No voy a descubrir nada nuevo si digo que la Justicia española es una auténtica chapuza. Y sino que se lo pregunten a Rafael Ricardi, el hombre que ahora ha salido de la cárcel después de pasar 13 años por una violación que nunca cometió. El ADN ha hecho justicia, pero lo más grave es que ya en el año 2000 le exculpaba un informe del Instituto Nacional de Toxicología (INT) y no ha sido hasta ahora que ha sido puesto en libertad.
Dice que nadie le ha pedido perdón por los 13 años de cárcel que ha tenido que cumplir injustamente. Ahora, mientras todavía espera la libertad total, reclamaba una indemnización –que debería ser millonaria y que pagaremos todos- para poder rehacer su vida. No hay que olvidar que al tratarse de un delito de violación y haber cumplido condena por ello, siempre habrá alguna persona que le señale con el dedo o rechace ofrecerle un puesto de trabajo para ganarse la vida y volver a empezar.
Así es nuestra Justicia y así es nuestra sociedad. Mientras Santiago del Valle, pederasta reincidente y asesino, paseaba tranquilamente por la calle pese a tener condenas pendientes por abusar de su hija y agredir a otra menor, antes de asesinar a Mari Luz, en la cárcel de Topas (Salamanca), Rafael Ricardi cumplía condena por un delito que no cometió. Así de injusta es la vida para algunos.