En similares términos retóricos se cuestionaba el presidente de nuestro país hace algunas semanas ante los interlocutores sociales. Si dijo crisis, súbita contracción de la actividad o pronunciada desaceleración es algo que ya no importa demasiado. La crisis ha roto y el gobieno engullido y revolcado por su ola trata de recomponerse el bañador intentando conservar un adarme de dignidad ante la playa atestada de votantes.
En efecto, el pesimismo no es creador de empleo, pero la incoherencia, la falta de previsión o la ignorancia tampoco se encuentran en los manuales de economía clásica como herramientas dinamizadoras de la demanda interna o del mercado e trabajo.
Supone un acto de fe creer que el gobierno no tuviera instrumentos de control para anticipar un temporal virando, no es falta de patriotismo, a tormenta perfecta. Y no puede ser de otra manera, en la misma medida en que concedamos buena fe al ejecutivo en no conocer el alcance de la situación, deberemos sustraerle la correspondiente cuota de capacidad y de solvencia. La playa entera veía la bandera amarilla.
Pasaron las elecciones y el Gobierno ha ido girando poco más de un grado cada día en su visión intentando demostrar coherencia ante una situación que aún se comunica como exógena y sobrevenida. La proa gubernamental ya apunta al conflicto. Perfecto, aunque con doce meses de retraso sobre los primeros avisos de inestabilidad financiera, origen de la crisis de liquidez.
La solemne declaración del Presidente de que mantendrá los derechos sociales, obligación que le marcan la Ley de Empleo, el Pacto de Toledo, la Ley de la Dependencia etc..( ¿alguien cree que el PP quitaría el seguro de desempleo o recortaría las pensiones? ), la pomposa ( y vacía ) firma con los sindicatos y excéntrico plan del ministro de industria para importar bombillas de bajo consumo parecen las recetas improvisadas de un grupo inexperto de boy scouts. Lo de eliminar la corbata ( por qué no imponer la guayabera o tal vez las sandalias ) resulta políticamente débil en lo que tiene de izquierda naif que no ha digerido aún la madurez de las formas obligadas de respeto institucional a la que los cargos que ostentan, que no las personas, se deben. Otras medidas, como la limitación de la velocidad en el acceso rodado a las grandes ciudades, no pueden entenderse orientadas a la eficacia de ahorro energético, sino a la imposición indirecta camuflada, vía sanción administrativa.
Volvamos pues al titular ¿Qué podía haber hecho el Gobierno?, hoy, último día de julio en el que sube el paro, la inflación y el euribor- en contra de los pronósticos sucesivos de Chacón, Caldera, Zapatero y Solbes es un buen día para refrescarlo.
Política de rentas. Negociación convenios 08- Pautas de contención. Es evidente que la inflación, como dicen los sindicatos viene más del petroleo que de los salarios, pero en mínima parte, éstos podían haber aguantado al menos una pequeña parte de la vela.
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Cheques bebé y 400 euros: evitación del gasto del superavit público en medidas atolondradas y sin proporcionalidad ni progresividad fiscal.
Presupuesto público ajustado y realista en ingresos que no va a cumplirse.
Gastos. El petróleo está presupuestado a 70, dólares cuando se ha duplicado.
Liberalización del sector eléctrico, no más concentración.
Energía nuclear. Afrontar el necesario debate: ya hasta la izquierda es nuclear. España descamisada y sin calcetines va en contra del mundo.
Propuestas de competitividad y apoyo a la empresa. Nunca parecen suficientemente rigurosas y decididas.
Politicas fiscales de desgravación aún mayor por la compra de vivienda.
Políticas de rebajas fiscales para empresas de sectores en crisis.
Nuevas Politicas de impulso y fomento de la contratación de trabajadores.
Pacto y reforma urgente del sistema nacional de empleo y de los servicios públicos de empleo para la efectividad de la reinserción de los desempleados en el mercado de trabajo.
Oficina de control y seguimiento de la inflación.
Benchmarking de recetas de otros paises contra la crisis
Y quizás otras muchas medidas…