“Padres e hijos reciben el título el mismo día, pero ninguno de ellos ha asistido nunca a un curso para ejercer su profesión” Mafalda
Durante algunos días no podré acceder a Internet. Estaré disfrutando de la tranquilidad de un pueblecito donde tendré el privilegio de convivir con gente extraordinaria. Hombres y mujeres que saben encontrar, año tras año, los ingredientes perfectos para hacer que los demás descansen, se diviertan y disfruten “a tope” de los suyos. Porque ellos saben que es mucho más feliz el que da que el que recibe.
Además, como todos los años haremos deporte, piragüismo, nos acercamos a las fiestas de los pueblos, cantaremos, bailaremos en las verbenas, tocaremos la guitarra con nuestros amigos, divertiremos a nuestros niños, y no tan niños, con un sin fin de actividades,…
Espero, tengo mucha ilusión en ello, que estas vacaciones me sirvan para “emplear rectamente el descanso del espíritu y para cuidar la salud de la mente y del cuerpo” (Gaudium et spes, 62)
Y todo esto, a los pies de la Virgen, ¿qué más puedo pedir?
Solo se me ocurre una cosa. Como decía San Agustín: "Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que sí puedo y sabiduría para reconocer la diferencia", a la hora de “guiar, acompañar, preparar, formar a mis hijos para que saquen lo mejor que llevan dentro. Darles criterios para valerse por si mismos, para ahogar la vulgaridad, la sensualidad y la indolencia actual en abundancia de bien; para que se conviertan en ciudadanos responsables, profesionales competentes, en amigos leales,… en una palabra, en buenos hijos de Dios?”, como solía decir san Josemaría Escrivá de Balaguer.
Y para ello, ¿qué mejor ocasión que estos días de tranquilidad para repasar algunos flecos de nuestro “oficio de padre, oficio de madre”, como le gusta llamar a mi amigo Rafael Pich, en los que parece más necesario insistir en estos momentos y que hemos ido aparcando durante el curso?
Como pueden ver, soy de las que piensa que la cantidad de tiempo que pasemos con nuestros hijos es tan importante como la calidad.
Se necesita tiempo, roce, para la educación y el cuidado de nuestros niños. Se necesitan horas para pensar con serenidad en las necesidades e inquietudes de cada uno de los miembros de la familia, para tomar decisiones, llevar la iniciativa, poner una pizca de creatividad e ingenio y actuar con eficacia, cariño, dedicación y firmeza según las necesidades de cada uno de nuestros hijos
Y para esto, necesitamos estar con ellos, intentar crear entre todos un ambiente familiar que favorezca la convivencia, el buen gusto, el trabajo y la educación de las virtudes. Suele ayudar, por ejemplo, aprovechar las comidas en familia para conversar y conocernos en profundidad o tener las puertas de tu casa SIEMPRE abiertas a los amigos de tus hijos para charlar, divertirnos, compartir alegrías y penas, cuidarlos y que nos cuiden, ayudarnos, comprendernos…en una palabra, dar y darnos.
Y si me permiten un último consejo antes de cerrar las maletas: Sonría siempre y sonría a todos; porque todos esperan nuestra sonrisa y todos necesitan de ella.
Como decía Mafalda: "Empieza el día con una sonrisa, verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo"
¡Gracias y feliz verano a todos! ¡Nos vemos pronto!
P.D. Se me olvidaba. Recuerda que otros trabajan para que tú disfrutes de unos días de asueto.
Es más, “no todos pueden gozar de vacaciones, y no son pocos los que, por diversos motivos, se ven obligados a renunciar a ellas. Pienso, en particular, en quienes viven solos, en los ancianos y en los enfermos, los cuales a menudo, en este período, sufren aún más la soledad. A estos hermanos y hermanas nuestros quisiera manifestarles mi cercanía espiritual, deseando de corazón que a ninguno de ellos le falte el apoyo y el consuelo de personas amigas” (Benedicto XVI)