tiempo de evolución y despedidas también. Xoel anunció un parón y redefinición del grupo tras este concierto. Esperamos acontecimientos.

Y es que, como me decía un amigo, hay grupos que si fueran de Londres o Manchester tendrían el triple de repercusión mediática que el que tienen. Pienso en The Gift, Deluxe…

Las actuaciones fueron todas seguidas de un escenario a otro, casi sin un momento de respiro para charlar y horarios muy milimetrados, con lo que era difícil que hubiera apenas interactuaciones con el público o bises…
Buena música, buen cartel, pero cierta sensación de encorsetamiento.

Completaron la jornada Fumestones, Love of lesbians, Jetlag y Najwa Jean. La Organización eligió a la actriz cantante y a Carlos Jean para cerrar el festival en el escenario principal. Con un estilo muy intimista y suave, demasiado, su música invitaba más a una copa en un club privado que a vibrar, como tocaba.

Cerramos la noche con el frenesí de Krakovia y su rubia fatal … ahí sí saltó el personal. Un poco más de música electrónica en el hangar contiguo y a dormir.

Buena música y margen de mejora en el XI Sonorama

Patxo Palacios
Patxo Palacios
miércoles, 31 de diciembre de 2008, 15:21 h (CET)
Ciertamente, el cartel anunciado en el festival burgalés era un buen prolegómeno. Pese a la proliferación de festivales y conciertos estivales a lo largo y ancho de la piel de toro (este mismo contaba con la coincidencia en el tiempo del ‘Ola’ en El Ejido, con la presencia de Bjork, Massive Attack, Hercules and Love Affair, entre otros), el Sonorama ha recogido una nada despreciable cifra aproximada de 20.000 personas y un buen resultado general, con algún que otro claroscuro.

El festival contó con la presencia de actividades paralelas en Aranda (concurso de maquetas, cortos, almuerzo en las bodegas, conciertos diurnos) que sin duda, fueron un acierto.

La originalidad es cada vez más difícil en estos días y conseguir valor añadido diferencial en un mercado con tanta competencia es algo que se debe valorar en su justa medida.

Y al final quedan las sensaciones… como las que uno tuvo viendo p.ej. a los madrileños Vetusta Morla con la Plaza Mayor abarrotada el sábado al mediodía, con la solana atizando de lo lindo y el personal coreando sus canciones, muy bien. Personal castellano, vasco, asturiano… bastante heterogéneo y joven, mayoría veinte-treintañera.

Sin embargo, cada palo debe aguantar su vela y no podemos dejar de reseñar ciertos errores de bulto. Programas escasos en contenido informativo, nula información de la caída a última hora por accidente de Facto de las Flores y Lagartija Nick (estos no tan a última hora), cambio de hora de los conciertos sin previo aviso y fallos puntuales en las pantallas adyacentes al escenario son circunstancias fácilmente subsanables y que debería revisar la Organización, de cara a futuras ediciones.

Abrieron el festival la noche del jueves Josele Santiago y The Right Ons, entre otros, pero el grueso se centró en las jornadas de viernes y sábado. En apariencia, el cartel sabatino parecía de más enjundia que el de la víspera, pero a toro pasado, y volviendo a las sensaciones, uno se queda con las actuaciones de The Gift y Gogol Bordello el primer día.

La banda indie de pop electrónico portugués tocó aún de día y desplegó un soberbio concierto (el último por este año, tras cuatro años en la carretera), con una entregada Sonia Tavares al frente; vaya voz, por cierto (recordó a Leonor Watling en varios momentos). El grupo luso es difícil de clasificar, aires de Morcheeba, Coldplay… una banda alternativa de primer nivel que ha tirado por la borda el pesado fardo del fado; sonaron ‘driving you slow’, ‘my lovely mirror’… con especial mención a ‘music’, todo un himno urbano, que encandiló al auditorio.

Los Gogol Bordello, por su parte, ofrecieron un directo fulgurante y sin tregua, marca de la casa. El gipsy punk de la banda liderada por Eugene Hutz fue eléctrico, ritmo eslavo gitano frenético, violín, acordeón, trompetas, estética zíngara y puesta en escena gamberra fiestera total.

El abuelo violinista Sergey Ryabtzev no se quedó a la zaga, todo sea dicho. Uno se puede imaginar a la banda romaní tranquilamente tocando en un garito de mala muerte en Irkutsk, Timisoara, Budapest... inflados de vodka o güisqui barato. La banda formada por inmigrantes eslavos en su mayoría, saltó a la fama con su tema ‘start wearing people’ de la película ‘Everything is illuminated’ en 2005 y ya definitivamente, cuando apareció en el Live Earth en Londres con Madonna, madrina del grupo. Versionaron muy bien, por cierto, el ‘Mala vida’ de Manu Chao, una de las fuentes de inspiración de la banda, como el mismo Hendrix.
Lori Meyers, Los Niños Mutantes, Los Hombrecillos Verdes, Triángulo de Amor Bizarrro, Cooper, Sidonie y Nada Surf completaron el viernes cumpliendo las expectativas, con más o menos brillo.

El sábado se esperaba con ganas la actuación de Iván Ferreiro; el vigués, su hermano y el resto de la banda tocaron una hora, sobre todo temas de ‘Mentiroso, mentiroso’, mostrando buen hacer y un sonido perfecto. Hay muchos ferreiristas por estos lares, ya desde su época pirata, y se nota. El célebre ‘turnedo’ se hizo esperar y sonó hacia el final, para regocijo del público, que lo coreó de principio a fin.

Los pamplonicas del Columpio Asesino dieron un paso más adelante en su evolución pop-electrónica. Sonaron los clásicos ‘La muñeca’, ‘El Evangelista’… Su directo ha mejorado ostensiblemente y si bien en su último trabajo (La Gallina), han dejado un poco más de lado el rock y la trompeta, consiguen un sonido electrónico de mayor calidad. En su haber, uno de los pocos bises del festival, por cierto.

A primera hora tocó Quique González; el compositor y cantante madrileño goza igualmente de una buena partida de seguidores y el personal (aún perezoso, todavía eran las 9) disfrutó.

Uno destacaría de esta última jornada igualmente a Deluxe. La banda coruñesa liderada por Xoel López estuvo francamente bien: estilo personal y profundo, sonido de calidad en su sección de viento, guitarra, voz… El repertorio elegido fue casi totalmente el de sus últimos trabajos (en castellano todos), Reconstrucción, Fin de un viaje infinito y Los Jóvenes mueren antes de tiempo.
Tiempo de evolución y despedidas también. Xoel anunció un parón y redefinición del grupo tras este concierto. Esperamos acontecimientos.

Y es que, como me decía un amigo, hay grupos que si fueran de Londres o Manchester tendrían el triple de repercusión mediática que el que tienen. Pienso en The Gift, Deluxe…

Las actuaciones fueron todas seguidas de un escenario a otro, casi sin un momento de respiro para charlar y horarios muy milimetrados, con lo que era difícil que hubiera apenas interactuaciones con el público o bises…
Buena música, buen cartel, pero cierta sensación de encorsetamiento.

Completaron la jornada Fumestones, Love of lesbians, Jetlag y Najwa Jean. La Organización eligió a la actriz cantante y a Carlos Jean para cerrar el festival en el escenario principal. Con un estilo muy intimista y suave, demasiado, su música invitaba más a una copa en un club privado que a vibrar, como tocaba.

Cerramos la noche con el frenesí de Krakovia y su rubia fatal … ahí sí saltó el personal. Un poco más de música electrónica en el hangar contiguo y a dormir.

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